Belén Barenys y Berta Prieto son, junto al director Miguel Ángel Blanca, las creadoras de Autodefensa, una serie desacomplejada y frontal que refleja la cotidianidad de una juventud que se mueve entre el hedonismo y la decadencia, entre la contradicción y la autoconciencia. Si algo logra esta producción original de Filmin, cuya segunda tanda de cinco episodios se estrena hoy, es, precisamente, capturar esos vaivenes existenciales marcados por unos visibles cambios de tono.
Pregunta. ¿Qué les llevó a introducir esas variaciones que van de la caricatura de una masculinidad desorientada a un nihilismo casi descarnado?
Belén Barenys (B. B.). Durante el proceso de escritura iban saliendo temas de los que queríamos hablar, surgían distintas situaciones que nos interesaba plantear y buscamos cómo incluirlas en los distintos capítulos, sin estar limitadas por seguir una trama que atravesaba toda la serie ni por seguir la misma estructura en cada episodio. En ese sentido, Miguel Ángel (Blanca) no solo nos dejó mucha libertad, sino que lanzó ideas, algunas incluso muy disparatadas, muy diferentes a las nuestras. Al ser un equipo pequeño y afrontar el proceso de una manera tan libre, no hubo grandes desacuerdos, y como queríamos hablar de cosas tan diferentes, asumimos que no nos bastaba un solo tono para abordarlas todas, de manera que pudimos adaptar la forma de cada capítulo al contenido del que queríamos hablar.
Berta Prieto (B. P.). Con respecto a esos puntos nihilistas o decadentes que señalas, y dado que esto es un ejercicio de autoficción, forman parte de nosotras y de nuestra realidad. No tenemos solo una cara: está la cara de salir de fiesta y pasártelo muy bien, pero también está la cara de estar jodida y la cara de reflexionar sobre cosas que nos importan de verdad. Entonces, yo creo que una de las grandes virtudes de la serie es que nos hemos permitido explorar todos estos temas desde el punto de vista que cada uno de ellos necesitaba. O sea, no tendré la misma actitud cuando hable de lo ridículos que me parecen los hombres respecto a ciertos temas del feminismo, que cuando hable de la ansiedad con mis amigos.
P. ¿No creen que el alto grado de autoconciencia que los dos personajes tienen sobre todo aquello que hacen puede ser sorprendente para las generaciones anteriores que no tienen tan naturalizado el uso de las redes sociales?
B. P. Queremos apartarnos un poco del concepto generacional, si bien sí que creo que esa autoconciencia es algo propio de la gente joven, aunque no tengo claro a partir de qué edad. Reflexionando sobre este tema, creo que la autoconciencia caracteriza mucho la serie y nos caracteriza mucho a nosotras como creadoras y como personas y tiene mucho que ver con internet y con la representación en las redes sociales, los memes… En esa posibilidad que tienes de crearte una autoimagen todo el rato. Creo que formamos parte de una juventud muy consciente de las cosas, que posee un discurso político formado sobre muchos temas. Creo, también, que esto es como un arma de doble filo, porque todas tenemos acceso a Twitter y todas estamos superinformadas y soy capaz de decirle a mi tío que el término que está usando en la cena de Navidad es machista o es tránsfobo, pero, al mismo tiempo, sigo teniendo las mismas ansiedades que otras generaciones o mis herramientas no están a la altura de mi discurso. Así que sí, por un lado, somos autoconscientes de todo aquello que hacemos, pero por otro la serie también muestra nuestra incapacidad emocional en muchos temas.
B. B. Creo que la presencia y el uso de las redes sociales es clave en esto de la autoconciencia. Al final se crea un relato compartido de la propia existencia, porque durante el día estamos consumiendo las historias de gente que cuenta las situaciones que le pasan o que explica cómo se siente y que nosotras también hagamos lo mismo y que haya como una constante en internet en la que se produce este intercambio continuo de lo que le pasa a cada uno en la vida, al final nos hace ser conscientes de que nuestros problemas no son tan únicos como pensamos.
B. P. Lo del relato compartido es superinteresante y creo que tiene mucho que ver con la identificación, porque te permite generar esta autoconciencia que te lleva a asumir que tú, dentro del mundo, eres un punto de vista y tienes la posibilidad de acceder a un montón de realidades y existir en comparación con ellas.
Berta Prieto: "Formamos parte de una juventud muy consciente de las cosas, que posee un discurso político formado sobre muchos temas"
P. Ese “my life is my message”, como mantra de unas jóvenes que retransmiten buena parte de sus vidas a través de las redes, se emplea a veces como acto de autoafirmación, pero también de forma irónica generando una curiosa contradicción. ¿Lo ven así?
B. B. Claro, esa es la gracia de mutar el concepto del mensaje. ¿Qué es el mensaje? ¿Lo que tú seleccionas de ti mismo? Parte de ese lema “my life is my message" es que el mensaje lo es todo y la performance es vivir. Esto no es algo nuevo, ya lo hacían los dandis del siglo XIX, que ya hablaban de su vida como una performance.
