Image: Costumbrismo checo en el Real

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Escenarios

Costumbrismo checo en el Real

El escenario madrileño estrena Jenufa, que supuso el lanzamiento de Jánacek

27 noviembre, 2009 01:00

Un momento de Jenufa en la Scala de Milán. Foto: Marco Brescia / La Scala


El Teatro Real continúa su acercamiento a Janácek este mes de diciembre. Tras Desde la casa de los muertos y Katia Kabanová, le llega el turno a Jenufa, que con el tiempo supuso el lanzamiento del autor fuera de su país. Era su tercera ópera y vio la luz en Brno, el 21 de enero de 1904. Recrea un suceso pueblerino envuelto en una atmósfera costumbrista muy conectada con el verismo coetáneo. Janácek emplea ya aquí, aunque sin alcanzar la estilización posterior, sus característicos motivos cortos e incisivos, elaborados a veces a partir del habla cotidiana y que suponen un acercamiento al mundo circundante. El músico era un opositor a todas las reglas y hábitos de la progresión habitual de los acordes y recomendaba a los estudiantes que escuchasen progresiones singulares, más expresivas y valiosas.

Sobre una orquesta trabajada con una técnica maravillosa, de un colorido vivo, crudo, descarnado a veces, Janácek organiza cortas frases melódicas, instrumenta con una propiedad única y construye un discurso ameno, excepcionalmente recio, variado y puntillista, en donde se reconocen los problemas y los sinsabores de unos personajes con frecuencia desolados, en los que la humanidad más sanguínea, llevada a situaciones límite, desborda de pasión, de vida y pugna por salir impetuosa como una fuerza de la naturaleza. Y a la que es difícil resistirse si se nos ofrece en condiciones teatrales y artísticas adecuadas. Hay mucho que tocar y que cantar en esta composición, que posee algunos instantes de lacerante expresivi- dad, como la famosa Plegaria.

El reparto anunciado merece un respeto. Aparece encabezado por una soprano ducha en estas lides y que ha hecho del personaje de la infeliz Jenufa -zaherida por unos y otros- una verdadera creación: la inglesa Amanda Roocroft, que a los 43 años está en plenitud para entender las cuitas de la campesina. Su vibrato no será obstáculo para que podamos degustar su bien medido fraseo. Kostelnicka, la Sacristana, se lo reparten una veterana, la americana Deborah Polaski, y una veteranísima, la alemana Anja Silja, que anda por los setenta. Ya mal de voz, puede que consiga, como hiciera Rysanek en 1993, en su histórica actuación en el Teatro de la Zarzuela, meternos la emoción en el cuerpo. A destacar un importante cuarteto de tenores, con cuerpo y entidad vocal para dos personajes rudos, el más dramático Laca, el más lírico, Steva. Para el primero se cuenta con Miroslav Dvorsky (a quien vimos en Katia Kabanová) y Jorma Silvasti; para el segundo, se anuncian dos voces interesantes, Nikolai Shukoff y Gordon Gietz.

El próximo viernes, veremos la coproducción del Real y La Scala, firmada en lo escénico por Stéphane Braunschwig, de quien recordamos un poco convincente Fidelio. En el foso, el inglés Ivor Bolton, clavecinista y especialista en barroco. Director sensible y cuidadoso, a veces le cuesta coger el aire para redondear una interpretación. La que hiciera la pasada temporada en aquella versión de concierto de Leonora de Beethoven nos dejó más bien fríos.