Antón Álvarez (C. Tangana). Foto: HappyMess.

Antón Álvarez (C. Tangana). Foto: HappyMess.

Cine

No lo llamen C. Tangana, Antón Álvarez debuta como cineasta: "Parte de mi talento está en ver cosas en otros"

El cantante firma su primera película, que se estrena en el Festival de San Sebastián, un viaje musical a la historia del guitarrista flamenco Yerai Cortés.

20 septiembre, 2024 01:57

No lo llamen C. Tangana, llámenlo Antón Álvarez (Madrid, 1990). Y aunque lo suyo sigue siendo la música, ahora graba discos con forma de película. La guitarra flamenca de Yerai Cortés, que inaugura la sección Made in Spain del Festival de San Sebastián, supone el debut en la dirección de una de las estrellas de la música más exitosas de España. Él se sigue considerando rapero.

El año pasado, Álvarez ya presentó en el Festival de San Sebastián la primera producción cinematográfica de su factoría Little Spain. Se trataba de Esta ambición desmedida (Santos Bacana, Cristina Trenas y Rogelio González), un documental de dos horas en el que veíamos la grabación del célebre disco El madrileño y el "desastre" de su gira, marcada por su inseguridad como vocalista y su empeño en hacer un espectáculo cada vez más caro y grande.

El propio Álvarez aparece en La guitarra flamenca de Yerai Cortés, pero como secundario. Porque el protagonismo no solo recae en Yerai Cortés y su guitarra, también en la madre de este, María Merino, una mujer que se enciende un cigarro con la colilla del anterior y que, a pesar de sus muchos errores y rencores, rezuma humanidad y ternura.

A medio camino entre la película musical y el retrato de una familia lumpen de Alicante (padre gitano, madre paya) marcada por una tragedia, el secreto de la película que conviene no desvelar, La guitarra flamenca de Yerai Cortés es un vivaz y honesto retrato del corazón y la intimidad más dolorosa de un extraordinario artista flamenco. Un artista sensible, como Cortés, que vuelca en su música todo su ser en una película donde Álvarez busca la intersección entre arte y cultura con un flamenco vivo, imperfecto, fugaz y grandioso en su crudeza.

Pregunta. Siempre se ha dicho aquello de que en España ya es difícil que te reconozcan un talento, y ya dos…

Respuesta. Estoy muy contento con la comunidad del cine. En vez de tratarme como un intruso, me he sentido muy apoyado por un montón de colegas. Mucha gente ha estado cerca de la película y me ha ayudado. Ahora se la estoy enseñando a gente que admiro y lo mismo. ¡Qué gusto! Estoy muy agradecido. Luego, lo que pase con la película… Estoy cien por cien seguro de que a la gente que me conoce le va a gustar. Es emocionante, divertida y Yerai es espectacular. No se puede pedir más.

P. En alguna ocasión ha dicho que siempre ha soñado con dirigir una película. ¿Siente que está cumpliendo con un sueño infantil?

R. Sí, sí. Son cosas de éstas que uno no cree que acabe de ejecutar. Luego la vida te pone en un lugar propicio, que en concreto para mí fue la creación de Little Spain, compartir ese proyecto con mis socios, Cris [Trenas] y Santos [Bacana], e ir viendo poco a poco como parece que puede pasar. El desencadenante fue conocer a Yerai, me enganché y lo vi claro. La cabra tira al monte y al final las cosas salen.

Fotograma de 'La guitarra flamenca de Yerai Cortés'.

Fotograma de 'La guitarra flamenca de Yerai Cortés'.

P. ¿Dirigir fue entonces algo buscado o que se encontró?

R. Me lo encontré completamente. Yo sabía que quería dirigir y estoy todavía en el camino de desarrollar guiones para mis propias películas. Cuando conocía Yerai me fasciné. Él ya tenía la idea para el apartado visual de un disco. Yo me metí más en la parte narrativa. Viene de allí, de conocer a Yerai y apasionarme.

P. Cuando empezó la película, ¿sabía el secreto familiar de Yerai?

R. Sí. En la película hemos intentado que se desvele como ocurrió en la propia vida de Yerai. Él pasó mucho tiempo sin saberlo. Luego lo descubrió, pero no ha sido hasta ahora, gracias a la película, que se ha sentado a hablarlo con su familia. Se han dicho las cosas y ha comenzado el proceso de sanación. La película tiene algo de terapia familiar, de purga y de perdón.

