En 2017, todo Nueva York parecía estar leyendo Pachinko, un fresco conmovedor que recorre en 500 páginas un siglo en la vida de una familia coreana a través de cuatro generaciones, desde el Busán ocupado por Japón en 1910 hasta el Tokio de finales de los noventa. La novela multiventas de Min Jin Lee era un boca oreja aupado por el New York Times, que la incluyó en su listado de los 100 mejores libros del siglo XXI.
Pero había una persona que la esquivaba con ahínco, la productora y guionista Soo Hugh, responsable de títulos televisivos como The Terror y Under the Dome, ya que no quería enfrentarse a las penurias tantas veces compartidas en las sobremesas de su propia familia. Hasta que en un vuelo desde Londres, por petición de su agente, Theresa Kang-Lowe, la devoró.
Aquella lectura de la gesta de la matriarca de un clan en tierra extranjera, tan esperanzada como maltrecha por la agria historia del siglo XX, fue una epifanía que ahora ha convertido en serie. El aliciente para la showrunner fue servirse tanto de la materia prima literaria como de los posos íntimos de sus propios ancestros.
La primera temporada fue reconocida con 11 premios internacionales, incluido un Peabody, un galardón del American Film Institute, un Critics Choice y un Gotham Independent Film. La segunda llega a Apple TV+ este próximo viernes, 23 de agosto, con un mayor envite por la épica.
Las historias paralelas de sus protagonistas arrancan en Osaka en 1945, en plena Segunda Guerra Mundial, y prosiguen en el Tokio asomado al abismo de la burbuja financiera e inmobiliaria de 1989.
Pregunta. En España ha habido toda una generación del silencio que, por temor y sentimiento de culpabilidad, ha preferido no hablarle a sus hijos de la Guerra Civil y la dictadura. ¿Sabe si esta serie ha abierto conversaciones familiares sobre temas del pasado entre su comunidad que hasta ahora se había evitado abordar?
Respuesta. Pachinko tiene una cualidad universal. Aunque trata sobre una familia específica y está contextualizada en una época concreta, lo que sucede es muy relevante en muchos países y culturas. Desde el estreno de la primera temporada, mucha gente se me ha acercado y me ha dicho que la trama les ha animado a preguntarle a su madre por su infancia o a hablar con sus abuelos antes de que fuera demasiado tarde. Y no solo coreano-estadounidenses, también japoneses e italianos.
»Es extraordinario que una conversación sobre lo que sucedió en el pasado sea mucho más facil de entablar cuando dispones de una serie de televisión que arranque el diálogo.
P. ¿Por qué piensa que una trama sobre la identidad y el hogar ha conectado entre una audiencia marcada por el individualismo y la globalización?
R. Por grande que sea nuestro progreso, seguimos afrontando las mismas preguntas existenciales. Creo que es porque forman parte de la experiencia humana. Me imagino que los hombres de las cavernas también salían de buena mañana de sus cuevas preguntándose quiénes eran.
»Anhelamos tanto establecer conexión con los demás, ser comprendidos, amados, que nuestros hijos nos comprendan o que nosotros entendamos a nuestros padres... Es algo que nunca va a desaparecer. Y de ahí que el arraigo se trate de una de las grandes cuestiones de la actualidad.
P. Su adaptación del libro multiventas de Min Jin Lee ha sido muy personal: decidió darle el mismo nivel de protagonismo a la abuela que vertebra la trama, Sunja, que a su nieto, Solomon, que en la novela tiene un papel residual en la recta final. ¿Ha trabajado en Solomon como su alter ego?
R. Estás absolutamente en lo cierto. Solomon forma parte de esa tercera generación de inmigrantes que llegaron a Estados Unidos desde Corea. Creo que la razón por la que era importante establecer una transversalidad entre presente y pasado es porque le da una mayor dimensión a la serie y una mayor sensación de urgencia. Si hubiéramos seguido el relato lineal del libro, por hermoso que sea, su sentido se hubiera empequeñecido.
»Esta es una historia donde asistimos al crecimiento personal de una niña. Hasta que no lleguemos al final de la serie, no vamos a ser plenamente consciente de la profundidad y la resonancia de los temas que trata. En el último capítulo será cuando tengamos una panorámica general, pero mi aspiración era que la audiencia comprendiera la dimensión del lienzo desde el primer capítulo.
