Apreciado Ministro Wert:



Va a cumplir estos días dos siglos, que se dice pronto. Me refiero al "Informe de la Junta creada por la Regencia para proponer los medios de proceder al arreglo de los diversos ramos de Instrucción Pública", fechado en el Cádiz de las Cortes el 9 de septiembre de 1813. Firmado por seis conocidos próceres, fue redactado por Manuel José Quintana e incluido en sus Obras completas publicadas por Rivadeneyra en 1852. Allí se hablaba de las facultades e institutos de "tercera enseñanza" (grado superior), y entre las que se proyectaban en la capital española no faltó la Música: "Como arte en que influye tanto la concurrencia, el gusto y aun el lujo".



Que la reforma gaditana se refería a la música práctica es incuestionable, pues por entonces aún estaba la Música en la Universidad, pero era la música teórica, un pequeño rescoldo del Quadrivium medieval, una de las siete artes liberales heredadas de la Antigüedad clásica. Pronto sería suprimida, junto a Universidades enteras, durante la década ominosa fernandina; y fue ya en 1830 cuando la reina María Cristina erigió en Madrid su Conservatorio, más tarde Real Conservatorio Superior de Música, y después fueron surgiendo los otros, pero todos quedaron, en su grado superior, al margen de lo universitario. Y ahí siguen.



El asunto se complica más porque la música ya está hoy en la Universidad, incluso la música práctica. Por otra parte, desde los tiempos de la LOGSE (1990), los títulos que imparten los Conservatorios Superiores son equivalentes al de licenciado "a todos los efectos". ¿Entonces?



Sólo le recordaré tres intentos de solucionar el problema: uno aún decimonónico, la ley Moyano de Instrucción Pública de 1857; otro del siglo pasado, la Ley General de Educación de 1970; y uno más ya en nuestro siglo, el de la LOE de 2006, pero ya sabe, Sr. Ministro, que sus disposiciones sobre el título de Grado en Escuelas Artísticas Superiores desarrolladas en el Real Decreto 1514 de 2009, tan bienintencionado como insolvente (¡tiempos de Zapatero!), fueron anuladas por sentencia del Supremo el año pasado. Y su discutida LOMCE, que tan duros golpes da a la Música en la ESO y en el Bachillerato, incluso en la modalidad de Artes, nos retrotrae a la equivalencia preconizada antaño, hoy ya insuficiente.



En fin, Ministro, que los Conservatorios siguen en tierra de nadie camino de ningún sitio, y que ni el Ministerio ni los organismos con responsabilidad sobre ellos parecen tener ideas claras. ¿Calidad de la enseñanza, dice Vd.? En Música, Teatro y Danza, Sr. Wert, me temo que reculamos. ¿Por qué ese desdén? ¿Veremos algún día realizado el sueño gaditano? Como diría un castizo, ¿hasta cuándo, "Catalina"?