»Yerai me dijo: “mira, yo tengo un disco”. Y me fue tocando los temas. Dentro de esos temas me empezó a contar esta historia. Fue una de las razones por la que le dije: "Si la gente tuviese las piezas de información que faltan antes de que toques la pieza, se mueren, porque es otra forma de conectar". Por eso la película tiene esta estructura, avanzas en la historia para que cuando llegue el momento musical te toque el alma.

"En vez de tratarme como un intruso, me he sentido muy apoyado por la industria del cine"

P. A veces se hacen retratos de artistas como si fueran estudios de mercado, se habla de sus reproducciones en Spotify, su dinero, su target… ¿Quería reflejar una idea más pura del artista?

R. Es una de las motivaciones para hacer el filme. Cuando conocí a Yerai y vi que ponía su vida completamente a disposición de su guitarra...¡me pareció tan bonito! Me sentí reflejado porque mis mejores letras son aquellas en las que digo las cosas de verdad. Yo pongo en juego mi vida. Mis relaciones personales están en juego cada vez que escribo una canción. Y eso es de echarle mucho valor. Lo del target y todo eso… Me preocupaba mucho cuando era joven y no quería currar más. Pero, desde luego, no tiene nada que ver con lo que hacemos, ni con la música, ni con las “pelis” ni con nada.

P. La idea del perdón está muy presente toda la película...

R. Literalmente. Me han preguntado muchas veces si me parezco en algo a Yerai. Se supone que todo el mundo que rueda una biografía en realidad lo que hace es una autobiografía. Para mí esta cosa del perdón es fundamental porque implica que haya un amor que está por encima de los valores. Y esto parece que está muy feo decirlo ahora.

»La imperfección también está en la forma de hablarlo. La música está grabada en vivo haciendo pocas tomas, llevando el flamenco a donde es más natural, más cerca de la espontaneidad, y no lo que ves en un escenario. Está conectado lo que se cuenta, el concepto, con la forma, que es como la sublimación de esas emociones.

P. Decía Camus que “entre la justicia y mi madre, me quedo con mi madre”. ¿Suscribe?

R. La moral no nació porque Platón vio un ideal de justicia, bajó al mundo, lo explicó y el mundo lo entendió. La moral empieza en el momento en el que quieres a tu primo, a tu madre… y a partir de ahí te comportas con bondad porque los quieres y te reflejas en ellos. No por un ideal. Luego a través de eso construyes ideales. El principio básico es que tu defiendes a tu madre por encima de todo, a tu familia, a tu amigo… y le regañas, pero limpias los trapos sucios en casa. Yo comulgo con esa frase de Camus al cien por cien. La moral nace del amor.

P. ¿Cómo ha sido ese proceso de hacer su primera película sin tener experiencia? ¿Ha contado con ayuda?

R. Me han ayudado mucho. Principalmente Cristina Trenas, productora de la película y la persona más importante en mi carrera como director. En esta película ella lo ha puesto todo. Y luego he trabajado siguiendo mucho la intuición. Entendiendo que en el fondo contar, explicar, narrar y hacer poemas, todo es lo mismo. Va cambiando el formato, pero creo mucho en eso. No me acuerdo qué músico decía: 'no sé tocar la trompeta, pero dámela que algo te saco'. Yo creo en eso. Creo también en el trabajo duro y en estar 18 mil horas en la sala de montaje y exprimirte hasta que lo consigas.

»Hay muchas cosas que dominaba. Hay otras que son pura emoción, puro gusto. Sé que cuando María (la madre de Cortés) te mira a los ojos de esa manera, algo está pasando. Y el resto es trabajar y trabajar. Además, he recibido feedback de gente a la que admiro, no muchos, dos o tres. Siento que en estos tres años, he hecho un curso intensivo de cine. Había momentos en los que la película peligraba, porque no sabía hacia dónde estábamos remando.

»En esos momentos también estába poniendo mi amistad con Yerai en juego. Y le decía que yo no quería dañarle. Al final ha salido muy bien todo, pero hemos removido muchas cosas, era un material muy sensible. Recuerdo conversaciones con mi prima, Chave, con la que también trabajo. En esas crisis le decía que el proceso había merecido la pena, aunque la película no saliera adelante. Y ella me contestaba: "¡Claro que ha merecido la pena!. ¿Sabes lo que cuesta un máster para rodar un proyecto rodeado de profesionales?". Ha sido un lujo y al final ésta es la manera de aprender.

