Escenarios

Joan Font hace reír al público del Real

Aplausos para la versión de Els Comediants de la ópera bufa La italiana en Argel

2 noviembre, 2009 01:00

EFE
Ver y no ver, oír y no oír, con tal de comer y gozar, dejar hacer y decir. Ese es el juramento de "pappataci" que Rossini se inventó para su drama bufo La italiana en Argel y que Joan Font, de Els Comediants, ha logrado "arrancar" esta noche al Teatro Real en el estreno de su sensual y divertido montaje. Su juguetón y cómico traslado a la escena de esta "ópera loca" ha deslumbrado al público al proponer una estructura con el inconfundible sello Comediants, una decisión premiada no sólo con risas y aplausos durante toda la representación sino con una larga ovación final para él y todos los intérpretes, en especial para Vesselina Kasarova y Carlos Chausson, impresionantes en sus papeles de Isabella y Taddeo.

Font, que ha aparecido al final en el escenario con unas gafas como las que, según él, le habría gustado dar a cada espectador para que la "luz" de su "Italiana" no les "cegase", transmite con su "subidón" de energía una metáfora ardiente y juguetona sobre el intercambio entre Oriente y Occidente y entre hombres y mujeres, en el que si ellas quieren "pueden con todo".

El montaje es una fiesta callejera, un guiño al cómic, salido del talento de Joan Guillén, creador de un vestuario y escenografía repleta de los detalles "troquelados" de los dibujos animados, en colores vivos, muy vivos, que transportan al espectador a una playa con castillos de arena, palotes de caramelo, tumbonas, títeres, pizza, pasta y deseo.

La partitura de Rossini, una colección de agilidades técnicas dificilísimas, de coloraturas, de silabeos, de todo aquello, en fin, que hace difícil la vida de un cantante, ha empastado perfectamente con los intérpretes gracias no sólo a su calidad sino a la dirección de Jesús López Cobos, "muy ilusionado" por poder hacer su primer Rossini en el Teatro Real antes de abandonar su cargo como director musical del coliseo madrileño, lo que hará a final de temporada.

Ataviados todos los "argelinos" como marajás "majaras", con turbantes como algodones de azúcar gigantes en colores amarillos, verdes y naranjas, son especialmente divertidas las "guardaespaldas" del bey Mustafá (Micheli Pertusi), con gafas de sol y "pinganillo"; los eunucos, unos bigardos con una "pluma" de escándalo; y la "iguana", un actor disfrazado que se ha llevado un gran aplauso por su excelente interpretación.

Entre las mejores escenas, por el acopio de ironías cómplices, destacan la del solemne rondó "Pensa a la patria", en el que el alegato nacionalista de Isabella se acompaña de un cañón que es una botella gigante de chianti y globos con la silueta de Italia, y la del juramento de "pappataci", en la que el bey, bajo palio de un mantel de cuadros, promete, vestido de cocinero y con un tenedor gigante, no preocuparse por nada que no sea gozar, comer, dormir y callar.

Esta coproducción del Real, el Maggio Musicale Fiorentino, el Grand Théâtre de Burdeos y la Houston Grand Opera, estará en Madrid hasta el 18 de noviembre con un doble reparto, encabezado por Kasarova y Silvia Tro Santafé, Pertusi y Nicola Ulivieri, Maxim Mironov y David Alegret (Lindoro), y Chausson y Paolo Bordogna.