La habitación del hijo (2001), de Nanni Moretti

En La habitación del hijo, Nanni Moretti (Brúnico, 1953) explora con sensibilidad los estragos que provoca en una familia la muerte de un hijo, aparcando el sentimentalismo para abrazar una extrema autenticidad y una catártica emoción.

La apuesta le valió su única Palma de Oro y abrió un apartado dedicado al drama –prolongado en Mia madre (2015) o Tres pisos (2021)– en una filmografía que se había especializado en la comedia, sobre todo en la autoficción paródica de Sueños dorados (1981), Caro Diario (1993) –donde se inmortalizó en vespa circulando por Roma–, Abril (1998) o en El sol del futuro (2023). Además, ha utilizado la sátira para desnudar a Berlusconi –El caimán (2006)– o a la Santa Sede –Habemus Papam (2011)–.

'La habitación del hijo'

Kill Bill (2003-2004), de Quentin Tarantino

Con Kill Bill, estrenada en dos partes en 2003 y 2004, Quentin Tarantino (Knoxville, 1963) proporciona un trepidante viaje en montaña rusa, con alguna de sus variopintas referencias en cada curva –de John Ford a Sergio Leone, de Bruce Lee a Superman–, o un recurso formal anonadante: fueras de campo, cambios de formato, de género…

La historia de la novia ensangrentada fue un triunfo más del cineasta posmoderno por excelencia, el hombre de la Palma de Oro de Pulp Fiction (1994), el que se atrevió a reescribir la historia en Malditos bastardos (2009) y en Érase una vez en… Hollywood (2019) y que ha ahondado en el racismo desde la vertiente más lúdica en Django desencadenado (2012) o Los odiosos ocho (2015).

'Kill Bill'

Pozos de ambición (2007), de Paul Thomas Anderson

Del carrusel de obras maestras de Paul Thomas Anderson (Studio City, 1970), Pozos de ambición quizá sea la más ambiciosa. El cineasta nos narra la historia de los pioneros que se hicieron magnates del crudo en una California brumosa, árida metáfora del alma seca del personaje interpretado brillantemente por Daniel Day-Lewis.

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Con este filme, al que precedieron importantes obras como Boogie Nights (1997) y Magnolia (Oso de Oro, 1999), la carrera de PTA entraba en una etapa de madurez con obras cerebrales que indagan con delicadeza en la psique de hombres autodestructivos, como The Master (2012) y El hilo invisible (2017). También lo hemos visto nostálgico en Licorice Pizza (2021).

'Pozos de ambición'

Still Walking (2008), de Hirokazu Kore-eda

Autor de una obra compacta y prolífica, Hirokazu Kore-eda (Tokio, 1962) ha situado en el centro de su imaginario las fracturas y recomposiciones de la institución familiar. En Still Walking, un gran éxito de público en España, una reunión entre padres e hijos en el aniversario de una trágica muerte es el punto de partida para que el japonés hile con maestría los lazos invisibles que unen y separan a las personas.

En esta misma línea, están Nadie sabe (2004), De tal padre, tal hijo (2013), Un asunto de familia (2018) o Broker (2022). Heredero natural de Ozu, su obra es una incisiva radiografía del Japón actual: una nación en conflicto entre el apego a los valores tradicionales y el avance de la modernidad.

'Still Walking'

El Havre (2011), de Aki Kaurismäki

El Havre es una fábula hilarante, mágica y conmovedora en torno al imperecedero drama de la inmigración europea, epítome de la extraordinaria filmografía de Aki Kaurismäki (Orimattila, 2011), que ha redimido con humanismo y humor inimitables las vidas de los más desfavorecidos.

La pureza expresiva, basada en el seco laconismo narrativo y la radical depuración formal, es una constante en la obra del finlandés, que arranca a principio de los años 80 y que alcanza el reconocimiento internacional con el Gran Premio del Jurado de Cannes por Un hombre sin pasado (2002). El cineasta ha llegado a su plenitud con sus últimos trabajos, como Al otro lado de la esperanza (2017, mejor director en Berlín), y la reciente Fallen Leaves (2023).

