Jeff Tweedy, líder de Wilco, durante su concierto en Madrid. Foto: Bernardo Díaz.



Todo el mundo se preguntaba anoche por qué demonios se siguen organizando conciertos en el Palacio de Vistalegre de Madrid, cuyas condiciones acústicas hacen que el sonido se embarulle hasta límites intolerables. Pero Wilco es Wilco y había que ir a verlos, sobre todo después del histórico concierto que ofrecieron la noche anterior en el Liceo de Barcelona. Pocos minutos antes de las diez, los capitanes del rock alternativo salieron al escenario, decorado con una treintena de lamparillas de noche flotantes que anunciaban una velada intimista.



La pista de la plaza de toros cubierta estaba llena (de hecho, las entradas de pista estaban agotadas), como era de esperar, de treintañeros melómanos que pasaron del España-Francia, clavados en el sitio y con los ojos como platos. Sólo salían de su encantamiento para aplaudir con entusiasmo al final de cada canción o para quejarse del sonido junto al vecino. Las dos o tres primeras filas de cada tendido también estaban casi llenas. El resto estaba cubierto por unas pantallas blancas enormes, en un intento inútil por disminuir la reverberación. El líder del sexteto de Chicago (septeto en directo), Jeff Tweedy, bromeó con el público al respecto. Con su mejor sonrisa dijo: "¿Se oye bien?". La gente no sabía qué contestar... "¡Nunca para!", continuó, refiriéndose al eco mientras picaba notas con la guitarra para comprobar cuánto tardaba en extinguirse el fastidioso barullo.



Pero dejemos ya el tema de la acústica. Ciñéndonos a la actuación, el espectáculo fue impecable. Tocan casi todos los palos del rock, alternando folk, country, americana, pop-rock al estilo Beatles, hard rock a lo AC/DC ya en los bises, pasando por la psicodelia y el rock progresivo. Todo con mucha clase, continuos cambios de guitarra y un setlist muy variado para deleitar a los fans, con canciones míticas como 'Jesus, Etc', 'Heavy Metal Drummer' o 'Impossible Germany', con un soberbio solo del guitarrista Nels Cline, el otro pilar del grupo, un maestro equilibrista de la melodía y el ruido, que hizo saltar las lágrimas a más de uno. Anoche tocaban por primera vez en Madrid su último disco, The Whole Love (2011), del que sonaron 'Art of Almost', 'I Might', 'Born Alone' y 'Capitol City', entre otras.



Tras dejar el escenario por primera vez, los estadounidenses premiaron a los asistentes con una ronda de bises de siete u ocho canciones (perdí la cuenta), pero no bastó. Nadie se movió de allí ni dejó de silbar hasta que salieron otra vez, visiblemente agradecidos, y remataron con una breve segunda ronda. Sólo el encendido de las luces de Vistalegre hizo entender a las 3.000 personas congregadas que el concierto había terminado.



Tras su paso por Bilbao (domingo), Barcelona (lunes) y Madrid (martes), la gira relámpago española de Wilco terminará, después de tomarse un día de descanso, en Sevilla el jueves y en Murcia el viernes.