René Jacobs. Foto: Elisabeth Careggio

René Jacobs dirige esta tarde en el Palau de la Música de Barcelona su original lectura de 'La flauta mágica' de Mozart, que ha grabado para Harmonia Mundi. Al frente de la Akademie für alte Musik de Berlín y un reparto de lujo, el director belga recuperará el sonido de su estreno en 1791. Volverá, además, las próximas tres temporadas con la trilogía Da Ponte.

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  • Pocas Flautas tan mágicas como la del director René Jacobs (Gante, 1946), uno de los grandes especialistas en música antigua y último adjudicatario del Premio Traetta por su recuperación del patrimonio musical europeo. Debutó como contratenor y acabó dirigiendo durante dos décadas el prestigioso Festival de Música Antigua de los Alpes austríacos de Innsbruck. Con el cambio de milenio, el maestro belga sufrió una especie de revelación musicológica y desde entonces se ha encerrado en el estudio de grabación para recuperar el sonido primigenio de las óperas de Mozart.



    Como ya hiciera en la trilogía Da Ponte, La clemenza di Tito y también Idomeneo, editadas recientemente por el sello Harmonia Mundi, en La flauta mágica Jacobs no sólo ha recurrido a instrumentos originales, también a documentos de la época (desde cartas hasta recortes de prensa) que explican tanto el aplauso de la intelectualidad masónica de la época como las carcajadas del público durante su estreno en un teatro popular de un suburbio de Viena el 30 de septiembre de 1791. "Históricamente se ha considerado inconsistente y hasta barato el libreto de Emanuel Schikaneder, toda vez que la mayoría de estudiosos han atribuido todo el mérito de la ópera a la magistral partitura de Mozart", cuenta el director. "Sin embargo, Goethe fue el primero en entender que la dramaturgia de los personajes de la Flauta es inseparable de lo que cada uno dice y canta, y por eso fue tan determinante para el desarrollo del singspiel alemán. Estoy seguro de que si Mozart no hubiera muerto tan joven habría escrito más ópera alemana, en la línea de Weber o Spohr. Quería componer melodramas, musik-theater sólo con actores y orquesta".



    En esos términos debe entenderse la mise en espace de esta grabación de la Akademie für alte Musik de Berlín que, en su intento por privilegiar los deseos del compositor frente a la tradición interpretativa, recupera todos los recitativos y diálogos del libreto y añade otra serie de efectos a la partitura: desde elementos meteorológicos y sonidos ambiente (ecos, perros, pájaros...) hasta chistes musicales y guiños melómanos que remiten a obras de Haydn y otros compositores. "A estas alturas ya nadie se atreve a poner en duda los beneficios de los instrumentos originales en el repertorio barroco y clásico. Pero mucho más en el caso de una ópera que nos habla de una flauta mágica. Que no puede ser de metal, sino, como bien describe Pamina, de la madera noble de un roble centenario que simboliza la sabiduría".



    Con este ambicioso proyecto vuelve Jacobs a Barcelona, donde no dirigía desde 2007, acompañando a gran parte del reparto original de la grabación: las sopranos Lydia Teuscher (Pamina), Burçu Uyar (Reina de la Noche) y Sunhae Im (Papagena), el tenor Topi Lehtipuu (Tamino), el bajo barítono Marcos Fink (Sarastro), el barítono Daniel Schmutzhard (Papageno) y el Coro de Cámara de la RIAS. "Antes de dirigir fui contratenor, lo que de alguna manera me ha facultado para detectar a los cantantes con los que se trabaja mejor. En el repertorio barroco y en las arias da capo enseguida sabes quién vale y quién no. Por lo general, los cantantes mediáticos no me sirven. No saben trabajar en equipo".



    Con esta Flauta mágica el Palau catalán se anota un tanto e inicia un ciclo de colaboraciones con Jacobs, que acometerá en sucesivas temporadas Las bodas de Fígaro, Così fan tutte y Don Giovanni. "Se trata sin duda de uno de los platos fuertes de nuestra programación a corto y a largo plazo", comenta Víctor García de Gomar, adjunto a la dirección artística de la institución catalana. "Desde que tuviera ocasión de escuchar la Flauta de Jacobs en la Sala Pleyel de París en 2009, ni Joan Oller [director general] ni yo hemos descansado hasta incluirla en nuestro programa de mano".



    Las negociaciones tuvieron lugar durante el transcurso una cena posterior al concierto de La finta giardiniera (que también ha grabado) en el Teatro Real el pasado año. "Hay óperas que requieren un espacio como el Real o el Liceo. Pero creo que no es el caso de esta Flauta, que es muy estática, pausada y hasta mística, muy al estilo de los oratorios". El concierto coincide, además, con las conmemoraciones por el 200 aniversario de la muerte de Schikaneder, que además interpretó a Papageno en la primera representación de la ópera. "Una oportunidad fantástica para demostrar todos los niveles de exigencia que aún contiene su libreto: desde el cuento casi infantil hasta la más compleja simbología masónica pasando por la comedia".



    La primera aproximación de Jacobs a la última ópera estrenada de Mozart tuvo lugar en el Festival de Aix-en-Provence de 2006, y más tarde en La Monnaie de Bruselas. Su posterior registro para el sello francés se suma al catálogo de versiones historicistas de referencia debidas a Nikolaus Harnoncourt, William Christie, Ton Koopman y John Eliot Gardiner. "Debo reconocer que no he escuchado ninguna de estas grabaciones", continúa Jacobs. "Crecí con las óperas de Mozart en manos de Karajan y Böhm, pero cuando se trata de leer en los márgenes de la partitura y restaurar el sonido original cualquier influencia, por buena que sea, puede resultar perjudicial para el resultado final". Los tres discos se completan con un estimulante blog in progress (magic-flute.harmoniamundi.com), en el que el director, los músicos y los técnicos explican, post a post, las repercusiones de los diálogos añadidos y los criterios musicológicos aplicados, sobre todo en lo relativo a la ampliación de instrumentos, a la orquestación, así como al uso de las dinámicas y las indicaciones de tempo. "Hemos tenido la suerte de contar con el testimonio de algunos instrumentistas que trabajaron a las órdenes de Mozart, que estrenó su ópera sólo dos meses antes de su misteriosa muerte. En una publicación alemana fechada en 1815, uno de estos músicos se queja, tras acudir a una representación de la Flauta, de aceleración de los tempi, especialmente en la famosa aria Ach, ich fühl's de Pamina y en los lentísimos pasajes de Sarastro. Los que intuíamos esto ahora podemos descansar tranquilos".