Image: Fermín Cabal

Image: Fermín Cabal

Escenarios

Fermín Cabal

"He vuelto a lo que hacíamos en el teatro independiente"

27 noviembre, 2009 01:00

Fermín Cabal. Foto: Sergio Enríquez

En los últimos años Fermín Cabal se ha dedicado más a la pedagogía que al teatro, pero ha seguido escribiendo obras imposibles sin preocurparse por la respuesta del público. Ahora publica Dramaturgia española de hoy, 21 "conversaciones entre colegas", que da cuenta de la pluralidad del teatro actual.

Dice Cabal (León, 1948) que Dramaturgia española de hoy (Fundación Autor) nace con la vocación de servir de instrumento a sus alumnos, para que conozcan los procedimientos técnicos y la poética personal de algunos de los autores más representativos del teatro actual. La obra se la dedica al autor Alberto Miralles.

-En el libro escribe que disentía mucho con Miralles pero compartía con él el saberse fuera del rebaño socialista.
-No es más que una pequeña insidia. Hay gentes que saben adaptarse a la sociedad, y los que no sabemos hacerlo, de una manera mezquina y rencorosa, les insultamos.

-Usted perteneció a ese rebaño, formó parte del teatro independiente. ¿qué acabó con aquel grupo o movimiento?
-El teatro independiente tenía un sentido de militancia política, de lucha antifranquista. Así que cuando ganan los socialistas era inevitable que nos preguntáramos si debíamos, desde el teatro, seguir fustigando al poder. Por su parte, los socialistas sentenciaron que aquella etapa se había terminado y que los artistas debían ponerse al servicio del Gobierno. Crean unos cauces para absorber el teatro independiente, y el teatro independiente se dejó absorber, se acomodó. Era inevitable que así ocurriera. Pero algunos chiflados se resistieron como Miralles, Indíbil y Mandonio.

-¿Y qué piensa hoy de la izquierda?
-Hoy creo más en el individuo. Pero sigo defendiendo la tradición antiautoritaria de la izquierda.

-¿Qué tradición es esa?
-Es una tradición utópica que está en Marx, en Bakunin, incluso en Gandhi. Pero también en el Lenin de El Estado y la Revolución, lo cual demuestra elocuentemente que del dicho al hecho hay un buen trecho. Pero, sí, creo en ella, es lo que me distingue de Jiménez Losantos, que cree que la tradición antiautoritaria sólo es liberal.

-¿Escucha al radioagitador Jiménez Losantos?
-Le leo. Y le admiro mucho. Es un gran escritor y un gran satírico. Y tan persuasivo que algunas mañanas creo que es Pericles. Aunque al atardecer, melancólicamente, me parece que es más bien Alcibíades.

-Ahora imparte cursos de dramaturgia, ¿se puede enseñar a escribir teatro?
-Algo se debe poder enseñar. Yo tuve la suerte de aprender con el grupo Tábano, donde estaban Santiago Ramos, Gloria Muñoz, Juan Margallo, Petra Martínez, Luis Mendo , Gerardo Vera y muchos otros. Con ellos tuve una enseñanza impagable y maravillosa. Yo era un actor muy malo, así que la escritura fue mi ocupación y, además, tuve la posibilidad de ver mis obras contrastadas con el público. Hoy los autores tienen muchas más oportunidades para escribir, pero no ven sus obras montadas, su itinerario natural es acabar en la televisión.

-Como usted

Hasta las narices de la tele
-Sí, estuve haciendo televisión durante quince años y acabé hasta las narices. Hice de todo, folletines, documentales, programas culturales..., pero nunca me sentí cómodo en ese medio, para mí era empobrecedor, exigía trabajar muy deprisa, con unos límites expresivos muy bajos.
-Siendo uno de los dramaturgos de los 80, con obras como la anticlerical Vade retro, Caballito del diablo, sobre los estragos de la heroína, o Esta noche, gran velada, que estrenó Jesús Puente, ¿por qué dejó el teatro?

