Lola Quivoron estrena 'Rodeo', la película francesa "motomami" sobre el mundo de las carreras ilegales
Hablamos con la directora, que firma un electrizante debut en el que muestra las tripas del submundo de los moteros en los suburbios de París.
26 enero, 2024 02:00Ganadora del Premio del Jurado en el último Festival de Cannes en la sección Un Certain Régard, Rodeo es el electrizante debut en la dirección de Lola Quivoron (París, 1989) en el que muestra las tripas del submundo de los moteros en los suburbios de París.
En las célebres banlieue, escenario de muchas películas francesas, marcadas por la diversidad racial y la precariedad material, vemos a un grupo de jóvenes que practican el “cross-bitume” como dicen los franceses, lo cual significa una vida consagrada a sus motocicletas de cross con las que hacen todo tipo de acrobacias y carreras ilegales en carreteras desiertas.
Toda una cultura tradicionalmente “macho” en la que la propia Quivoron se adentró hace ocho años para comenzar a fotografiarla. Así surge Rodeo, muy influida por el wéstern según ella misma, protagonizada por una joven en cólera, Julia (Julie Ledru), que trata de integrarse en esa comunidad partiendo con la desventaja de ser una mujer.
Los encuentros moteros, con su adrenalina, camaradería y peligro, marcan el tono de este filme que se adentra en el noir cuando la protagonista comienza a robar motos y bordear la delincuencia. Con tono realista a la hora de recrear ese mundo tan concreto y fascinante, la película también introduce un tono épico para que también tenga un tono de leyenda.
Pregunta. ¿Cómo se introduce en ese mundo tan concreto del motocross digamos underground?
Respuesta. Es una comunidad que hace ocho años que frecuento. La primera vez que entré el motivo estaba ligado a un recuerdo que tenía cuando era niña y adolescente porque vivía en un banlieue parisino, en un barrio popular, y ya entonces veía ese movimiento motero y de quads. Después entré en La femis, que es una escuela de cine pública en París. Comencé a ver vídeos de jóvenes que practican ese arte urbano, el “cross-bitume” (motocross en asfalto), y que era exactamente lo que había visto de niña y adolescente.
»Por tanto, decidí conocer este universo y me enamoré. Por una parte estéticamente, porque hay color, hay ruido, hay emoción, y los jóvenes hacen acrobacias magnificas. Hay también un lenguaje muy específico. Pero también me sedujo la fuerza política, el significado de juntarse, compartir la misma pasión y crear ese mundo en el que calles y carreteras vacías de golpe son tomadas por estos jóvenes para realizar su pasión. Muchas veces vienen de familias disfuncionales por lo que para ellos es muy importante ese encuentro.
P. ¿Cómo ve esa dimensión política del movimiento?
R. Esa capacidad de juntarse y compartirse tiene para mí un claro significado político. Es una pasión de evadirse, de crear un mundo a la imagen de su deseo. Lo llaman “cross-bitume” (bitumes es literalmente betún) en Francia pero el término que utilizan en Estados Unidos quizá es más justo, “Bike life”, porque es realmente una vida consagrada a la moto. Esta adrenalina, esta pasión, atraviesa el corazón de la película, todos los personajes están marcados por ello. Y más Julia, que quiere entrar en esa familia.
»Sin embargo, su experiencia en la película como personaje de ficción es muy distinta a la mía. Yo logré entrar de manera muy sencilla en esta comunidad, hice muchas fotos y vídeos durante siete años. Rodé un cortometraje y un clip de vídeo y luego escribí mi primera película. Sin duda ya tenía una relación de confianza con ellos.
P. ¿Cómo marca ese choque entre una mujer en un mundo tan masculino?
R. Cuando era joven yo hacía skate board, también “roller”, ya hace tiempo, en 2001 y 2002. Era sobre todo una comunidad de hombres. En el “cros-bitume” me encontré un poco lo mismo y me interesaba ese choque en tanto que ya lo había vivido en el skate park. Es una cuestión que me afecta, muy contemporánea, cotidiana, muy presente cuando eres una mujer surge esta dificultad de adaptarse. En la película vemos a una chica que trata de integrarse en esa comunidad y lo consigue. Al final esos chavales que la rodean acaban por respetarla. Ella tiene un don para la moto y se hace respetar aunque haya esos prejuicios.