P. Hay una cosa en común entre el documental y su música, que es la búsqueda de la emoción. ¿Lo ve así?

R. Si quitáramos la palabra arte todo sería mucho más sencillo. Arte era la excelencia, la forma de hacer bien las cosas. Y lo podía hacer cualquiera. Él que hacía bien los zapatos tenia arte, y el que iba a aprender lo hacía de esa persona porque tenía ese arte. Luego ya pasamos al artesano. Llega la Iglesia y el poder del Estado y distingue el "Arte" con mayúsculas, que es exclusivo de quienes hablan de Dios y los que pintan a los reyes, de los artesanos.

»Después de las vanguardias ya, ¡a tomar por culo! Arte es una cosa y el mundo es otra distinta. No me vayas a comparar la mierda que he cagado en esta lata con lo que cocina tu madre. Un guiso tradicional de Galicia y la forma concreta en la que se hace ese guiso, eso es arte de un nivel loquísimo. Eso tiene que ver con la emoción, con la cultura, con la expresión de una identidad… Lo mismo que con una película, lo que pasa es que una película no sirve para nada y parece que sea lo mismo que pintar a Dios. Tengo muchos colegas que me dicen que no, que es otra cosa. Que el arte no tiene que ser útil, debe haber un misterio. El arte es una excusa para darle una categoría mas importante, de estatus, a las cosas. Pero no tiene por qué ser así.

»Hay gente que tiene arte y es su forma de vivir. Cuando era joven, me fasciné con la generación de los beatniks. El mejor era Neal Cassady, era el papá de la bachata y el que menos produjo de todos. Era cómo vivía, su espíritu, eso era ser un artista. Él era un productor de cultura, de historias, inspiraba. Creo que un tío que no ha grabado ni escrito un disco en su vida, que solo sabe cantar fandangos y lo hace de maravilla, es un artista. Esta cosa de lo que tiene que ser el arte y lo que no lo es, a mí me hace tirar por una manera más sencilla de verlo que no esté intelectualizada. Cualquier cosa puede ser arte.

"Si quitáramos la palabra arte todo sería mucho más sencillo. Arte es una cosa y el mundo es otra distinta"

P. En la época del indie, justo anterior a la eclosión de la música urbana, el foco se puso en la música anglosajona y se prestaba muy poca atención a sonidos tradicionales españoles como el flamenco. ¿Siente que su generación está renovando esas raíces?

R. Ahí hay en juego muchas cosas. Empezando por cómo funciona la cultura pop con la globalización. De repente, hay una pequeña psicosis, pero ya nos hemos reajustado. Ahora quizá también hay una tendencia hacia lo tradicional. Yo soy rapero y crecí en una cultura de encontrar fuera lo que me gustaba. Con la globalización sucede eso, hay muchas opciones y puedes elegir algo. Yo también he estado allí y me parece normal.

»Son fases que pasa el propio mundo. No sé si estamos al 90% del proceso de globalización: comes exactamente en Madrid lo mismo que en cualquier otra parte del planeta. Somos cada vez más iguales, parece que culturalmente interesa, y hay un pequeño retroceso. Parece que la gente quiere buscar una identidad más propia y local como reacción. Pero buscar fuera influencias nos ha pasado a todos. Y oye, a mí también me gustaba el indie.

P. Volvamos al documental. La pregunta del millón: ¿Saldrá ese disco del que se habla que va a grabar con Yerai Cortés de manera conjunta?

R. Para nosotros la película es el disco. Es una forma de vivir la música de una manera distinta, que también está pensada para la experiencia en salas. El sonido está diseñado para escuchar el flamenco en cines. Podría sonar mejor, en el sentido de que podríamos haberlo grabado y mezclado mejor en un estudio, que no fuese tan radical a nivel de propuesta. Pero nos gusta como experiencia. Por eso consideramos que hay una parte del disco que ya está hecha.

»Luego, toda esa música va a existir fuera de la película, en la carrera de Yerai. Todavía no está del todo cristalizado, pero hay una experiencia del disco que ya es esta película y nos gusta muchísimo. Hay una propuesta conceptual de fondo, de cómo entiende Yerai el flamenco, que se trata de capturar con todas sus imperfecciones, de abrazarlo para que tenga valor.