B. P. Yo creo que esa frase en concreto la utilizamos de manera bastante irónica. También hay un poco de crítica sobre eso, porque me parece una reivindicación bastante frívola, y esa ironía siempre está presente. En el fondo, como pasa con toda la serie, se ve que estamos de acuerdo y en desacuerdo a la vez con todo lo que planteamos, que no tenemos una respuesta muy clara sobre las cosas. Sin embargo, lo guay del “my life is my message” es que expresa que, en realidad, tus acciones son tu mensaje. Es decir, hay algo muy interesante en los personajes que actúan así, y se me vienen a la cabeza Samantha Hudson o Cecilio G, gente que ha nacido en internet y que son una referencia para nuestra generación, personajes que tienen la posibilidad de reinventarse todo el rato, de ser ellos su propio mensaje porque se definen a partir de lo que hacen. Y eso me parece muy guay, porque ahora mismo pretendemos que todo el mundo se defina a partir de las palabras o a partir de un discurso estructurado que nos permita a todos estar de acuerdo y no entrar en conflicto. Entonces a mí me mola mucho ver a gente que la caga y se rehace, que se define a partir de la acción.
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P. La serie está presidida por las ideas de conflicto y contradicción, que se exponen sin tapujos. Es decir, a pesar de abordar temas espinosos, no solo no se pontifica sobre ellos, sino que se exhibe un discurso plagado de dudas. ¿Exponer este discurso fue uno de los objetivos que os marcasteis?
B. P. No nos marcamos como un objetivo exponer todas nuestras contradicciones, pero supongo que al partir de la autoficción y utilizar nuestras experiencias para articular el discurso de toda la serie es inevitable que aparezcan. Todo el mundo tiene contradicciones con lo que hace y con lo que es y con lo que piensa y con lo que acaba diciendo. Y si alguien no las tiene, pues o no me fío de esta persona o me parecerá una persona aburridísima. Creo que lo que intentamos hacer en esta serie es un ejercicio de máxima honestidad y de máximo compromiso y eso pasaba por tener que exponer cosas que quizá nos daban vergüenza y por ser nosotras mismas al máximo, porque ahí es donde está el interés de nuestros personajes. Me da igual si quedo como una loca, ¿sabes?
P. La serie es contundente tanto a la hora de abordar según qué temas como de mostrar los cuerpos. ¿Cuándo se pusieron en ese rol? Sabiendo lo que iban a hacer, ¿tenían miedo a ser demasiado directas?
B. B. Es que en realidad no tenemos mucho pudor, en nuestra vida somos así y nos gusta salir a la Apolo enseñando las tetas, así que no había otra manera. En la creación de la serie Miguel Ángel (Blanca) siguió un poco la estela que ya llevábamos Berta y yo, que pasa por ser muy abiertas, por no tener mucho pudor, por no tener mucha vergüenza y eso es lo que se refleja, porque así es como, en general, nosotras afrontamos la vida.
B. P. Sí que me he dado cuenta haciendo esta serie de que tenemos una manera de hacer muy propia, de que hay cosas que para mí forman parte de la normalidad, de mi cotidianidad, lo que me llevaba a pensar que todo el mundo hacía lo mismo, que se comunicaba de esa manera y era tan directo tanto en su vida como en la forma de crear, y no. Y entonces he pensado que en realidad está guapísimo, porque hay gente que se pasa la vida buscando un estilo propio que a nosotras nos sale de manera natural. Esa frontalidad que mencionabas o esa valentía, nosotras nunca las hemos vivido como un ejercicio o como un sobreesfuerzo, sino como algo que forma parte de nuestra manera natural de ser en la vida y de ser ante la cámara. Es que no había otra manera de hacerlo, es que imagínate hacer esta serie pero teniendo cuidado, ¿sabes?
Belén Barenys: "En el fondo estamos de acuerdo y en desacuerdo a la vez con todo lo que planteamos, no tenemos una respuesta muy clara sobre las cosas"
P. Desde un punto de vista estético la serie coge algunos recursos propios de las redes sociales sin copiar el formato, más bien naturalizándolo y, a su vez, ofrece un diseño de producción crudo que se opone a la retórica cool de Instagram. ¿Por qué se tomaron esas decisiones?
B. P. Han tenido mucho que ver Jordi Díaz, que es el director de fotografía, y que es buenísimo y es el mejor, y también Miguel Ángel (Blanca). Pienso en cómo muestran los pisos las series adolescentes, con esas paredes llenas de un montón de posters, habitaciones de adolescente que no existen. La propuesta estética también pasaba por rodar en la que es nuestra casa real y no había que poner nada que no estuviese. Nosotras no tenemos posters, así que no los íbamos a poner, ¿o es que hay que tener miedo a ver una pared blanca?
Lo mismo sucede con el vestuario. Utilizamos nuestra ropa y repetimos prendas, porque en las series la gente siempre va vestida como si acabara de salir del Uniqlo. Y con respecto a la estética de internet y las redes, había que huir de lo obvio, me parece cutre copiar una tendencia que de aquí a dos años estará pasada de moda, igual que ya está pasado de moda que los mensajes salgan en la pantalla, porque ya no necesitamos esta convención para entender que hablamos por el móvil, es una cuestión de lenguaje.
El trabajo de Jordi Díaz y de Miguel Ángel (Blanca) ha sido como muy guay, porque busca ir a la esencia de lo que es Internet y la manera de grabar que tenemos ahora, con mucho flash, una cosa como muy limpia, que creo que es algo que sí que ha venido para quedarse.
B. B. O como el uso del jump cut, que no es que sea nuevo, pero sí que es un recurso muy característico de los youtubers, lo que conecta con una estética determinada sin necesidad de ser superobvios.