Joaquín Achúcarro

Hace ya 50 años que un joven pianista bilbaíno, llamado Joaquín Achúcarro, ganaba el primer premio del Concurso de Liverpool y debutaba poco después en Londres con la Sinfónica. Era el comienzo de una muy larga carrera que todavía se mantiene en lo más alto. Décadas de viajes, recitales, conciertos, clases y actuaciones. Una labor incansable, demoledora y, en muchos casos, sacrificada.

Este martes, en el Teatro Arriaga de su ciudad natal, el ya septuagenario instrumentista dará un recital recordatorio que volverá a mostrar a sus paisanos la enjundia de su técnica, conseguida por el trabajo de tanto tiempo y completada con el arte de cantar sobre el teclado, tan unido al canto interior. Achúcarro es amigo de lo que podríamos denominar la interpretación global, aquella que une fraseo, articulación y adecuada proporción entre todos los parámetros de la composición. "Hay que sacar la expresión de uno mismo -explica el pianista-, dependiendo de tu sentido rítmico, de tu respiración, del estado en que se encuentre tu diafragma, de cómo estén tus manos, de tu lucidez mental". Para la ocasión, ofrecerá un programa de partituras de su repertorio habitual: Fantasía-Impromptu, Nocturno op. 15 nº 2 y Sonata nº 3 de Chopin; cuatro Preludios de Rachmaninov y su ya famoso Gaspard de la Nuit de Ravel.