Tienda de discos Xocolat, en Palma de Mallorca.

- Hoy se vende la cuarta parte de los discos vendidos en 2001

- La mitad de los discos vendidos ya son digitales

- El streaming de pago (Spotify y otras) ya supera a las descargas legales (iTunes y otras)

Hoy se vende en España una cuarta parte de los discos que se vendían en 2001. O fonogramas, mejor dicho, pues se incluyen en este cómputo tanto los formatos físicos como los digitales). Concretamente, en 2012 la facturación fue de 141 millones de euros. Este es el dato más contundente de cuantos revela el Libro blanco de la música en España, elaborado por Promusicae, la asociación gremial que aglutina a los productores musicales. Otro dato importante del texto, que puede consultarse íntegramente en su web, indica que la música genera el 0,49% del PIB español.



En ese medio punto porcentual inciden, con "impacto directo" (907 millones), la música en vivo (525 millones, un 58%), la música grabada (163 millones, el 18%) y la edición musical (derechos de autor, básicamente; 219 millones, el 24%). Más difícil de cuantificar es el impacto indirecto, que abarca desde los proveedores de Internet de banda ancha a las radios y televisiones, las salas de baile y discotecas, la producción publicitaria, la telefonía móvil y hasta el turismo musical. Aún así, el libro sitúa esta cifra en 4.151 millones.



La industria de la música generó, pues, algo más de 5.000 millones de euros en 2012, según las estadísticas recogidas por el Libro blanco, que según Promusicae "desmenuza la actividad económica vinculada a esta disciplina artística con una minuciosidad desconocida hasta ahora en el sector". Ha sido elaborado por IDEC-Universitat Pompeu Fabra y el gremio de productores lo publica por segunda vez, tras la primera edición de 2005. El volumen también revela que los formatos digitales suponen ya casi la mitad (en torno al 46%) del negocio fonográfico, pero no sirven para frenar la caída del sector como consecuencia de la piratería.



Según Promusicae, "el gran problema" de la música en España es el acusado y continuado descenso de la música grabada. grabada. En 2003 los españoles gastaron 493,8 millones de euros en fonogramas (por entonces en formato físico en su práctica totalidad), una cifra que, pese a la irrupción de modelos digitales de negocio, se contrajo en 2012 hasta los 141,1 millones de euros. En el caso concreto del CD, se vendieron 11,4 millones de ejemplares en 2012 frente a los más de 52 millones de unidades que se contabilizaban una década antes. "Y ello, a pesar de que el precio medio de cada CD vendido en las tiendas españolas no ha dejado de descender: 9,18 euros en 2004, 7,93 en 2008 y 7,41 euros en 2012 (pese a la drástica subida del IVA cultural. A la luz de estas cifras, España no pasa del séptimo puesto en el mercado europeo de música, por debajo del Reino Unido, Alemania, Francia, Italia, Holanda y Suecia".



Crecimiento del negocio digital

Paralelamente, el auge del mercado digital constituye el principal motivo de esperanza para el sector, pero su crecimiento -"lastrado por la piratería de archivos en Internet"- es inferior a los países de nuestro entorno occidental. El negocio digital representó el 34% del total en el mercado español de 2012, si bien los datos ya conocidos del año en curso hacen pensar que 2013 acabará con este porcentaje en parámetros cercanos al 46%.



Dentro de lo digital, "los datos más alentadores" provienen de la cada vez mayor aceptación del streaming (reproducción musical online, sin descarga de archivos) entre los consumidores españoles. Las suscripciones mensuales a servicios como Spotify, Deezer o Napster representan ya un 38% del negocio digital, por encima del 30% que Promusicae atribuye a las descargas legales de álbumes, canciones y vídeos (a través de iTunes, por ejemplo). Además, el streaming financiado por publicidad (las versiones gratuitas de Spotify, YouTube y similares) supone un 24% del total de este negocio digital. Pierden fuelle los productos para móviles, como los tonos, que se quedan en un modesto 5%.



El Libro blanco resalta, por lo demás, el inmenso impacto que representa la música en las vidas de millones de personas. Siete de las diez cuentas más seguidas en Twitter, nueve de los diez perfiles predilectos de Facebook y nueve de cada diez vídeos que se ven a través de YouTube corresponden a artistas musicales. Y en el caso español, además, la música nacional conserva una importante cuota de mercado frente a la foránea. En concreto, dos tercios de los nombres propios que han ocupado el top 50 de los álbumes más vendidos entre 2004 y 2012 son españoles o latinoamericanos. Esta tendencia se invierte, en cambio, en las listas de canciones, donde el 62 por ciento corresponden a solistas o grupos internacionales.



Los productores, a través de Promusicae, reivindican su papel como "más trascendente que nunca": "El papel que asumen los productores de música en este nuevo escenario es, consecuentemente, más trascendente que nunca. La posibilidad de generar riqueza comienza con un proceso que, en la mayoría de las ocasiones, se inicia con la detección del talento y la posterior grabación y difusión gestionada con una compañía productora de música que, mediante sus áreas de marketing y comunicación, logran desencadenar todo el negocio potencial derivado. El cambio de hábitos en el consumo de música de estos últimos años no parece haber afectado a los productores, que mantienen intactas sus funciones y siguen siendo claves para dar a conocer nuevos artistas y repertorios".



La radiografía de Promusicae también hace escala en el marco político que ha conocido el sector a lo largo de estos últimos ocho años, desde el primer Libro blanco de 2005. Los autores subrayan que solo el 6% de las ayudas aportadas por el Ministerio de Cultura en sus políticas de fomento se han dedicado al sector de la música. Y destacan tres circunstancias legislativas que no han hecho sino agudizar las dificultades: el incremento del IVA desde el 8 al 21% (septiembre de 2012), la práctica supresión del sistema de compensación equitativa por copia privada (30 de diciembre de 2011) y la "absoluta incapacidad de los distintos gobiernos para tomar medidas efectivas contra la piratería, primero física y luego digital".