»Mola ir a escucharlo a la sala. Cuando gira la cámara, la guitarra te pasa por detrás y la Tana se va a tu derecha y escuchas al otro que lleva una cadena. Todo eso es parte de la esencia musical que Yerai quiere transmitir con este disco tan personal. Entonces, si no te gusta el cine pero te gusta la música, puedes ir al cine a escuchar este disco.

P. El rap, el hip hop, y ahora en su evolución como música urbana, siempre ha sido profundamente colaborativo. En los créditos de una canción de hip hop sale mucha más gente que en una de rock. ¿Siente que existe un paralelismo entre ese aspecto colaborativo de esa música con el propio cine, que se hace en equipo?

R. El rap más primitivo viene de la cultura del DJ. Y el DJ lo que hacía era pinchar música de otros. Yo empecé a hacer música “sampleando”, es decir, utilizando trozos de otras canciones. Entre el 90 y el 98 es cuando para mí se hacen los mejores discos de rap de la historia, y se basan en el sampling, o sea, en utilizar música de otros. Llevado al siguiente nivel, en una época más contemporánea, el estudio se convierte en un espacio colaborativo.

»Luego, yo tengo mucha visión y me obsesiono, tengo que aprender a escuchar más, pero no contemplo hacer música ni películas ni nada sin colaboraciones. Me gusta esa experiencia y es parte de la esencia de lo que hago. Si yo tuviera una técnica desarrollada durante quince años y tocase el violonchelo que te mueres, a lo mejor sería otra cosa. Parte de mi talento está en ver cosas en otros. O algo que hace alguien que parece muy natural, le doy la vuelta 90 grados y salen cosas fascinantes. Es algo propio de la cultura urbana y el hip hop en concreto. Forma parte de una cultura del "sample" de la que estoy muy orgulloso.

P. ¿Ve también ese paralelismo entre el hip hop y el flamenco como culturas orales?

R. Eso es algo que en el flamenco no te quiero ni contar. Es de las cosas más alucinantes del flamenco y lo que hace que sea probablemente la música más bonita del mundo. Hay como un “gran artista colectivo” que va poco a poco transformando el género, dependiendo de lo que se cuentan unos a otros. Y en un momento determinado, la gente, para practicar su arte, no se pone a escribir y a componer, si no que se junta. Tienes que ir a las fiestas. ¿Cómo vamos a cantar si no vamos? Son estudiosos del cante, pero escuchándolo. Es otra forma de ser estudioso. No se van a una biblioteca, lo leen y lo apuntan. Lo viven y luego lo transmiten.

»Una dice una letra, otro la escucha, pero la ha escuchado mal porque la recuerda de una fiesta a las tres de la mañana. Luego, la canta como él la ha escuchado y quince años después se canta de otra forma. Eso es maravilloso del flamenco y absolutamente único, que la rama principal de esa música siga manteniéndose así, y al mismo tiempo mantenga también ese nivel de improvisación constante que ningún otro género tiene. Ni el jazz.

»En el jazz hay mucha improvisación, pero sobre los estándares. No es lo mismo que el flamenco. En el flamenco hay ese torrente. Eso es aún mas increíble en el mundo de ahora, donde todo está empaquetado y producido en masa. Hasta las emociones se estandarizan. El miércoles que viene a las siete de la tarde es cuando voy a estar relajado, me lo programo.

»El flamenco tiene esa grandeza de las cosas que empiezan y acaban, es como una fiesta. Vuelvo a las cosas más rudimentarias, que para mí siguen siendo arte, como un plato de comida. Un plato que está guisado, tiene un sabor, un poco más tarde tiene otro, te lo comes y desaparece. Mucho más que ahora, que todo está envasado y siempre puedes ir a por ello. Tienes una galería de películas infinita en la que todo pierde ese valor, que es el del flamenco, el de vivirlo en el momento. Y yo he aprendido escuchándolo, no con un disco, no me lo pongo tanto en Spotify. Yo llamo a Yerai y le digo 'vamos a una fiesta. ¿Con quién nos podemos juntar?'. Jorge Drexler siempre me dice que en el fondo soy un estudioso, pero luego necesito hacer las cosas.