P. ¿Cuántas temporadas planea extender la serie?
R. Todavía hay mucho que contar, pero no sabemos concretamente cuánto más.
P. ¿Qué otros cambios ha introducido esta segunda temporada en la novela?
R. Siempre decimos que queremos honrar el libro y asegurarnos de que la serie respeta su ADN. Trabajamos en su adaptación desde el amor, pero éramos conscientes de que teníamos que quebrar su columna vertebral para poder contar la historia desde el formato televisivo. Lo gracioso es que después de seis años, ya no sé qué se corresponde con el libro y qué no. Todo es un conjunto borroso y siento que esa es la mejor sensación con la que puedo vivir su traslación.
P. ¿Qué dificultades les ha supuesto el contraste en el ritmo al narrar la vida de Sunja, que se expande a lo largo de décadas, con la de su nieto, que tan solo se desarrolla durante un año?
R. La responsabilidad en que los ritmos narrativos de ambos relatos vitales no chirríen es de nuestros editores. Este departamento es responsable de gran parte del trabajo pesado de la serie. Se encargan de encajar con precisión pasado y presente, de plantearse la pregunta de por qué cortar aquí, qué es lo que estamos queriendo narrar al, por ejemplo, fundir el rostro de Koh Hansu con el de Solomon.
»También me gustaría destacar el trabajo del diseño de sonido y de los supervisores de la música, porque ayudan a construir un puente y aportar información en los saltos del pasado al presente. Gran parte del lenguaje cinematográfico de esta serie se crea en el departamento de postproducción.
P. En contraste con el contenido dramático, tanto la cabecera de la primera temporada como la que han rodado ahora resultan muy festivas: el elenco baila dos temas de The Grass Roots, Let's Live For Today y ahora, Wait a Million Years, en una explosión de júbilo.
R. En esta segunda hay un nuevo matiz. A diferencia de la canción que elegimos para la primera, en esta ocasión es una canción de amor: la letra me parecía muy apropiada, porque los episodios tratan en gran medida sobre la búsqueda de afecto, ya sea en la relación maternofilial, ya sea de pareja. En nuestros personajes hay una premura por encontrar a alguien con quien tener una conexión que esta canción recogía.
P. ¿Qué reto le ha supuesto retratar la II Guerra Mundial, tantas veces recreada en el audiovisual?
R. Es muy curioso: hasta que no empecé a trabajar con historiadores y el departamento de producción en la segunda temporada de Pachinko, no me di cuenta de la impronta del cine y la televisión en mi imagen de la II Guerra Mundial. Es muy raro percatarse de que nuestra forma de ver la contienda se basa en cómo ha sido filmada por otros directores.
Te pongo un ejemplo, estamos acostumbrados a un sonido determinado cuando pensamos en un ataque aéreo, pero cuando escuchas el histórico original, no suena tan aterrador. Las películas nos han lavado el cerebro. La cuestión que nos planteamos fue como deshacernos de esas imágenes y crear algo propio, pero también cómo interpretarlas desde el punto de vista subjetivo de nuestros personajes. Fue un proceso muy interesante.
P. ¿Por qué señaló El padrino. Parte II (Francis Ford Coppola, 1974) como una gran inspiración en la primera entrega?
R. Por los paralelismos entre las historias de Salomon y Michael Corleone, que es el hijo que carga con el peso de las expectativas del padre. Se supone que de los cuatro hermanos, el personaje interpretado por Al Pacino iba a ser el que no formara parte del negocio. A partir de su formación en Dartmouth se iba a convertir en la retribución del sacrificio de la familia. Vi la película cuando era muy joven y me quedé impresionada por la forma en que intercala pasado y presente. Así que la segunda entrega de la saga siempre ha estado en mi subconsciente.
P. ¿Ha tenido en mente alguna otra obra maestra del cine en esta segunda?
R. En la segunda temporada he tenido muy presente el melodrama. En concreto, en estos ocho episodios, el cine italiano. Quiero subrayar que discrepo de los que consideran la palabra melodrama como algo negativo. Adoro este género.