Las películas con el cáncer como trasfondo son un género en sí mismo, pero sin duda reflejan una situación que atraviesan millones de familias. Segunda película como directores de los franceses Marco LaVia y Hanna Ladoul, Aquellos maravillosos días se plantea como un drama familiar alrededor de la forzosa reunión de tres generaciones de mujeres, la hija, Charlie (Morgan Saylor); la madre, Laura (Andrea Riseborough) y la abuela, Solange (Catherine Deneuve). Forzosa porque el motivo es el cáncer, en avanzado estado, de Laura, una mujer de ideas progresistas pero poco empática.

Atenta a los ritmos de la naturaleza, bellamente rodada, Aquellos maravillosos días se plantea como un drama de cámara en el que lo más importante es el duelo interpretativo de las tres actrices, que brillan a gran altura. Al principio, solo aparecen la madre y la hija, con una relación un tanto áspera marcada por esa dificultad de la madre para entender los sentimientos de los demás.



La hija se siente poco escuchada pero le guarda un enorme afecto. Surge también una distancia ideológica porque la joven estudia en la Universidad una carrera de MBA y la mayor considera que se dedicará a “timar como todos los bancos”.

Ese precario equilibrio se rompe cuando irrumpe por sorpresa la abuela (la divina Deneuve), para gran sorpresa de su nieta, que desconocía su existencia. Mujer de mundo y muchos viajes, feminista acérrima, fumadora de porros, abanderada del derecho de las madres a evitar la lactancia, es una mujer carismática, que se ha dedicado a exprimir la vida y se siente culpable por haber desatendido a su hija, que la recibe con cierto rencor.

Articulada en torno a conversaciones cargadas de subtexto, Aquellos maravillosos días poco a poco nos muestra cómo estas tres mujeres marcadas por el afecto pero también por viejos rencores y rencillas se van acercando y comprendiendo las unas a las otras.

No es la película más original del mundo ni tampoco lo pretende, pero gracias a esas excelentes interpretaciones, unos diálogos bien escritos e ingeniosos y la belleza de su recreación del mundo rural, acaba convenciendo y siendo emotiva.