'El deshielo' o cómo abrir los cajones traumáticos de la infancia
La belga Veerle Baetens intenta en su filme disipar la neblina que separa a víctimas de culpables en marcos de abuso en la adolescencia.
9 febrero, 2024 02:24La belga Veerle Baetens (Brasschaat, 1978), actriz y guionista a quien recientemente recordamos sosteniendo una larga intriga telefónica en Quitter la nuit, de Delphine Girard, retoma el interés del nuevo cine belga por abrir los cajones traumáticos de la infancia (la más memorable siendo aún la muy laureada Close, de Lukas Dhont), otra vez intentando disipar la neblina que separa a víctimas de culpables en marcos de abuso en la adolescencia.
Eva (Charlotte De Bruyne, cara conocida en el cine belga) se toma demasiado mal una invitación al acto que en su pequeño pueblo se está organizando para conmemorar la muerte de un joven. De Bruyne, maestra en interpretar la exasperación, trata de aferrarse al amor de su hermana (pero solo si es exclusivo y excluyente), luego a los coqueteos que presupone en su jefe y finalmente decide tomar partido.
El deshielo, como lo hizo Close, viaja directamente a los orígenes traumáticos de dichos berrinches, cuando Eva tenía trece años y tuvo que empezar a “ganarse” su sitio en su grupo de amigos-chicos.
Desde allí, en diálogo con el dolor de una chica jovencísima (Rosa Marchant, debutante eficaz en un papel que le valió el Premio Especial del Jurado en Interpretación en Sundance) que aún no ha comprendido que su sitio, como mujer, es diferente e inferior al de sus colegas, resolveremos cuán radical tendrá que ser el acto que saque a su “yo” adulta del pozo. Vamos, como en Una joven prometedora: al final, la violencia es sistémica, pero real. Tan real y vibrante que (casi) rescata El deshielo de su propio aparatismo…
Porque todo lo que la cineasta y su equipo movilizan, sobre una novela de Lize Spit (publicada por Seix Barral en 2017) y con guion de Maarten Loix y la misma Baetens, juega a medio gas, sobre seguro. Desde la fotografía colorista pero solo ligeramente saturada de Frederic Van Zandycke, apta para pantallas de cine, plataformas e incluso la televisión lineal con sus gamas cambiantes.
Lagunas de silencio
Estructuralmente, se mantiene interesante a base de sembrar y recoger símbolos controlados, comprensibles: un bañador que hace tiempo le está pequeño a la niña, los animales como objeto de la crueldad casual de la infancia, momentos musicales sin carácter o directamente ciegos, porque hay que esforzarse para no leer con ironía una escena feliz acompasada bajo el Aserejé.
Apta para todos los públicos, insólita para nadie. Eso no quita ninguna de las lagunas de silencio que, en elipsis, se nos deja entrever (¿duerme bien la señora carnicera, cómplice, por las noches? ¿Qué sigue uniendo a la hermana de Eva a una familia que la maltrata?). Es en esos vacíos donde la película brillaría, metida en el barro. Pero no. Mientras tanto, solo esperamos reconocernos sobre la pantalla, en algún gesto mínimo que refleje nuestros abismos personales y nos conecte. Aunque duela.
El deshielo
Dirección: Veerle Baetens.
Guion: Veerle Baetens y Maarten Loix, a partir de la novela de Lize Spit.
Intérpretes: Charlotte De Bruyne, Rosa Marchant, Sebastien Dewaele, Spencer Bogaert.
Año: 2023.
Estreno: 9 de febrero.