Los miserables (2019) es una de las grandes películas del cine europeo reciente. Ambientada en una Francia explosiva, el director francés Ladj Ly (Roubaix, 1978) planteaba una metáfora sobre las tensiones sociales que agitan el país contando la rebelión de Montfermeil, una "banlieue" parisina, uno de esos barrios periféricos en los que vive una mayoría de población de origen inmigrante. Mostrando el constante estado de enfrentamiento entre la policía y sus acosados habitantes, Ly reflejaba el sinsentido de un sistema condenado a fracasar en el que los propios policías saben que su lucha es inútil.

En tiempos de campaña electoral en Francia, donde Macron ha adelantado las elecciones tras el éxito de Reagrupamiento Nacional, el partido de extrema derecha de Marine Le Pen, Los indeseables se mete a fondo en el terreno político. Cuenta lo que sucede en un edificio de apartamentos inmenso, de nuevo en una banlieue parisina, cuando el ayuntamiento decide tirarlo abajo y que todo el mundo se quede en la calle con una compensación ridícula.

Frente a frente, Pierre (Alexis Manenti), un médico ambicioso que se estrena en política como sustituto del anterior regidor de esa barriada parisina, y Haby (Ata Diaw), una joven de origen africano que decide plantar cara al sistema dentro del propio sistema y también se presenta para el puesto.

Dotado de una irritante falta de empatía mezclada con estulticia, ese Pierre representa de alguna manera a ese francés medio que vota a Le Pen y se ha creado en su cabeza la idea de unos inmigrantes "peligrosos" cuando, como vemos en el filme, la inmensa mayoría se dedica a intentar sobrevivir en circunstancias muy duras.

Pregunta. ¿Ve esta Los indeseables como una extensión de Los miserables?

Respuesta. Sí, claro, es la continuación de Los miserables, de este trabajo de exploración sobre la vida en estas comunidades. En esa película hablaba sobre todo de violencia policial y la situación de miseria social y aquí me fijo en el aspecto político y la vivienda, que es un tema muy importante en Francia. Muchos ciudadanos han sido expropiados para derribar sus edificios cuando habían acabado de terminar de pagar su piso por una cifra irrisoria. En mi barrio mucha gente se ha quedado sin nada, es un problema también que sucede en muchas partes, la especulación inmobiliaria, la gentrificación y la expulsión de la gente de los barrios.

P. Ese médico que se mete a alcalde y arrasa con todo, ¿representa al "idiota francés"?

R. Es un personaje que está anclado en el pasado, no tiene experiencia política y al final tiene unas ideas muy extremas, muy radicales, y lo que hace es ir hasta el fondo de esas ideas a pesar de que la gente vive allí y sufre decisiones tomadas por él. Hay un foso enorme entre los habitantes y los políticos. Él además va diciendo que lo hace por el interés de la gente cuando todo lo hace por él. Existe ese lenguaje mentiroso con el que intenta escudar esa radicalidad.

P. Frente a Pierre, esa joven Haby que le planta cara pero se encuentra con un sistema que utiliza cualquier medio para aplastar la disidencia. ¿Es posible cambiar las cosas?

R. Hay todo un sistema de reglas y de intereses que ya está montado contra el que es muy difícil luchar por muchas buenas intenciones que tengas. Vemos a una mujer fuerte, inteligente, que está dispuesta a luchar por todo pero se encuentra con ese mundo de compromisos en el que los políticos usan su poder para conseguir lo que quieran. Es una batalla muy dura.

 

P. ¿Se está desangrando Francia en una batalla campal ideológica?

R. El presidente Macron vio la película, dijo que le había gustado mucho, que le había emocionado y prometió que cambiaría las cosas. Pero no solo no cambiaron a mejor sino que incluso fueron a peor, siempre las mismas promesas vacías. Esa Francia idealizada de la cultura, la tolerancia, hace mucho tiempo que se ha terminado. Estamos en el declive en todos los niveles. Hace un tiempo quizá los únicos que estaban en dificultades eran los habitantes de las barriadas o en el mundo rural pero ahora misma todo el mundo está en problemas. Hay un fracaso político. La situación es dramática.

 

P. ¿Habrá un Gobierno de Le Pen?

R. Están en todas partes. Lo estamos viendo en toda Europa. Es perfectamente posible, por desgracia.

P. Los políticos tratan de mostrarse inflexibles cuando estalla la cólera. ¿A veces es inevitable?

R. La cólera en un determinado momento es inevitable cuando está en juego tu propia supervivencia. Hay muchas personas en esos barrios que lo han hecho todo bien, han estudiado, se han esforzado y luego no encuentran un lugar en el sistema, acaban en el paro o en trabajos horribles. Eso lleva a la locura y la depresión. Es la desesperación la que te empuja a cometer actos irreparables.

Ladj Ly, durante el rodaje de 'Los indeseables'

 

P. ¿Cómo ha pasado de la banlieue a ser un director célebre?

R. No he cambiado de barrio. Soy autodidacta, lo he aprendido todo solo, tengo una historia que contar y la cuento a mi manera. Hemos creado nuestro propio colectivo y lo hemos hecho todo nosotros. A los 17 años tuve mi primera cámara y con mis amigos hacíamos pequeños vídeos, luego empecé con los cortometrajes, siempre ayudándonos entre nosotros. Desde siempre he tenido una gran fe en lo que estaba haciendo. Ahora mismo estoy trabajando en colaboración con escuelas de cine y colectivos vecinales para poder llevar el cine a los banlieues y que esos jóvenes puedan contar sus historias.

P. En un momento de la película el alcalde se muestra partidario de acoger más inmigrantes, "solo si son cristianos". ¿Se produce una discriminación tan brutal y verbalizada desde el poder?

R. Es una realidad. Desde los años 80 he visto varias olas migratorias. Llegaron los españoles y portugueses, después magrebíes, del Africa subsahariana, luego vinieron los turcos, los sirios y finalmente los ucranios. Ha quedado claro que algunos han sido mucho mejor acogidos que otros. Lo vemos por ejemplo con los sirios y ucranios, los segundos han sido bien tratados porque son europeos, son cristianos y son blancos y los otros, no.