The Mermaid´s Song.
El teatro para niños no es sólo entretenimiento. Es el público más exigente y quiere calidad. Tanto Fetén (que empieza hoy) como Teatralia (el viernes que viene) pulsan las tendencias que dominan esta escena.
"Este tipo de teatro es el más difícil de programar porque los niños son los espectadores más críticos. Tienen un detector especial de calidad y, como carecen de los prejuicios de los mayores, enseguida demuestran de forma muy clara si algo de lo que están viendo no les gusta", asegura Charo Martín-Crespo, directora del Festival. Por eso, la también responsable del Real Coliseo de Carlos III en San Lorenzo de El Escorial, que lidia durante todo el año con este público, ha elaborado una programación delicatessen.
"Hemos intentado recoger toda la variedad que hay en el teatro para niños. No sólo de edades, sino también una diversidad de géneros que muestren la gran riqueza existente, aunque una de las características de este teatro es que ya casi no hay espectáculos puros, pues la mayoría combinan muy bien varios lenguajes". Así, la programación es un paseo por el circo, la música, el teatro y la danza mezclados entre sí. Entre esta oferta se encuentra Yo soy la locura, una obra que también puede servir como ejemplo del rigor y la profesionalidad con las que las compañías abordan el teatro para niños. El montaje de Claroscuro supone un viaje a otra época, tanto por el tiempo como por los medios que utiliza. Yo soy la locura se remonta hasta la conquista del actual México por Hernán Cortés para presentar "un cuento sobre el mestizaje a través de la pequeña historia de amor y sacrificio entre uno de los titiriteros que formaron la expedición castellana y una mujer azteca", según Francisco de Paula, uno de sus autores. Para hacer este trayecto, la compañía hispanoamericana se sirve de títeres de 30 centímetros, técnicas de teatro negro, iluminación con velas y canciones del Siglo de Oro de compositores como Juan de Hidalgo, José Marín y Gaspar Sanz, que interpretan en directo cuatro músicos y una soprano. Esta última pone voz a unas canciones que cuentan con letra de autores como Lope o Calderón. "Son las que narran la obra sin que haya sido necesario cambiar más que una palabra de todo lo escrito por ellos", continúa De Paula.
El artista español, uno de los dos integrantes de Claroscuro, junto a la canadiense Julie Vachon, cree que éste es el camino para que los niños puedan aficionarse de verdad a las artes escénicas. "Debemos enseñarles la liturgia del teatro, mostrársela tal como es, sin rebajas ni artificios", explica antes de añadir que Yo soy la locura es un homenaje de la compañía a Montserrat Figueras, la cantante fallecida cuando De Paula y Vachon creaban la obra.
Otro trabajo muy imaginativo que tiene como base la historia y cultura españolas es En Corps. El montaje es una propuesta dancística con música tradicional de los belgas Acta inspirada en cuadros de Velázquez y Picasso. El resto de la programación de esta edición de Teatralia cuenta con obras de otras 13 compañías que recorren todos los ámbitos escénicos. Entre las menos habituales en los escenarios nacionales hay que destacar la ópera La caverna sonora, de La Casa Incierta, y un espectáculo de magia que emplea también recursos dramatúrgicos, La asombrosa historia de Mr. Snow, de Antonio Díaz, Premio Nacional de Magia.