P. Surge la delincuencia y la misma práctica clandestina del “cross-bitume” pero nunca vemos a la policía. ¿Por qué?
R. Mi idea nunca fue hacer una película criminal con policías y una investigación. Aunque la práctica del “cross-butume” sea ilegal y marginal para mí, una vez más, lo importante era reflejar esta pasión. Esta pasión que es un chute de adrenalina y es una forma de adicción en ese deseo, potencialmente también destructor. Es una ficción muy inspirada en lo real, de manera que lo he explorado de manera muy documental haciendo fotos y pasando tiempo con ellos.
»Pero es una película épica, muy influida por el wéstern, muy estética también. No quería que fuera naturalista. Me gusta utilizar el término de “hiperrealismo” porque es un realismo que es valorizado por los planos bellos, sublimado, hay una forma de precisión de lo real pero es épico. Hay mucha acción en la película, quiero hablar de la dimensión sociopolítica, pero es una película de ficción.
P. ¿Cuenta Rodeo la liberación personal de esa protagonista en colera?
R. Es una historia de liberación. Pero de hecho pienso que hay una dimensión feminista en la película y es la idea de que la problemática de Julia es su cuerpo. Es un cuerpo que es identificado por los otros como un cuerpo femenino. Eso produce toda la dificultad de este personaje para entrar en este mundo, al tener un cuerpo diferente la vemos cómo la miran de una manera diferente. De una cierta manera, al final ella va a liberarse de su cuerpo. Proyectándose en la muerte es también una manera de crear una leyenda. Sabemos bien que una leyenda también se crea con esa muerte temprana.
P. El final tiene un elemento fantástico, ¿La muerte puede no ser el final?
R. Me influye mucho la figura de James Dean y la película de Rebelde sin causa (Nicholas Ray, 1955). Dean murió a toda velocidad y eso cristalizó en una imagen de leyenda. Quería que Julia produjera esta representación. La secuencia del final y la muerte de Julia para mí significa que no muere en realidad, ella renace. Es como un ave Fénix que resurge de sus cenizas. Julia continúa viviendo en un estado invisible de fantasma. Se desprende de su cuerpo pero continuará cuidando a los demás.
»Tengo una percepción de la muerte que está muy relacionada con el taoísmo por la cual la vida no se entiende sin la muerte y al revés. Es muy complejo y supone una manera muy distinta de verlo que desde la perspectiva occidental. No es un final, es un principio. Es verdad que traté también de crear una imagen fantástica, como una imagen poética. Es una secuencia final muy difícil de hacer por el fuego pero quería que fuera poética, surrealista, más allá de este mundo.
P. Esa figura del motero rebelde también nos remite a otra película como La ley de la Calle (Francis Ford Coppola, 1983). ¿Fue una inspiración?
R. No fue una inspiración directa pero desde luego vi la película. También me gusta mucho Rebeldes de Coppola. Vi muchas películas sobre motos para aprender sobre la puesta en escena, la velocidad, las secuencias con los grupos de moteros… Johnny Guitar (Nicholas Ray, 1955) es un wéstern que me ayudó mucho a reflexionar e influyó la escritura.
»Y una película de James Cagney y Raoul Walsh, White Heat (1949) me inspiró mucho para crear el final. Cagney muere en una fábrica petroquímica y me gusta esa forma épica de contar el final de un héroe, hay casi un lado divino. Es muy bello eso como si no desapareciera jamás de alguna manera en esas llamas.
P. Más que un personaje, ¿Julia es un mito?
R. Es un personaje que se acerca el mito, es casi como una semidiosa. Llamarla la “desconocida” es una manera de hacer un homenaje a un personaje que se llama “nadie” en el wéstern Mi nombre es nadie (Sergio Leone, 11973). El personaje se explica por sus acciones, no quería mostrar su pasado. Todo lo que tiene que ver con la psicología para mí pertenece a una forma de cine viejo. Me gustan los personajes que pueden contarse sin la psicología.
»Eso lo hace muy bien Kahtryn Bigelow en una película como En tierra hostil (2008). Julia es una especie de samurai dentro de su armadura pero poco a poco se va a fragilizar para aparecer su corazón. Es un personaje en cólera, es la samurai del “cross bitume” como yo la llamo pero quiero mostrar su cólera sin dar explicaciones psicológicas. Cuando encontramos a un personaje en la vida vamos a sentir lo que transmite.