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  • Tiempos de hartazgo. Ruidos de toda clase nos rodean, enmascarados por músicas omnipresentes que se reproducen como insectos en un humedal desde esa multiplicidad de altavoces. Apenas nadie se permite la quieta escucha de un único disco, una sola posibilidad traída hasta la arena por la incesante marea de novedades.



    Boards of Canada llevan muchos años destilando remedios para tales formas de sordera. Precisamente, los dos hermanos escoceses se introducen en ese galimatías sonoro circundante para, retomando sus materiales, organizar bandas sonoras abstractas y polisémicas. Y cada vez que lo hacen solicitan que pongamos nuestros oídos en ellos, en su música para las películas que cada oyente puede concretar a su manera.



    La influencia de sus tres elepés oficiales anteriores a Tomorrow's Harvest (Warp/PIAS, 2013) crece sin pausa entre los cofrades del pop abstracto contemporáneo. Tres obras organizadas como tres escenarios cambiantes para evocar impresiones predeterminadas. Componen capas planeadoras o arpegios circulares mediante arcáicos sintes, destrozan o retuercen ritmos hip hop, captan zumbidos de estática de aparatos caseros y mantras industriales o urbanos, sonidos naturales o acústicos aislados en refracciones y ecos, acordes de pitch tembloroso y algunas voces habladoras de pocas palabras, frecuentemente mero enunciado de números (que excitan en fans y estudiosos gran profusión de teorías ocultistas, cabalistas). Ambientes reconcentrados que afectan a la mente pero se generan en el oído, convirtiendo su estrecho conducto casi obstruido en polícromadas avenidas ideadas por el barón Haussmann.



    Tras siete años de silencio, en este ansiado Tomorrow's Harvest, vuelven a aportar esa música sin letra que provoca la hipnosis. Sin trucos propios de la sociedad espectacular aunque con otros sacados de las catacumbas de la psique y lo sublime, reproducen un nuevo lugar mental para que sea habitado por quien lo desee. La entrada quizá sea algo más complicada de encontrar que en los anteriores elepés. A menudo no fueron afables, a veces parecieron cosa de magia negra, pero ciertamente aquí ha desaparecido cierto encantamiento psicodélico, cierta capacidad de trance, cierto aire hipnagógico e ingenuo. No parece quedar rastro del humor que asomaba en ocasiones.



    Todo se ha vuelto más difuso, menos cadencioso, más oscuro.
    También más rico y nutriente: en Tomorrow's Harvest, BoC llevan su perfeccionismo y detalle habitual a cotas superiores. El ritmo es casi otro sonido, la diferencia entre temas de paso indefinidos y temas melódicos se acorta y los fondos están trabajados con el celo de un sesudo compositor de música electroácustica. Pero tal riqueza no se ostenta. Ese mundo de capas subyace semi-enterrado bajo los beats y los espacios y estelas de los sintetizadores.



    Los hermanos Sandinson resultan más misteriosos que nunca. Su música pide ser escuchada muchas veces, aislarse en los auriculares. Porque canta a lo que pasa desapercibido y sugiere cómo puede sonar si se le presta atención. Escuchando el disco, uno imagina acumulaciones fantasma de capas de sentido, de épocas y estratos socioculturales, conspiraciones, miedos individuales que proceden del inconsciente y no han variado desde los años de infancia, miedos colectivos (hambre, falta de cobijo, violencia, triunfo de poderes que no controlamos...) Y nuevos amaneceres, nuevos comienzos que brotarán de entre el polvo. La oscuridad parece fruto de una tendencia a despeñarse del status quo político y socio-económico imperante. Un sistema robot con errores de programación. No encontrarán en él reivindicación clara de la necesidad de cambiar nuestro rumbo a la destrucción pero sí una ostentación de los movimientos secretos del posible desastre y de su ruido. Una ostentación que se confunde con una ofrenda de su posible belleza oculta.

    20/04/2013, Record Store Day, un neoyorquino encuentra un vinilo inédito de BoC con 20 segundos de música, el recitado robótico del número 936557 y un enigma escrito:

    "______/______/______/XXXXXX/______/______/".

    Con esa sutileza, el día del quince cumpleaños de su primer disco, comenzó para los fans un juego de pistas y alter-realidad en el espacio físico, radio-TV e Internet. Una de las mejores estrategias virales conocidas, a la vez que una ácida crítica del psico-control social.