María Jerez

Todo lo que hizo Marilyn Monroe sigue sirviendo de inspiración para nuevas obras. Cuando la mítica voz entonó "I wanna be loved by you, nobody else but you, I wanna be loved by you alone, paah-deeedle-eedeedle-eedeedle-eedum, poo pooo beee dooo!" en Con faldas y a lo loco (Billy Wilder, 1959), nadie sabía que esas últimas frases sin sentido servirían de numen a María Jerez (Madrid, 1978) para crear su última pieza de en vivo: ba-deedly-deedly-deedly-dum ba-boop-be-doop!, en la que se recrea la banda sonora de una película que no existe. La coreógrafa preestrena la pieza en Tanzfabrik Berlín con la colaboración del programa PICE de Acción Cultural Española.



Se trata del previo de un proyecto que está en la recta final: "Estamos dentro de una plataforma artística que pertenece a una red europea de diferentes centros de arte, teatro y festivales que se llama Apap", explica María Jerez. Para esta pieza se ha rodeado de artistas con los que había trabajado antes. "Era importante para mí que fuera gente cercana tanto artística como personalmente porque es la primera vez que invito a tanta gente a trabajar conmigo desde cero", apunta. Se trata de una pieza en la que intervienen seis personas y se trabaja el uso del cuerpo como altavoces para crear un coro que al cantar y hablar configuren una película. "La escuchas pero no la ves, es su banda sonora. Trabajamos desde muchos puntos de vista, desde el lugar en el que te imaginas una película y desde la perspectiva en la que estás haciendo otra cosa mientras la comentas, de modo que el cuerpo está en dos lugares a la vez", analiza. Como si un filme nos poseyera. Como si hablásemos a través de las cintas.



Además, el uso del espacio en esta obra intenta romper la barrera entre público y bailarines. Por un lado se ofrece la experiencia sonora que proyecta una ficción que nunca llega a verse pero el espectador está encomendado a ser activo para captar la propuesta y, por otro, están los seis cuerpos que habitan el espacio y hacen que el espectador se sume a la idea de cohabitación o coexistencia. "Queremos que el público se sienta cómodo, como en su casa. Como si estuvieran viendo una película desde el sofá en lugar de en el cine", analiza Jerez.





Imagen de la obra ba-deedly-deedly-deedly-dum ba-boop-be-doop!



Una propuesta original y arriesgada que se puede enclavar dentro de la danza contemporánea aunque la artista no suele "utilizar convenciones marcadas". No se identifica con la danza contemporánea española debido a que su recorrido ha sido otro. Este arte, al parecer, se estila y depura más fuera de nuestro país: "Estamos en un momento muy conservador a nivel político y muy difícil para todo lo que sea riesgo, tanto político como artístico", se apena. Su deseo es poder abrir lugares colaborativos con instituciones siempre que "se cuestione políticamente". Y añade: "Veo que las cosas desaparecen pero igual es bueno que las cosas desaparezcan para que luego vuelvan a aparecer".



En este sentido, opina que los procesos de trabajo se apoyan más fuera que en nuestro país. "En España ocurren en La Casa Encendida de Madrid, en Secció irregular, Mercat de les Flors de Barcelona y algunos en Bilbao. Y a la vez alaba la labor de Mugatxoan desde la que "hacen de puente entre artistas visuales y artistas que trabajan con el cuerpo y el arte vivo más cercano a la danza y a la performance", concluye.



Comenta, por otro lado, que la han llamado coreógrafa a menudo ya que sus coreografías se ven como el movimiento de ideas y desplazamiento de elementos del lenguaje lo que produce que el espectador esté en continuo movimiento de asociaciones. "Hay traslados de elementos de la ficción a la realidad y viceversa". Porque para Jerez cada proyecto se presenta como la elaboración de un nuevo lenguaje.



Tanto es así que lleva sumida en un nuevo proyecto desde hace mucho tiempo pero no encuentra la manera de poder hacerlo realidad. Se llama Johnie y transcurre en América. "Tiene que ver con una localización cinematográfica específica de Los Ángeles, es un edificio abandonado que antes era un diner típico americano", cuenta. La artista hizo un viaje a esta ciudad en busca de lo real de la ficción cinematográfica, es decir, lo que hay de real fuera las películas, lo que hay detrás de la escena que captura la cámara. Captar la realidad en sí misma, lo que esconde la ficción detrás de todos los focos, los actores, el mito de la perfección y esa historia que se nos antoja real a nuestros ojos de espectadores pasivos.