'El Havre'

Boyhood (2014), de Richard Linklater

Entre 2002 y 2013, Richard Linklater (Houston, 1960) reunió al mismo reparto durante dos meses cada año para que dieran vida a una familia a lo largo del tiempo. El experimento se tituló Boyhood (2014) y es uno de los grandes hitos cinematográficos del siglo XXI, un filme en el que vemos crecer a Manson (Ellar Coltrane) desde los seis años hasta el momento en el que se marcha a la universidad, atravesando cambios, mudanzas y controversias.

Las reflexiones sobre el paso del tiempo las encontramos también en la trilogía con Ethan Hawke y Julie Delpy, finalizada con la magnífica Antes del anochecer (2013). Director prolífico y versátil, lo demuestran Movida del 76 (1993), Escuela de Rock (2003) o Todos queremos algo (2016).

'Boyhood'

Zama (2017), de Lucrecia Martel

Construida a base de planos cerrados en los que el fuera de campo juega un papel esencial, la argentina Lucrecia Martel (Salta, 1966) realiza en Zama, adaptación de una novela homónima de su compatriota Antonio Di Benedetto ambientada en el siglo XVIII –sobre un funcionario de la Corona Española destinado en Paraguay que espera la llegada de una carta del Rey para regresar a casa– un singular e inquietante tratado sobre la percepción del paso del tiempo.

Un virtuoso ejercicio de estilo con un magnífico Daniel Giménez Cacho en el papel protagonista que llegaba tras haber profundizado con lirismo en los conflictos sociales de su país en La ciénaga (2001), La niña santa (2004) y La mujer rubia (2008).

'Zama'

El irlandés (2019), de Martin Scorsese

El adiós definitivo de Martin Scorsese (Nueva York, 1942) al cine de gánsteres. Un viaje hacia el fin de la memoria que es una revisitación tanto a la historia del género como a la propia obra del director.

En sus 210 minutos (los merece) hay espacio para que se conjuguen los ritmos, se depure la narrativa y se armonice la tragedia con el humor. Cine crepuscular que recuerda al John Ford de Liberty Valance.

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Una muestra más de la longevidad de un director que ha dado continuidad a clásicos como Taxi Driver (1976) o Toro salvaje (1980) con la enloquecida sátira financiera de El lobo de Wall Street (2013), la compleja reflexión sobre la fe de Silencio (2016) o el relato del genocidio indio de Los asesinos de la luna (2023).

'El irlandés'

La isla de Bergman (2021), de Mia Hansen-Love

En La isla de Bergman (2021), Mia Hansen-Love (París, 1981) realiza un sentido homenaje a la capacidad del tótem sueco para retratar las zozobras de la vida en pareja, rodando en los escenarios de la isla de Farö en los que este dejó su huella.

Con Vicky Krieps y Tim Roth como pareja de creadores que se instalan en el lugar, el filme pone en escena una ficción dentro de la ficción, alcanzando una dimensión fantástica y ambigua.

La película más heterodoxa de una filmografía de estilo sobrio en el que los volcanes interiores de sus personajes cobran todo el protagonismo, como en El padre de mis hijos (2009), en ese acercamiento al boom de la música electrónica de Eden: Lost in Music (2014) y en Una bonita mañana (2022).

'La isla de Bergman'

Memoria (2022), de Apichatpong Weerasethakul

Para Apichatpong Weerasethakul (Bangkok, 1970) el cine no es el arte de ilustrar historias, y Memoria es un sublime ejemplo de ello. El tailandés se propone en este filme atrapar los sonidos que ya estaban en el mundo antes que nosotros. La peripecia de la granjera escocesa (Tilda Swinton) por Colombia proporciona cuarenta minutos finales de éxtasis, un tour de force que se desarrolla en los límites de lo material y lo mundano.

La filmografía del cineasta es una suerte de milagro contemporáneo que nos abre las puertas a una existencia arcana y cósmica, a la belleza del mundo, como ya ocurría en Tropical Malady (2004), El tío Boonmee recuerda sus vidas pasadas (2010), Palma de Oro, o en Cemetery of Splendour (2015).

'Memoria'