Image: El piano ibérico: de Pires a Perianes

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Escenarios

El piano ibérico: de Pires a Perianes

3 mayo, 2013 02:00

Maria João Pires y Javier Perianes.

En pleno desmantelamiento de las escuelas de piano, hay razones para pensar en una tradición "ibérica" que vincularía a Maria João Pires, que el miércoles vuelve a Juventudes Musicales de Madrid para el Segundo de Chopin, con Javier Perianes, que ofrece un recital en el Maestranza de Sevilla.

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  • A Maria João Pires (Lisboa, 1944) no la dejan retirarse. Lleva años pidiéndolo, pero los términos contractuales de sus compromisos discográficos y el malogrado proyecto de la escuela de Belgais, que ahora quiere exportar a Bruselas, le han obligado a retrasar su ansiado descanso. Así se explica que siga visitando las salas españolas (incluso después del pequeño accidente de su último concierto en San Sebastián) y colgando el cartel de no hay entradas. "Siempre me he sentido muy vinculada a España", cuenta a El Cultural. "Empezando por Albéniz, un compositor muy ligado a mi infancia, y siguiendo por la gran Alicia de Larrocha, cuya desaparición me ha afectado profundamente. Sin ella, el piano ibérico se ha quedado cojo".

    MJP se entrega cada mañana a la meditación budista, practica algo de deporte y cuida todo lo que come. Compara la crisis con uno de esos pasajes imposibles de Rachmaninov y Prokófiev de los que siempre sale fortalecida y más sabia, pero se lamenta de la insistencia de los políticos por perpetuar un sistema de distribución de los recursos que ha demostrado no funcionar. "Los intérpretes, en cambio, vivimos el momento. Mi trabajo consiste en dejar que las cosas pasen por mí, sin llegar a poseerlas".

    El miércoles, 8 de mayo, regresa a Juventudes Musicales de Madrid, que sigue aguantando el chaparrón de los recortes. Trevor Pinnock dirigirá en el Auditorio Nacional a la Orquesta de Cámara de Basilea por los pentagramas del Idilio de Sigfrido, una de las pocas obras sinfónicas de Wagner, la Sinfonía ‘Júpiter' de Mozart y la Tercera de Schubert. Entre medias, Pires abordará el Concierto para piano y orquesta n° 2 de Chopin, una de sus especialidades, sobre todo porque no le obliga a lidiar con la soledad del escenario. "No me gusta estar sola, ni la palabra soledad, ni nada que se le parezca", confiesa la artista, que acaba de grabar las Sonatas n° 16 y 21 de Schubert para Deutsche Grammophon. "Va contra natura querer hacer las cosas al margen de la gente. Desgraciadamente, mi carrera me ha obligado a pasar mucho tiempo sola, y es algo que detesto y evito, porque me hace daño".

    Tradición y desinhibición

    A diferencia de la lisboeta, Javier Perianes (Huelva, 1978) no fue niño prodigio ("sólo un chaval curioso e hiperactivo") pero su manera de hacer las cosas obedece también a la tradición centroeuropea tanto como a la desinhibición mediática. Muchos le animan a grabar la definitoria Iberia de Albéniz, pero no tiene ganas de demostrar nada a nadie, ni prisa por acometer nuevos repertorios. "Les digo que lo haré en 2036 o en 2050. Que no lo tengo claro". La broma delata a un músico serio, cuyos trabajos dedicados a Mompou (Música Callada), Schubert (Impromptus), De Nebra (Piano Sonatas), Falla (Noches en los jardines de España) y Beethoven (Moto perpetuo) requieren de una atención reposada, que permita reparar en la sutileza del fraseo y en la hondura de los silencios. Como a la Pires, no le interesa al último Premio Nacional de Música, que acaba de grabar un disco que explora la afinidad entre Chopin y Debussy, el lucimiento virtuosístico sino la esencia de cada nota. "Para mí la honestidad y la integridad son primordiales". Lo demostrará el domingo en el Teatro de la Maestranza de Sevilla, del que es primer artista residente, a propósito de las Canciones sin palabras y las Variaciones serias op. 54 de Mendelssohn y las Sonatas op. 26, 90 y 100 de Beethoven.