Pau Durà, en el rodaje de 'Pájaros'. Foto: Tomoiala Cristian

Pau Durà, en el rodaje de 'Pájaros'. Foto: Tomoiala Cristian

Cine

Pau Durà estrena 'Pájaros': “El guion no es una obra cerrada, y menos aún en la carretera”

Pau Durà, actor con un largo currículum en el audiovisual y las tablas, da un paso adelante en su carrera como director con una 'road-movie', protagonizada por Javier Gutiérrez y Luis Zahera, sobre dos hombres maduros en crisis.

5 abril, 2024 02:21

El rostro de Pau Durà (Alcoy, 1972) nos resulta inevitablemente familiar. No en vano, ha aparecido desde los años 90 en un sinfín de series, películas y obras de teatro, algunas tan exitosas como las televisivas 7 vidas, Crematorio o El príncipe, y tiene pendiente de estreno Un nuevo amanecer, serie de José Corbacho en la que interpreta al agente de una humorista en horas bajas, a la que da vida la inefable Yolanda Ramos.

Pero lo que trae a estas páginas a Durà es su interesante trabajo como director, que le ha llevado a facturar tres películas en las que el drama y la comedia se entrelazan sin solución de continuidad.

Tras Formentera Lady (2018) y Toscana (2022), ahora estrena Pájaros, una emocionante road-movie que nos lleva, siguiendo la migración de las grullas, de la Albufera valenciana al delta del Danubio en Rumanía.

Es el trayecto que quiere hacer Mario (Luis Zahera), un tipo peculiar aficionado al avistamiento de pájaros, y para el que contratará como eventual chófer a Colombo (Javier Gutiérrez), un desastrado pícaro que subsiste con el menudeo de marihuana. Dos hombres en crisis que tendrán que ejercitar la empatía para encontrarle sentido a sus vidas en un accidentado viaje por el continente europeo.

Pregunta. El gran reclamo del filme consiste en la presencia como protagonistas de Javier Gutiérrez y Luis Zahera, quien fue premiado en el Festival de Málaga. ¿Cómo ha sido trabajar con ellos?

Respuesta. Ha sido una fortuna contar con Javier haciendo de este pícaro con corazoncito, que está bastante equivocado. Le saca punta y brillo. Por su parte, Luis Zahera interpreta a un tipo más opaco, pero con una fragilidad y una ternura que no estamos acostumbrados a verle. Él fue el primero que, nada más ofrecerle el trabajo, se sorprendió, porque su personaje no mataba a nadie ni traficaba con drogas duras. Estaba encantado. El tartamudeo, aunque estaba previsto en el guion, es de su cosecha. Tal como lo hace, es absolutamente único.

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P. ¿Tuvo que adaptar los personajes para los actores?

R. El guion no es una obra cerrada, y menos aún en una película como esta, rodada en la carretera, en la que es inevitable que haya accidentes, y más te vale estar abierto a lo que ocurra porque puede ser bueno. Javier y Luis no es que encarnen a los personajes, es que los crean a partir de la página, del negro sobre blanco.

P. Usted tiene una edad parecida a la de los personajes. ¿Comparte con ellos inquietudes?

R. Están en un momento vital de confusión, en el que no saben muy bien qué ha ocurrido en sus vidas, intentando rebobinar la película. A partir de ahí comencé a fabular, buscando situaciones que fueran atractivas, que tuvieran al mismo tiempo humor y drama. Así apareció la idea del viaje. Y no solo las vicisitudes que viven durante la aventura en la que se embarcan, sino también el viaje interior que realizan.

P. ¿Era su intención entonces retratar cierta cierta crisis de la masculinidad del hombre maduro?

R. Es algo que aparece en todas mis películas. De alguna manera, siempre acabo escarbando en una sensibilidad que quizás no está tan retratada en personajes masculinos adultos.

P. ¿Cuál diría que es el tema principal del filme?

R. La película es un canto a la apertura, a salir del ensimismamiento y de esas islas que somos a veces. Los protagonistas son dos personas en apariencia muy individualistas, pero se necesitan el uno al otro, lo que pasa es que no lo saben. El viaje les ofrece apertura, que corra el aire. Es una película muy luminosa, con un conflicto dramático que arrastra a los personajes, pero que no es una tragedia. Se tocan temas serios como el paso del tiempo, la familia, el desamor…

P. ¿Tenía alguna referencia clara para el filme?

R. El cine consiste en ordenar el caos. Mis historias proceden de todo lo que he leído, visto o vivido de cierta manera. Pero es cierto que cuando apareció la idea de la road-movie, enseguida pensé en Entre copas (2004) de Alexander Payne, que retrata también a dos tipos en la madurez que actúan como niños grandes. Me parece una película maravillosa. En general, todo el cine de Alexander Payne me interesa muchísimo, y es difícil de clasificar porque son a la vez dramas y comedias y yo, de manera natural, me muevo también ahí.

P. ¿Cómo definiría su cine?

R. Es un cine de autor muy a mi manera, que no se deja influir por las corrientes estéticas imperantes y con una dimensión popular. Y me gusta reivindicar también la ligereza, pero en el sentido en el que habla de ella Nanni Moretti, otro de mis referentes, no como algo banal, tonto o simple, sino como lo opuesto a la pesadez. Mis películas circulan también por ahí.

P. ¿Cómo surgió el itinerario que siguen los personajes?

R. Trazamos la ruta a través de un mapa. Lo que surgió de manera orgánica fue la dificultad y la necesidad de entenderse en un viaje por distintas lenguas. En un momento dado, en el guion aparecen unos refugiados armenios de camino a Jerusalén, pero decidimos sustituirlos por ucranianos ya que cuando llegamos a Rumanía nos encontramos con la guerra al lado. Fue un accidente que tuvimos la necesidad de incorporar al relato.

Colombo (Javier Gutiérrez) y Mario (Luis Zahera), en una de sus paradas de camino a Rumanía

Colombo (Javier Gutiérrez) y Mario (Luis Zahera), en una de sus paradas de camino a Rumanía

Sin trampa ni cartón

P. ¿Cómo de complejo fue el rodaje?

R. Ha sido también un viaje maravilloso. No hay trampa ni cartón, hemos viajado de verdad, y creo que eso se transmite. No hay ningún croma en la película, la carraca del coche en la que vamos es de verdad, también lo que suena. De alguna manera, todo ello aporta verismo e introduce al espectador en el camino. Cierto es que no ha sido fácil financiar una película independiente tan compleja como esta, pero estoy satisfecho de haber logrado rodar en los lugares que aparecen en el filme.

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P. ¿Cómo surgió el tema de los pájaros para la película?

R. El vuelo me daba muchas posibilidades desde un punto de vista poético, porque conecta con la necesidad de escapar de los personajes. Además, en el caso de Mario, creo que es una afición que transmite ternura, que le calma y le proporciona felicidad. El viaje es, además, un cambio de rumbo, como el que toman las grullas.