Escena de Far, de McGregor

El Festival Internacional Madrid en Danza llega diezmado en su presupuesto pero con una densa programación. Entre los invitados internacionales se encuentran dos coreógrafos insignes, pertenecientes a "la nueva inteligencia de la danza". El británico Wayne McGregor con su compañía Random Dance presenta Far. Y el canadiense Édouard Lock, director de La La La Human Steps, llega con New Work. El Cultural habló con ellos .

Artífices de una danza que guarda pocos elementos en común, Wayne McGregor y Édouard Lock sí comparten un lenguaje coreográfico enraizado en una potente técnica clásica y en la inquietud de investigar fuera de los campos habituales de la danza. McGregor, fascinado por las posibilidades de las nuevas tecnologías y las aportaciones de la ciencia, profundiza en la conexión cuerpo-mente mientras elabora con sus intérpretes combinaciones inverosímiles de movimientos. Presenta en el Festival de Madrid su último trabajo, Far. Lock, con la colaboración de memorables bailarinas como Louise Lecavalier, con su diabólica energía rubia, también busca un diálogo entre disciplinas. Ahora, en el XXX aniversario de su compañía, indaga en fuentes clásicas con una nueva creación, New Work by Édouard Lock, que se inspira en dos tragedias amorosas: Dido y Eneas, de Purcell, y Orfeo y Eurídice, de Gluck.



Los dos artistas investigan las fronteras entre lo clásico y lo contemporáneo. McGregor fue el primer coreógrafo de danza contemporánea invitado como creador residente en el Royal Ballet de Londres. Y Lock ha realizado numerosas colaboraciones con ballets interesados en extremar los límites de la velocidad y la energía.



- Clásica y contemporánea: ¿qué significado tienen estos términos en sus trabajos?

-Édouard Lock: Cuando empecé a trabajar como coreógrafo la danza contemporánea y el ballet no se hablaban entre sí. Se caían mal y no se entendían entre ellas. Hoy día es normal que bailarines de ballet clásico se incorporen en compañías de danza contemporánea y que coreógrafos contemporáneos creen obras para compañías de ballet clásico. Creo que la danza clásica es una herramienta muy válida para abordar asuntos actuales. Aunque a menudo se asocia con temas y narrativas más tradicionales, sigue siendo una técnica en evolución. Además, me parece muy ingenuo afirmar que la coreografía pueda existir en el presente absoluto, todo arte tiene que reconocer su pasado y el ballet es parte importante de la danza occidental.

-Wayne McGregor: Tanto el ballet clásico como la danza contemporánea exigen un entrenamiento físico que busca la perfección. La gente va buscando el virtuosismo, quieren controlar el cuerpo sin prestar atención a la mente. Siento un rechazo total hacia esta manera de separar el cuerpo y la mente. Afortunadamente, la ciencia nos enseña lo absurdo de esta dicotomía y toma muy en serio la idea de incorporar la cognición.

-E. L: En mis obras se considera que el cuerpo no se puede conocer en profundidad. De alguna manera, la técnica de la danza clásica va en la dirección opuesta, lleva la atención a una línea y a una estructura idealizada. Cuando la sometes a más velocidad, a zonas de sombra u otras "impurezas", el que la observa puede dejarse sorprender por aspectos que desconocía.



-¿Cómo ha evolucionado vuestra manera de trabajar con los bailarines?

-W.McG: Mi compañía Random Dance y yo llevamos casi diez años de investigación intensiva con científicos cognitivos que estudian la relación cuerpo-mente. Vamos aprendiendo cada vez más sobre la manera en que nuestra imaginación integra emoción, sensación, memoria, movimiento y lenguaje. Existen técnicas que no solo entrenan el cuerpo, también aumentan nuestra creatividad y enriquecen nuestra imaginación.

-E. L: En nuestro caso, al comienzo había una base técnica más ecléctica. Los bailarines se entrenaban con diversas técnicas. Hoy día la base técnica es más homogénea, es mayormente clásica, podría decir que existe un mayor archivo común de pasos y movimientos. Aunque eso facilita una manera en común de acercarnos a la coreografía, sigo teniendo la necesidad de definir el personaje escénico basándome en las características físicas de cada intérprete.



-¿Qué buscan a la hora de seleccionar a sus bailarines?

-WMcG: Personas abiertas, bailarines que puedan colaborar a la hora de generar movimiento. Quiero bailarines que puedan pensar con la mente y con el cuerpo rápidamente, que tengan curiosidad y estén abiertos a probar cosas nuevas. No se trata simplemente de capacidad física. Pido a mis bailarines que utilicen su mente y su imaginación tanto como su cuerpo. Por supuesto, busco bailarines con un físico que me inspire a la hora de crear.

