Con la posibilidad de subirse a la ola del éxito de Del revés 2 (Inside Out 2), que sigue arrasando en los cines de todo el mundo, llega otra lucrativa saga de animación a la gran pantalla, la protagonizada por el supervillano de buen corazón Felonious Gru, ese divertido trasunto del Fétido de La familia Addams.
Ya han pasado 14 años desde el estreno de la primera entrega, y la que se estrena este miércoles es nada menos que la cuarta, Gru 4. Mi villano favorito, por lo que la fórmula -tanto artística como comercial-, está ya más que rodada. Tanto que se acerca peligrosamente al agotamiento.
Todo ha girado siempre, en cualquier caso, alrededor del buen corazón que esconde la siniestra figura de Gru y de la divertida locura (ligeramente inspirada en Tex Avery) de sus hilarantes secuaces, los serviciales Minions, que ya han protagonizado sus propias películas.
El simple diseño de los Minions -son un alargado trozo de goma amarillo ataviado con un mono vaquero y unas gafas de seguridad- y su extravagante expresividad explican en gran medida el éxito de la saga, que ha logrado recaudaciones millonarias con cada entrega.
Como en los títulos precedentes, Gru 4. Mi villano favorito vuelve a parodiar thrillers de espionaje a lo James Bond y elementos de películas de acción o de atracos. La novedad aquí es que los directores también miran al cine de superhéroes, ya que cinco Minions reciben superpoderes con resultados catastróficos. Lamentablemente, los chascarrillos que surgen de esta digresión (escasamente relacionada con la historia principal) no están demasiado inspirados.
La película arranca en una fiesta de antiguos alumnos con el encontronazo de Gru con su antiguo rival de la infancia Maxime Le Mal, ahora un villano pijo chulesco obsesionado con las cucarachas que recibe el premio al mejor villano del año.
Poco después, y tras relatar sus intenciones de dominar el mundo, es arrestado por Gru y la Liga Anti-Villanos. Cuando Le Mal se fugue de la cárcel y jure vengarse de Gru, a nuestro villano favorito no le quedará otra entrar en el programa de protección de testigos.
La nueva atracción de la saga es, sin duda, la incorporación a la familia de Gru Jr., el hilarante bebe del protagonista, dispuesto a sabotear cualquier plan de su padre. Por lo demás, aunque la película tiene ritmo y un diseño de personajes atractivo, todo resulta demasiado redundante, como si estuviera hecho por una inteligencia artificial en vez de por auténticos guionistas.
El filme de Patrick Delage y Chris Renaud sabe a lo que juega, pero no está dispuesta a ser algo más ni a ser lo mejor que hemos visto de Gru. Y es una pena porque los elementos están en la pantalla, solo había que ponerle ganas.