Carlos Núñez. Foto: Carlos Miralles.

En vísperas de su próximo concierto, este martes en el ampurdanés Festival de Cap Roig, Carlos Núñez nos relata su pasión por la música celta, denominador común de la cultura e idiosincrasia de los países atlánticos de la que es un estudioso reconocido y aclamado en el mundo entero. Sus investigaciones sobre el tema, basadas en la demostración de las similitudes entre la música tradicional celta y los ritmos actuales más contemporáneos, le han llevado a recorrer países y a relacionarse con músicos y artistas de cualquier lugar, plasmando después sus conocimientos en su prolífica discografía que va desde Os amores libres (una reflexión en torno al concepto celta) hasta las bandas sonoras de Mar adentro o La Isla del Tesoro.

Pregunta.- Lo suyo con la gaita fue un verdadero flechazo...
Respuesta.- Yo estudié en Vigo, en un colegio liberal, progresista y pedagógicamente avanzado. Recuerdo por ejemplo que celebrábamos sesiones de cine con su correspondiente coloquio en el que todos los alumnos participábamos. A los 8 años empecé a tocar la flauta en la escuela. Eso despertó mi amor por la música en general, y a partir de ahí descubrí la gaita, de la que estoy profundamente enamorado desde entonces.

P.- Es el símbolo de la cultura celta...
R.- La música celta es un género universal y la gaita es el portavoz de ese lenguaje, como lo es la guitarra para el flamenco. España es rica y muy variada, tiene una sensibilidad mediterránea con una expresión propia de allí, un sur dónde la guitarra es la estrella y un norte liderado por el especial sonido de la gaita.

P.- ¿Existen unas señas de identidad comunes a los pueblos celtas?
R.- Desde luego. Existe una cultura que compartimos con otros países atlánticos como Irlanda, Escocia o Bretaña y que representa una alternativa al mundo clásico grecorromano y mediterráneo. Cuando los romanos estuvieron aquí ya dejaron escrito que los gallegos escuchaban a las plantas y Rosalía de Castro también escribió sobre eso en sus poemas. Y es que la intensa relación que mantenemos con la naturaleza y el diálogo constante que establecemos con ella, elevándola a categoría de alternativa al humanismo, es un rasgo distintivo de todos los pueblos celtas. El mar, la niebla y el poderoso verde de la vegetación están grabados en nuestro ADN y eso configura un carácter independiente y fuerte que es característico de todos los que hemos nacido cerca del Atlántico.

P.- ¿Qué poesía ha encontrado en la gaita?
R.- Es un gran instrumento con más de mil años de vida. El primer gaitero documentado vivió en la Galicia del siglo XI y de ahí pasó a las Islas Británicas. Lo más fascinante de su carácter es que es un instrumento lo suficientemente arraigado a Galicia como para servir de rasgo definitorio de su cultura, y además tiene un carácter tan sumamente cosmopolita que ha unido a pueblos que están lejos geográficamente pero que se sienten muy cerca en lo sentimental y en lo cultural.

P.- ¿Cree que está suficientemente valorado?
R.- La gaita esconde un gran secreto, como es el de transmitir enormes dosis de energía positiva, y eso lo sabe todo el que la ha escuchado en directo alguna vez. Hay algo misterioso y mágico en esa capacidad de comunicar felicidad, y eso la convierte en un instrumento único y muy valioso. Di mi primer concierto a los diez años, y lo hice en una aldea en la que vivían mis abuelos, cercana a Vigo. Yo en esa época solo sabía tocar una canción, que fue la que interpreté, pero fui plenamente consciente del efecto que producía entre el publico que, completamente en trance, no dejaba de gritar: " ¡ No la dejes, Carliños !". Me impactó muchísimo esa reacción.

P.- Reinventar un instrumento tan tradicional en algo contemporáneo es todo un reto.
R.- Es muy difícil y muy apasionante al tiempo. La gaita y la música celta pertenecen a un mundo medieval y bastante anterior a la guitarra, por poner un ejemplo. Y justamente eso es lo que hace que sus melodías suenen tan modernas, ya que sus estructuras musicales tienen puntos de contacto muy evidentes. Tanto el pop inglés como el rock inglés beben de la fuerte tradición medieval que tienen en las Islas Británicas, pero es un verdadero desafío conseguir elementos que suenen a nuevo partiendo de algo tan tradicional.

P.- Mar adentro es un antes y un después en su carrera.
R.- Sí, le tengo un inmenso cariño a esa gran película. Recuerdo que un día me llamó Alejandro Amenábar y me pidió permiso para incluir Negra sombra (una canción perteneciente a mi primer álbum y en la que intervenían Luz Casal y Ry Cooder) en la película que estaba rodando en esos momentos, y que era la historia de Ramón Sampedro. Me halagó su gesto y, como sabía su interés por la música, le envié todos mis discos. A partir de ahí se entabló entre nosotros una relación profesional muy estrecha y muy interesante, que fructificó en una banda sonora de la que estoy muy orgulloso porque funciona muy bien tanto grabada como en directo.

P.- ¿Qué tiene ahora entre manos?
R.- Acabo de publicar una banda sonora para Corpo, el grupo brasileño de danza contemporánea más famoso de América Latina. He compuesto una música basada en las cantigas de Martin Codax, un trovador medieval gallego cuyas canciones tienen más de 800 años pero son sorprendentemente modernas.