Benjamín G. Rosado
Este sábado arranca en el Museo de Gouda, en Holanda, una nueva edición de Vital International Video Artist (VIVA), una exposición itinerante que reúne a un colectivo de 80 artistas en un debate sobre la globalización y sus efectos. La idea del tiempo, su escasez más bien, es el eje central de las conferencias y exhibiciones que se desarrollan sin fecha de caducidad en diferentes salas de Europa, Asia y Oceanía. Entre los trabajos que se presentan mañana, se cuentan los de dos videoartistas españoles, Damián Perea (Locos por el cine) y Ana de Alvear (Die Bequeme Mitte). "La mayoría de los videoartistas se han visto enfrentados alguna vez a la imposibilidad de mostrar sus trabajos en monocanal, tal y como ellos los habían concebido", nos cuenta la artista madrileña.

Eje de acción de los trabajos que se presentan es la idea de que los espacios expositivos, sometidos a permanentes interrupciones, han dado lugar a un nuevo tipo de espectador, el 'espectador paseante', adaptado a los requisitos de obras audiovisuales con una reproducción en bucle. "El 'espectador paseante' -nos cuenta De Alvear- es inevitable, pero los centros expositivos pueden añadir un simple cartel con el horario de los pases para evitar que el espectador permanezca en un lugar un tiempo indeterminado viendo algo que no tiene ni pies ni cabeza porque entró a la mitad". Con esta idea en lo más alto del ideario de VIVA, se ha intentado, sin embargo, que cada obra sea independiente y que no exista un discurso que pretenda unificar los distintos trabajos. "Mi único criterio es la calidad de las piezas, la disertación intelectual y la capacidad para transformar el punto de vista del observador".

En las conferencias se diserta sobre la tercera, la cuarta dimensión y hasta la quinta dimensión como si de un manual de esoterismo se tratara. A su lado, los últimos artilugios del cine comercial parecen bagatelas. "Qué terrible sería si en el arte nos quedáramos sin dimensiones...".