Image: Uwe Scholz y la gran obsesión por Mozart

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Escenarios

Uwe Scholz y la gran obsesión por Mozart

8 febrero, 2013 01:00

Un momento de La gran misa del Ballet de Leipzig. Foto: Andreas Birkigt.

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  • Cuentan que con apenas 20 años Uwe Scholz (Hessen, 1958 - Berlín, 2004) se propuso adaptar coreográficamente la monumental Creación de Haydn. Entonces formaba parte del cuerpo de la Escuela de Ballet del Teatro del Estado de Württemberg, donde nunca destacó como bailarín, pero de alguna manera logró abrirse camino a base de fuerza de voluntad y no poco ingenio, siempre bajo la atenta mirada de sus protectores John Cranko y Marcia Haydée.

    En 1985 Scholz se convirtió en el director de ballet más joven del mundo, el de Zúrich, y un año después dejó de bailar para centrarse en la creación de coreografías (la Creación, entre otras) que beben de las fuentes de la música sinfónica, con especial fijación por las obras de Bach y Stravinski, pero sobre todo por el legado de Mozart, a quien está dedicada La gran misa, que llega a la Sala Roja de los Teatros del Canal dirigida por Mario Schröeder. En las tres únicas funciones del montaje (8, 9 y 10 de febrero) participan la Joven Orquesta de la Comunidad de Madrid a las órdenes de Andreas Schüller y, como solistas, Auxiliadora Toledano, Belén López, Eduardo Santamaría y Enrique Sánchez.

    La gran misa es una bella obsesión que recurre a la música como ritual, a la danza como liturgia y a Mozart como consejero espiritual en explícito homenaje a una de las más famosas de sus composiciones sacras, La Misa en Do menor KV 427. En la versión del coreógrafo alemán las partes no escritas son reemplazadas por cantos gregorianos adicionales y música contemporánea, así como poesía. El montaje alcanza su clímax durante el Credo, que hace alusión a Arvo Pärt en un collage de contrastes que buscan el contrapunto conceptual con Bach.

    Con 40 bailarines de más de 20 países, el Leipziger Ballet es una de las compañías de ballet más reconocidas de toda Alemania. Tras la muerte de Scholz, Paul Chamber se convirtió en el nuevo director artístico de la compañía hasta 2010, año en que recogería el testigo Schröder. "Bajo el mando de Scholz el Leipziger pasó a ser una de las formaciones más sólidas y batalladoras de la danza en su país; su llegada ha servido para dinamizar el conjunto y ubicarlo en el panorama internacional", escribió nuestro Luis G. Iberni un año antes de la muerte del genial coreógrafo.