Jorge Berlanga, en octubre de 1998 en su casa de Madrid. Foto del libro Portraits, de José Luis Santallana.

A punto de cumplirse dos años de la muerte de Jorge Berlanga, se estrena 'A quién le importa', un musical sobre La Movida madrileña que escribió para homenajear a su hermano Carlos y que llega hoy al Teatro Arlequín con el apoyo de Coca-Cola. La autora Paloma Pedrero rinde tributo a su vez en estas páginas a quien fue compañero, cómplice y poeta.

Sí, yo conocí a Jorge Berlanga y me importaba. Escribíamos en el mismo periódico y nos leíamos, que eso ya es conocerse mucho, e importarse más. De vez en cuando nos contestábamos, que todo hay que decirlo. Recuerdo un artículo suyo donde hablaba del sexo femenino al que respondí pendenciera. Le decía algo así: "Muy bien, muchacho, hay que llamar a las cosas por su nombre. Me dan ganas de explicarte donde está exactamente ese aparatillo que abre las puertas a la dicha y esas cosas. Pero eso no se puede explicar, porque al botón mágico hay que llegar a fuerza de sentirlo. Guardo tu artículo porque refleja con claridad las diferencias en la mirada de los hombres y las mujeres. Para los hombres, incluso para los más exploradores, parece que el clítoris es un órgano del demonio...".



Jorge tenía un toque de varón bonito que no me cautivaba demasiado. Sin embargo, las veces que coincidimos en persona siempre nos animaba un gesto cómplice. Éramos de la misma edad, habíamos comenzado ambos nuestra andadura como faranduleros y escritores en los 80, años de la contracultural Movida madrileña. Y, creo también, que los dos sentíamos un especial apego por los perdedores. Aquellos que no tienen recursos para defenderse del mal. Por eso pienso que a Jorge le encantaría saber que su último proyecto, el musical A quién le importa, tiene detrás del estreno a personas que fueron muy especiales para él, como su amigo y compañero de colegio Marcos de Quinto, mecenas del teatro. Y que, además, contará con un número importante de chavales en riesgo de exclusión social. Chicos y chicas a los que Coca-Cola está apoyando a través del Plan Integra, y que harán labores en producción, sastrería, peluquería o maquillaje. Un puntazo, ¿verdad Berlanguita? Él, hombre muy sensible y, por ende, muy rebelde, sabía lo que era el riesgo, el andar por cuerdas flojas con aliento de equilibrista, el entrar en infiernos de los que es tan difícil salir. Él, poeta de la noche, conocía de sobra a los que querían vivir al margen, pero también a los que no querían y nadie les daba oportunidad alguna de dejar las orillas. En tu comedia musical, se les dará a unos cuantos, compañero.







Fragmento del musical A quién le importa



Una generación de dramaturgos

En los años ochenta éramos jóvenes y rebeldes los que ahora andamos en la cincuentena. Fuimos, además, la primera generación que no sufrimos directamente la censura franquista. Nadie nos cortaba ni nos prohibía decir lo que nos diera la gana en nuestras canciones u obras. Y aquello fue una maravillosa explosión de pensamientos y sentires. En el teatro, mi lugar de trabajo, nació una generación de dramaturgos estupendos. Ahí están Ignacio del Moral, Lluisa Cunillé, Sergi Belbel, Ernesto Caballero, Onetti, García May y otros tantos. En los 80 se empezó a hablar sin miedo de la realidad más subterránea. La identidad sexual, el suicidio, el alcohol y las otras drogas -qué grande aquel Caballito del diablo de Fermín Cabal-, la violencia de género... De hecho, es en los 80 cuando por primera vez aparecemos las dramaturgas en el panorama teatral español. Hasta ese momento autoras como Ana Diosdado, Carmen Resino o Concha Romero habían sido gotas aisladas y siempre marginadas en algún aspecto. Ana era ninguneada por la crítica "seria". Y Carmen y Concha no lograban estrenar en el teatro comercial. Cuando muere el dictador, y vamos forjando esta defectuosa democracia, las autoras nos lanzamos al mundo de la escritura dramática. Asimismo, estalla la necesidad de utilizar lenguajes directos y crudos que hablen del presente sin jeroglíficos. Las nuevas autoras llevan a los escenarios la visión femenina del mundo, tan necesaria como desconocida. Los creadores, en general, abandonan el teatro más político y se arriesgan con un aquí y ahora donde el ser humano, con sus conflictos profundos, es el protagonista. El dejar de luchar contra un enemigo trae consigo el empezar a preguntarse qué pasa dentro de cada ser humano. Cómo andamos del alma.



En la música ocurrió también una auténtica revolución. Y los grupos que destacaron en La Movida, se convirtieron con el paso de los años en grupos de culto; entre ellos Kaka de Luxe, Alaska y los Pegamoides, Alaska y Dinarama, Pop Decó / Paraíso, Radio Futura, Nacha Pop, Los Secretos, Ejecutivos Agresivos, los Elegantes... El hermano de Jorge, Carlos Berlanga, se convirtió, como músico y compositor en una de sus figuras principales. Carlos murió muy joven, y Jorge quería rendirle homenaje con este musical en el que brillará a tope la música y las letras de su hermano. El espectáculo es un recorrido por las canciones míticas de los años 80. Pero no sólo será una comedia musical. El Teatro Arlequín se convertirá en una representación de aquella época. Habrá una exposición de obras gráficas de Carlos y vídeos especiales. Y un bar abierto hasta el amanecer. Algo que no podía faltar en aquellos asombrosos años. Ni en estos. Y sí, Jorge, nos importa. Creo que en este momento y en esta situación a la gente nos importa lo que les pasa a los otros. Y eso de "Yo soy así, nunca cambiaré" ya no mola ni media. Hay que cambiar. Comenzar transformándonos a nosotros mismos, para poder transformar a algo mejor este jodido mundo. Este mundo que a ti tanto te importaba.