-El teatro me ha dado muchas satisfacciones y me sigue gustando mucho, pero ser un escritor profesional tiene muchas servidumbres y al cabo del tiempo me di cuenta de que no valía la pena. Ahora sigo haciendo cosillas, generalmente en lugares marginales, pero hago lo que me gusta, y me gano la vida dando clases, que me apasiona. El teatro independiente tenía un sentido, pero después me sentí empujado hacia los circuitos comerciales y entonces pensé que tenía que buscar un público más amplio y me fui al cine.

Cabal ya había ensayado la escritura cinematográfica en el teatro (¿Fuiste a ver a la abuela?, Ello dispara), pero en la década de los 80 se mete de lleno en el cine y escribe El Pico, Entre tinieblas, La reina del mate, o Buscando a Perico, road movie urbana predecesora de las realizadas por Santiago Segura y que fue un "taquillazo impresionante". Su ambición era dirigir largometrajes y, consciente de que debía aprender un nuevo oficio, se va un año a Estados Unidos. A su vuelta entra en la televisión, que alterna con algún estreno teatral, el más sonado Castillos en el aire. La obra la dirigió José Luis Gómez en La Abadía, en 1995. Cabal muestra nuevamente su empeño por ser un autor testimonial de su época y, aunque niega que exista una continuidad argumental con Ello dispara (1990), obra escrita en árabe y español, en la que se anticipó a los tiempos al tratar el asunto del integrismo islámico y su posible manipulación policial, en Castillos... habla de asuntos políticos antes de que fueran tan familiares: "Era la exposición de cómo se pone en marcha un caso Görtel, un pelotazo. La verdad es que con esta obra me dí cuenta de los límites de la libertad de expresión; algunos me retiraron el saludo, otros me insultaron, tacharon mi obra de oportunista, de rencorosa. La íbamos a estrenar en el Centro Andaluz de Teatro (CAT), en Sevilla, pero desde la Junta de Andalucía no sólo se suspendió, sino que destituyeron al director del CAT. En Madrid, Gómez y yo nos reunimos con Leguina, nos dijo que la obra no le gustaba, sugirió que moderáramos algunas expresiones, pero tuvo la gallardía de defender algo en lo que no creía. La estrenamos y nos dieron por todos lados".

-Su último estreno profesional fue Tejas verdes (2002).
-He vuelto a lo que hacíamos en el teatro independiente. Ahora estoy escribiendo una obra de 60 personajes que dura cinco horas. Sé que no lo va a hacer nadie, pero me emociona.

-¿De qué trata?
-La obra sucede en la mítica noche de San Juan en la Plaza de Oriente, en cuyo palacio se celebra el cumpleaños del Rey. En la plaza hay un batiburrillo de gentes, polis, mendigos, turistas, prostitutas... más los de la crème que vienen al sarao.

Misa y porras
-Y hablando de obras y autores ¿tiene alguna predilección entre los aquí reunidos?
-Sí, por Rodríguez Méndez, me da pena que no haya podido ver el libro antes de morir. Su ensayo Los despojos del teatro es extraordinario. Me encantaba ir a verlo, me dejaba a cuadros cuando me decía: "primero, voy a misa, y después nos desayunamos unas porras". ¡Qué tío!

-¿Cómo valora la dramaturgia española actual?
-Es muy plural, tanto estilística como ideológicamente. Sin embargo, hay una queja común en estos autores: la escasa representación de sus obras.

-Y la performance, tan de moda, ¿es teatro?
-Es teatro pero no es drama. El aumento de la performance es fruto del descrédito de la ficción. Los performers plantean que la ficción ya no da cuenta del mundo y proponen sustituir la representación por la presencia directa de la vida. últimamente, me ha gustado mucho No More Theater, de Dario Facal. Pero yo sigo apegado a la representación porque creo, como Aristóteles, que la poesía es más filosófica que la historia.