-E. L: En mi caso, busco inteligencia, la capacidad de abordar material muy preciso sin perder su propia personalidad, un interés visceral en involucrar al público y una relación apasionada con las ideas. Es también importante para mí que comprendan que la danza aumenta el misterio del cuerpo. Alguien que está en movimiento no puede ser definido ni por género ni por proporciones. El que observa ya no puede imponer sus definiciones. Es difícil para un bailarín aceptar que es imposible conocer el cuerpo en su totalidad pero es necesario.



-La danza de ambos es extrema, muy compleja y exigente desde el punto de vista físico para sus bailarines. ¿Cómo ha evolucionado su lenguaje desde que iniciaron sus carreras?

-W. McG: Siempre me han interesado los cuerpos disfuncionales, dañados, traumatizados, precisamente porque no se ajustan a los tópicos. Comprender la belleza de este cuerpo "diferente" es algo que considero muy importante para entender mi trabajo. Hay que estar receptivo para ver el cuerpo cuando no se comporta de la manera esperada, un cuerpo que no obedece a las normas de la danza. No todos son capaces de aceptar esta estética no convencional.

-E. L: Depende de cómo defina "exigencias". Mi coreografía es compleja y requiere un alto grado de precisión. También requiere que el bailarín esté dispuesto a arriesgar su propio ego. Con esto quiero decir que en vez de pedirle a los bailarines que aporten una interpretación puramente carismática, les pido que prueben a equivocarse, a fallar en escena. Por otro lado, a los bailarines de La La La Human Steps les suelen gustar las relaciones duraderas, ya que a menudo trabajo con las mismas personas durante diez años o más. Les gusta ir de gira, asumir retos y llegar a un público comprometido y serio. Y lo más importante: todos creemos que los que exigen más de los bailarines son las personas que asisten a nuestras actuaciones.



-¿Cómo afectan los nuevos modos de comunicación en sus formas de percibir la danza y la cultura en general?

-W. McG: A mí me fascina el ciberespacio, la tecnología y las esferas virtuales y a menudo las incorporo en mi trabajo. Pero también sé que no se puede sustituir el cuerpo y su inteligencia e imaginación específicas. Nuestros cuerpos son únicos. A través de nuestro cuerpo nos percibimos a nosotros mismos y a otros. Es el productor de nuestros sentidos...

-E. L: Ha habido un aumento enorme y hasta cierto punto caótico de conocimientos que han suavizado las fronteras de los parámetros culturales. Se intercambian ideas a una velocidad muy rápida erosionando valores absolutos. Un estado continuo de cambio se ha convertido en nuestra nueva estabilidad. Este mayor diálogo, facilitado por las tecnologías, nos afecta a nivel subliminal y también directamente en el proceso de creación. La cultura contemporánea reacciona y asimila la tradición y todo esto ha afectado a mi manera de trabajar.



-¿Qué reacción esperan del público a su trabajo?

-E. L: Como ya he dicho, es importante que el bailarín se arriesga en escena. De esta manera, el teatro que ofrecemos es empático y no depende del carisma del intérprete. No es algo que se puede forzar.

-W. McG: Tenemos una visión muy rutinaria y limitada del potencial del cuerpo humano. Muchos de nosotros pasamos horas sentados delante de una mesa de trabajo… no utilizamos ni investigamos nuestros cuerpos. Me gusta mostrar al público cuerpos que se comportan de maneras inesperadas, que se sorprende con lo que es capaz de hacer el cuerpo.

Compañías patrias y extranjeras

Madrid en Danza, que comienza el lunes y que se desarrollará en la capital y siete municipios de la Comunidad de Madrid, reúne este año una buena muestra de la danza contemporánea que se hace en el país junto con trabajos de compañías de Alemania, Canadá, Italia, Japón, Polonia y Reino Unido. Además de los últimos trabajos ya citados de Lock y MacGregor, se presenta Paradise in a Jar Odyssey 2001, danza butoh con guiños cómicos por la Dairakudakan Kochuten Performance, integrada por once bailarines. Otros extranjeros de interés son las dos formaciones italianas comandadas por Virgilio Sieni (que actúa con su padre en una especie de poesía danzada inspirada en la obra del poeta romano Lucrecio) y por Simona Bucci. Desde Inglaterra también viene el coreógrafo Nigel Charnock y su divertida visión sobre los tópicos de la cultura polaca con motivo de la presidencia europea de este país. El Festival continúa con su política de exhibir a los artistas más cercanos y durante el primer fin de semana ha programado la Ventana de la Danza Madrileña, que invita a distribuidores y exhibidores para que conozcan doce obras de creadores como Daniel Abreu, Sharon Fridman, Antonio Ruz, Pablo Esbert, Janet Novás, Mercedes Pedroche, Gentian Doda, Dimo Kirilov, Anuska Alonso, Antonio Pérez o Chevi Muraday, entre otros. Finalmente, entre las compañías patrias figuran los catalanes Thomas Noone, los aragoneses de LaMov, Asier Zabaleta, la sevillana Manuela Nogales junto al belga Bud Blumenthal o el Ballet Contemporáneo de Burgos con una obra sobre León Felipe.