John Ford postando junto a una de sus estatuillas en 1946.

John Ford postando junto a una de sus estatuillas en 1946.

Cine

'La gota escarlata', la cinta perdida de John Ford que ha aparecido tras más de 100 años en un almacén chileno

Ángel Mora
Publicada

"John Ford, John Ford y John Ford" era la respuesta de Orson Welles cuando le preguntaban por sus tres cineastas favoritos. La huella que dejó en la historia del séptimo arte el director de Un hombre tranquilo es indiscutible, como también lo es la influencia que ha ejercido su obra en las generaciones de creadores que vinieron después de él.

Alfred Hitchcock, Martin Scorsese, Steven Spielberg y Clint Eastwood lo declararon como su principal referente. También Kurosawa, que se paseaba y trabajaba con unas gafas de sol para emular y quizás sentirse más cerca de su gran ídolo. Cada uno de ellos, reconocidos maestros del arte cinematográfico, estudiaron a conciencia la filmografía de Ford y extrajeron de cada una de sus películas enseñanzas que más tarde aplicarían en sus propios trabajos. 

Centauros del desiertoRío grande Las uvas de la ira son todas lecciones magistrales frente a cuya proyección es fácil imaginar a todos estos directores tomando nota de forma concienzuda. No es tanto así con La gota escarlata (1918), uno de los primeros filmes de Ford. Ni mucho menos se debe esto a que sea de mala calidad, sino que, sencillamente, la cinta llevaba en su mayoría desaparecida más de un siglo. Hasta ahora, se pensaba que solamente había sobrevivido media hora de metraje. Sin embargo, este año se ha rescatado del olvido la versión completa. 

Es una historia más habitual de lo que se pudiera pensar. En almacenes anónimos y cajas dadas de sí, cubiertos de polvo y olvido, se encuentra un manuscrito o tal vez un lienzo de los que no se conoce el autor ni mucho menos el valor. Ni idea tiene el poseedor de estos materiales, normalmente, heredero del propietario original, de lo que tiene entre manos. Y de pronto, una primera edición centenaria. Y de pronto, quién lo iba a decir, un Botticelli. Así sucede, también, con viejos rollos de película.

Jaime Córdova, un académico chileno de la Universidad de Viña del Mar, compró en Santiago de Chile un lote de rollos antiguos de película a un coleccionista anciano. El antiguo propietario desconocía su contenido y, harto de custodiar un material sin valor aparente, decidió deshacerse de él."Todos los hallazgos son circunstanciales. Muchas veces te llega el dato de alguna persona que tiene películas en alguna feria o cuyo padre tenía una sala de cine o era coleccionista y las quieren vender", señalaba el descubridor de la cinta en una conversación con la agencia EFE. 

 Más mérito tiene la supervivencia de una cinta olvidada que la de un libro antiguo o una pintura. El título de la novela Fahrenhait 451 nos informa de la temperatura a la que arde el papel, que en el idioma de los centígrados se traduce en 232. No se necesitan, sin embargo, más que 40 para que la película de nitrato, típica del cine de la época, se prenda en llamas. La sombra de aquel almacén propició su olvido, pero, irónicamente, también la salvó.

"No creo que vuelva a aparecer algo tan importante en mi vida como encontrar una película perdida de John Ford. Uno siempre ha admirado la obra de Ford, ¿pero hallar una película que además estaba perdida? Es como encontrarse con un santo grial", confesó Córdova. 

Pero, llámese milagro o llámese azar, la cuestión es que la cinta se mantuvo en muy buen estado teniendo en cuenta su antigüedad. "Hubo una reparación del soporte fílmico, pero la imagen no ha sido intervenida. Si uno ve el tráiler, la calidad de la imagen del nitrato es extraordinaria", apuntaba el chileno, a lo que añadía: "la película estaba perfecta. Son vueltas del destino, que permiten que algunas películas sobrevivan y otras no".

Y los desperfectos que quedan se han dejado tal como están por una decisión velada de Córdova. Así ha ocurrido con las manchas de hongos que se pueden apreciar en la cinta, que, según el académico chileno "es parte del encanto. Tiene 106 años a cuestas y trae todas estas marcas históricas". Por lo demás, se han mantenido los tintes originales de la película, de tonos rosados, ocres y azules, que se aplicaban a los filmes de la época para huir de la monocromía en blanco y negro. 

La película es una de las primeras obras de John Ford, perteneciente a su época en Universal antes de que firmara su primer contrato con Fox, el estudio con el que trabajó de 1921 a 1946.

Durante cinco años, de 1916 a 1921, el cineasta rodaría un total de treinta y siete metrajes para Universal, la mayoría de ellas mudas y de temática wéstern. Veinticinco de ellos serían protagonizadas por Harry Carey, con quien Ford mantendría una estrecha amistad. La gota escarlata es una de estas películas. 

En el filme, Carey encarna a "Kaintuk" Harry Ridge, un hombre que, después de que rechacen su solicitud de alistamiento en el ejército unionista durante la guerra civil estadounidense, decide unirse a un grupo de forajidos. Su relación con Molly Calvert (Molly Malone), no obstante, le convencerá para cambiar de rumbo su vida y buscar la redención. 

Una vez que se le hicieron los arreglos pertinentes, la cinta se proyectó en primicia el pasado mes de septiembre en el Festival de Cine Recobrado de Valparaíso (Chile). Aún y todo, Córdova lamenta que "en Chile nadie le dio importancia", pese a que en ella se podían apreciar "las situaciones melancólicas, las diferencias sociales, los antihéroes y esa fotografía extraordinaria" típicas de la obra fordiana. En su país, afirma, "pocas personas saben quién es John Ford y su importancia para el cine". 

"Quién sabe, probablemente algún festival europeo se interese en mostrarla (...) Lo que importa es que vuelva a estar disponible una película de un maestro como Ford", concluía el hombre que rescató la cinta. Haya recibido la atención que merece o no, lo que es indudable es que este descubrimiento es una buena noticia para el mundo del cine. Con él, crece el patrimonio con el que se podrán seguir nutriendo las nuevas generaciones de cineastas en ciernes, como ya hicieran en su momento figuras como Eastwood, Spielberg o Scorsese.