Image: Jordi Galcerán

Image: Jordi Galcerán

Escenarios

Jordi Galcerán

"Entretener es un objetivo muy ambicioso, necesitas una buena historia"

14 enero, 2011 01:00

Jordi Galcerán.

Además de Palabras encadenadas en el Nuevo Teatro Alcalá Palace de Madrid (con Celia Nadal y Javier Manzanera), Jordi Galcerán recupera hoy para las tablas del Alcázar Fuga, un juego de apariencias en tono de "comedia desabrochada".

Pocos son los autores que temporada tras temporada siguen en la cartelera, ya sea con obra nueva o con textos ya estrenados. Jordi Galcerán (Barcelona, 1964) es uno de estos privilegiados, cuyas comedias siempre atraen a los productores. Pero, ¿a todos los productores? A los que todavía no ha conseguido encandilar es a los norteamericanos. Se fue a vivir a Nueva York con la idea de entrar en el show business de Broadway, pero dice "que aquello es muy complicado para un autor catalán".

Por el momento, en Madrid reestrena Fuga, una comedia que escribió en los noventa y con la que engrasó un estilo que luego depuraría en su célebre El método Grönholm. La obra se estrena en el Teatro Alcázar de Madrid, esta tarde, protagonizada por Amparo Larrañaga, José Luis Gil y Francesc Albiol, entre otros, y dirigida por Tamzin Townsend.

-Después de Cancún, estrenada en 2007, extraña que no nos haya sorprendido con ningún otro texto. ¿Nada nuevo en la recámara?
-La verdad es que yo no tengo una gran preocupación por estrenar. Cuando tenga algo que valga la pena, será el momento. No hay prisa. Y sí, claro, en este tiempo he escrito algunas cosas pero o bien a mí no me convencen o no convencen a los productores.

-Fuga es una obra previa a El método Grönholm, escrita en 1998, o sea que supongo que ya ni se acordará de ella. ¿Qué opinión tiene hoy del texto?
-La escribí incluso antes, en el año 94, creo. Fuga fue la primera comedia que escribí de la que se puede decir que no está mal. Creo que cumplí el objetivo que me propuse, escribir una historia de timadores, que a mí me encantan, en tono de comedia desabrochada. Estoy contento del resultado, creo que es muy divertida y en ella ya están algunas de las claves de mis comedias siguientes, como el juego entre quiénes somos y quiénes queremos ser, el juego de las apariencias que siempre está en mis obras. Porque Fuga es muy clásica, en el fondo. Nos habla del "burlador burlado".

-En la obra pone en práctica un recurso bastante habitual en su teatro: los giros argumentales inesperados. ¿No hay peligro en abusar ellos?
-El primer objetivo de un dramaturgo es que el público siempre esté preguntándose qué va a suceder luego (Mamet dixit), y yo eso me lo tomo muy en serio. El peligro siempre está en hacer un giro de más, ese giro que hace salir al espectador de la obra porque ya no puede creerse nada. Ahí juega tu talento para construir la historia y el de los actores para hacer creíble cada sorpresa.

-Nos presenta a un ministro corrupto, al que su mujer abandona y entra en contacto con una familia inesperada, de baja extracción social. ¿Lo de enfrentar dos mundos sociales opuestos es para buscar la comicidad en el contraste o persigue otro objetivo?
-Nuestro ministro se enamora de una mujer que es de un mundo que desconoce, y ahí reside su atractivo. Él creía que todo se había venido abajo a su alrededor, pero cuando conoce a alguien cuyos problemas son mucho mayores que los suyos y que sigue luchando sin perder el buen humor se siente atraído por su personalidad. Lo que no sabe es que detrás de la chica aparecerá la familia entera y que sus problemas no habrán hecho más que empezar. Siempre nos enamoramos de lo exótico y, para este ministro, lo exótico es la pobreza.

-Usted siempre ha dicho que a la hora de escribir le guía el entretenimiento del público. ¿No es un credo poco ortodoxo entre la "intelligentsia" del teatro español?
-No lo sé. Entretener al espectador es muy difícil, necesitas una buena historia, que hable de cosas que importen, escribirla con talento y oficio, tener la suerte de encontrar unos buenos actores que la defiendan... Entretener es un objetivo muy ambicioso, me parece a mí. Si lo consigo, me doy con un canto en los dientes.

Esto no es Estados Unidos
-Ha estado un año viviendo en Nueva York. ¿Qué ha aprendido de su estancia allí y de los americanos?
-Que es un gran país para trabajar, para visitar, para conocer gente interesante... pero no para vivir.

- Intentó estrenar en Broadway, ¿por qué no fue posible?
-Todavía estamos trabajando en ello. Y parece que la cosa avanza a buen ritmo. Eso de Broadway es muy complicado para un autor catalán.

-¿Cómo es el sistema de producción americano?
-El teatro en Estados Unidos es un negocio privado, tanto el teatro comercial como el teatro más arriesgado. Los que ponen el dinero son inversores privados que buscan el beneficio económico o mecenas que se asocian para promover un teatro más experimental, pero que también exigen resultados. Eso cambia absolutamente la forma en que los creadores encaran la escritura y la producción de un espectáculo.

-¿Prefiere ese sistema al que se estila en España?
-Por supuesto. Siempre preferiré depender de la sociedad civil que de las ayudas del gobierno. Pero esto no es EEUU y los ricos no dedican su dinero al arte y a la filantropía, o sea, que no va a poder ser, y si queremos ver determinado teatro -arriesgado o de producción cara- tendremos que continuar dependiendo del dinero público. Una lástima.

-¿A qué se dedica ahora: trabaja o vive del dolce far niente que le permiten, supongo, sus derechos de autor?
-Trabajo, como siempre. Quizás un poco menos que antes, pero no por los derechos de autor que cobré, sino porque se producen menos series y es más difícil encontrar trabajo de guionista, que es mi segunda patria. De modo que si alguien por ahí tiene un poco de curro, que no dude en llamarme.