Image: Poesía y mitos irrumpen en el Festival de Mérida

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Escenarios

Poesía y mitos irrumpen en el Festival de Mérida

5 julio, 2013 02:00

Carmen Machi y Cayetana Guillén Cuervo en Fuegos. Foto: Sergio Enríquez-Nistal.

Sabiduría, lírica, voces diversas y mitos que retratan nuestro lado más oculto son los ingredientes de las obras que nutren la programación del Festival de Mérida, que arranca esta noche con la 'Medea' de Antonio Najarro y el Ballet Nacional de España. Una de sus grandes citas será el próximo 10 de julio con 'Fuegos', un montaje dirigido por José María Pou, con dramaturgia de Marc Rosich y protagonizado por Carmen Machi, Cayetana Guillén Cuervo, Ana Torrent y Nathalie Poza en el que recitan textos de inspiración clásica de Marguerite Yourcenar. Como señala el poeta y especialista en la escritora belga Juan Antonio González Iglesias, el lugar perfecto para la catarsis de poesía y purificación.

De quienes nacen al principio de una centuria se dice que van con el siglo. En ese sentido Marguerite Yourcenar casi fue con el siglo XX, porque nació en 1903 y murió en 1987. Pero, en lo más profundo, no fue con su siglo. No se dejó atrapar por él, a diferencia de muchos de sus coetáneos. Fue una de los grandes porque no escribió sólo para los de su tiempo ni se sometió a las modas, etapas y temas que se esperaban de ella.

Tampoco se dejó atrapar por los géneros literarios. Fuegos recoge prosas líricas y Las caridades de Alcipo poemas en verso. Pero Marguerite Yourcenar siempre es poeta. Ella misma, novelista de éxito, recordaba constantemente esa condición primordial de su lenguaje. En su narrativa, en sus ensayos, o en su teatro, proyecta siempre una visión poética de las cosas, como han desvelado las finas lecturas de Silvia Barón Supervieille y de Achmy Halley.

En Fuegos la impronta pagana se aprecia en el plural de las palabras: no hay un único fuego, como no hay un único libro y no hay un único Dios. O, si lo hay, está presente en la multiplicidad de los acontecimientos. "Dios es todo lo que nos pasa". Son momentos distintos de una sola pasión. La que a principio de los años 30 sufrió la joven Marguerite -que firmaba entonces como Marg- por el escritor francés André Fraigneau. Fue un amor malogrado. Ella lo amaba corporalmente. Él correspondía intelectualmente. Eran dos veinteañeros llenos de porvenir. Él era homosexual. Ella acabaría siéndolo. Fraigneau es el protagonista innominado de Fuegos. Es el Juan de María Magdalena, el Agamenón de Clitemnestra, el Faón de Safo, el tú de Marguerite. Es, según declara ella misma, "el hombre al que amé más que a Dios". Los griegos arcaicos representaron a Eros como un leño que arde. Yourcenar lo describe como el incendio de su propia sangre.

La joven Marguerite es en su persona una fusión de mitologías. María Magdalena viene de los evangelios. Clitemnestra, de la tragedia griega. Safo, de la lírica. Las tres padecen el abandono. María Magdalena pierde a su amado porque éste la traiciona al seguir a Dios. Clitemnestra mata al infiel Agamenón. Safo, consumida por amores masculinos y femeninos, recibe el retrato más contemporáneo y autobiográfico.

Un entramado de anacronismos hace actuales los mitos. El amante de Clitemnestra posee un fusil, el de Safo es un marinero de la flota británica. Suenan las campanas de la iglesia en la Grecia antigua. Safo, acróbata en circos y cafés, toma un taxi. La Pasión de Cristo viene en la sección de sucesos del periódico. Entre las novedades se encuentran algunas metáforas: María Magdalena se enfrenta al "divino vampiro". La esponja de Jesús está empapada de "amargor marino". Y, cerrando el círculo evangélico, "Dios se desprendió como un fruto maduro". Lo esencial, sin embargo, vale para todos los tiempos. Las sentencias memorables retumbarán en las gradas y se quedarán en el corazón del público, sobre todo cuando brotan de un manantial paradójico, digno de Oscar Wilde: "El adulterio es, a veces, una forma desesperada de la infidelidad". Así, esta exploración de la esencia femenina: "Todas las mujeres aman a una mujer: se aman apasionadamente a sí mismas". La divinidad, los rivales y la homosexualidad de uno o de ambos amantes son los detonantes de la destrucción femenina. Pero en el centro del laberinto se resuelve el secreto de la felicidad: "Qué insípido hubiera sido ser feliz".

En los años 50 se publicó Las caridades de Alcipo, libro que marca el ritmo futuro de Yourcenar y contiene la totalidad de su mundo. Lo apunta su traductora, la poeta Silvia Baron Supervieille, que prácticamente fue la descubridora del libro. Siendo una de las amigas más cercanas de Yourcenar, consiguió que se publicara antes en España que en Francia, en una edición ampliada y definitiva. Aunque es poesía en estado puro, guarda muchas semejanzas con Fuegos: sabiduría, voces diversas, mitos que nos retratan, como Endimión, el amado de la Luna. Y en una línea cabe Grecia entera: "El perfil de un amigo sobre la copa roja".

La representación dramática es perfecta para Fuegos y para Las caridades.... La escena es el lugar para que resuene el rico juego de voces de estos libros. El teatro volverá a conjugar ficción y poesía, como en el mundo antiguo. Marc Rosich, responsable de esta puesta en escena, habla de los momentos líricos de Fuegos como "interludios en primera persona". Y eso son. Interludios líricos que pautan musicalmente la totalidad del lenguaje. En primera persona también hablan María Magdalena y Clitemnestra, pero en los interludios aflora Marguerite Yourcenar. Intercalando su voz entre la de las mujeres míticas, se camufla para salvarse. Todo es ficción, pero todo es autobiográfico. Todo es trágico. Todo queda lanzado hacia la eternidad.

El Teatro Romano de Mérida es el espacio ideal para ello. Allí resonarán estos textos cuyo universo es el de la Antigüedad Clásica convertida en actualidad palpitante. Es el lugar para que se produzca una vez más la catarsis aristotélica y, en el umbral del verano, todo se purifique. El desengaño, el abismo del suicidio, la violencia entre hombres y mujeres, son temas cercanísimos, entre otras cosas porque la propia Yourcenar los transitó hace no tantos años. A ella, enamorada de España, de las ruinas romanas de Itálica, de los mármoles submarinos de Cádiz, le habría complacido asistir a este estreno en el espectacular teatro de Mérida. Como su Clitemnestra, habría dicho: "Tengo ante mí audiencias de piedra".