El conjunto Concerto de' Cavaleri durante una actuación.

El Auditorio Nacional acoge el próximo domingo la ópera de Vivaldi Tito Manlio, que integra el programa Universo Barroco del Centro Nacional de Difusión Musical. Será interpretado por la formación 'Concerto de' Cavaleri' y por voces como la de Vivica Genaux.

Otro fastuoso plato nos trae, este 23 de marzo, la serie Universo Barroco del CNDM: la ópera Tito Manlio de Vivaldi, que será servida con la base del excelente conjunto instrumental Concerto de' Cavaleri y un selecto grupo de buenas y especializadas voces, lo que nos dará oportunidad de adentrarnos en el, aún por descubrir en parte, muy rico mundo de la ópera del célebre Prete Rosso, que desde que estrenara en 1713 Ottone in villa, no abandonaría ya el género hasta poco antes de su muerte en 1741.



Los estudios e investigaciones más recientes han puesto de relieve que, sin dejar de ser él mismo, sin perder su característica personalidad, Vivaldi tenía también cosas que decir en el ámbito teatral, al que aportó, curiosamente, siendo como era en un principio -y por eso se le conoce hoy fundamentalmente- un creador instrumental, rasgos importantes y definidores que impulsaron y actualizaron el género. Se construiría pronto un estilo personal. Remo Giazotto resume muy bien en su libro sobre el autor (Vivaldi. Mursia Editore. Milán, 1984) lo que define al Vivaldi operista, que nunca, evidentemente, puede entenderse sin el Vivaldi instrumental.



Esto último aporta a su lenguaje lírico una notable potencia y relieve, con el espléndido trabajo en las introducciones, con el subyugante arco melódico de los adagios (sobre todo en las arias de ritmo lento y reflexivo), el uso staccato y nervioso del ritmo, muchas veces ostinato, en los allegros de las arias de bravura o de tempesta. A todo ello hay que sumar el valor descriptivo de ciertos pasajes alusivos y la importancia concedida a los ripieni, con presencia de todo el efectivo orquestal, en secciones intercaladas en mitad de un aria y entre recitativo y recitativo. Y la incorporación a las arias de elementos que las hacen integrarse en un todo fluido y progresivo.



En Tito Manlio hay arias da capo, arias bipartitas y fantásticos ariosos. Ahí tenemos el aria del protagonista Se il cor guerriero, de complejo acompañamiento; las de Lucio Combatta in gentil cor, con mucha trompetería, Fra le procelle, de típica bravura, y Parla a me, que establece un bello unísono de la voz y las cuerdas, y el dúo Vitellia y Servilia Dar la morte. Por citar sólo unos pocos ejemplos que se integran en el acontecer dramático con naturalidad. Curiosamente, Vivaldi nunca utilizó la palabra ópera para referirse a una obra dramática; si acaso la aplicaba a la representación operística en sí. Walter Kolneder (Guía de Vivaldi. Alianza. Madrid, 1989) recuerda que Peter Ryom, autor del principal catálogo del compositor, no contabilizaba más de 35 óperas salidas de la pluma del cura pelirrojo. Pero también destaca que en carta de 21 de enero de 1739 el propio músico hablaba de 94; y así lo resaltaba Reinhard Strohm, uno de los grandes investigadores actuales de la obra del veneciano (Arias de óperas italianas de los comienzos del settecento, 2 vols. Colonia, 1976).



La interpretación madrileña que comentamos parece ofrecer garantías pues al lado de la agrupación de instrumentos originales que dirige Marcello di Lisa y que nació en la Scuola Normale Superiore de Pisa, se sitúa, como ya hemos destacado, un buen equipo vocal presidido por la mezzo Vivica Genaux (Tito). Algo sorprendente considerando que la parte en cuestión fue estrenada por el bajo Francesco Benedetti. A su lado la sensible y refinada soprano María Espada (Vitellia), la entusiasta mezzo Anne Hallenberg (Servilia), la también mezzo Nerea Berraondo, un reciente descubrimiento (Lucio) y el tenor Magnus Staveland. En atriles la versión revisada de 1720. Casi cuatro horas de música.