Escenarios

José Luis Temes

“La nostalgia mató a la zarzuela”

4 abril, 2014 02:00

José Luis Temes

El director de orquesta publica El siglo de la zarzuela. 1850-1950, documentado trayecto por la historia de nuestro género lírico. En esta entrevista con El Cultural rebate muchos de los tópicos que la asedian: machismo, centralismo, endeblez dramática... Y elige las cuatro zarzuelas esenciales que jalonan esos cien años.

La conversación transcurre en el Café Comercial. No por casualidad. En el añejo local de la glorieta de Bilbao (mesitas de marmol, paredes forradas de espejos, columnas estriadas), Pablo Sorozabal tocaba el violín cuando era un veinteañero. Todo ilusión y empuje juvenil. Décadas después, en una esquina asomada a la calle, instaló su tertulia. El gesto ya se le había ensombrecido. Su credo liberal topó con un franquismo inflexible. Y sus últimas zarzuelas, intentos de revitalizar el género, fueron recibidas con indiferencia por un público que antes de la guerra le había encumbrado. En los 40 nuestra ópera nacional era un enfermo terminal. Lo recuerda el director de orquesta José Luis Temes (Madrid, 1956), que acaba de publicar El siglo de la zarzuela. 1850-1950 (Siruela), poco más de quinientas documentadísimas páginas que recorren su nacimiento, auge y decadencia.

-Dice que la zarzuela es el "movimiento artístico de mayor dimensión y arraigo social de la historia de la cultura española". Eso es mucho decir...
-No digo que haya sido el fruto artístico de mayor envergadura ni que otros movimientos no hayan aupado nuestro arte a cotas más elevadas. Pero sí fue el de mayor calado temporal y social. Impregnó todo un siglo y concentró el interés de aristócratas y pueblo llano, de ancianitos y estudiantes...

-Nació como rebelión frente a la colonización de la música italiana. La idea era acuñar un género lírico propio, como se había hecho en Francia, Alemania... ¿Por qué tardó tanto en germinar aquí ?
-Pues porque nuestro siglo XIX avanzaba con mucho retraso en comparación con el resto de Europa por culpa de Fernando VII. La convulsión social constante ralentizó las iniciativas culturales que surgían en los países de nuestro entorno.

-Curioso que ahora sea un italiano el director del Teatro de la Zarzuela, ¿no?
-Es una anécdota... Pinamonti es un apasionado de la música española. Está en muy buenas manos.

-Está trayendo registas internacionales. ¿Por ahí puede enganchar al público de nuevo?
-Sin duda. Aplaudo la iniciativa pero con una observación: no se puede traicionar el género en aras de su divulgación. La zarzuela es lo que es, para lo bueno y para lo malo. Yo nunca le pondría a Las Meninas vaqueros para popularizarlas.

-Teme que le suceda lo que a la ópera, sometida hoy día al régimen del regista...
-Con una diferencia de actitud. La Tosca de Puccini se santifica, es intocable. Pero todo el mundo cree que puede entrar a saco en las obras de Chueca so pretexto de que son débiles teatralmente. Con Verdi se puede ser iconoclasta pero sin discutir sus libretos. Mientras que cuando se es con Bretón surge una cierta sonrisilla de superioridad. Eso es lo peligroso.

-La cuestión dramática, sin embargo, le preocupaba enormemente a los zarzueleros más connotados.
-Barbieri, fundador del género, dejó de componer cuando vio que era imposible encontrar libretos de calidad. Sorozábal no paraba hasta dar con uno bueno. No hay que olvidar que la zarzuela es un intento de musicalizar el teatro. Algo que se pierde de vista con las antologías que se representan ahora, en las que se entresacan los grandes éxitos de cada obra. No lo critico pero es una traición al origen de la zarzuela. La gente iba a ver una historia envuelta en música. Y sus intérpretes son medio actores, medio cantantes.

-¿Entonces porque sigue vigente el tópico de que en la zarzuela las partituras son bastante superiores a los libretos?
-Esa afirmación debe ser matizada. O por lo menos hacerse extensible también al 90% de la ópera: los argumentos de La sonámbula o La favorita, por ejemplo, son para morirse de risa. Y al pop. Basta leer las letras de She loves you o Love me do de los Beatles. Enrojecen hasta las butacas. Entonces por qué meterse sólo con Chueca o Chapí. El problema no es específico de la zarzuela sino de todo el teatro clásico. Sus ritmos han sido desplazados por los del cine y la televisión. Al que está acostumbrado a ver las películas de Woody Allen le cuesta mucho tragarse completa una pieza de Galdós, o de Shakespeare, o de Tirso de Molina, con discursos sobre el honor de varios minutos.

-¿Fue entonces el cine el que mató a la zarzuela?
-Para mí su defunción la marca el hecho de que Sorozábal no tuviera éxito con sus últimos títulos. Las de caín o La eterna canción son zarzuelas que mantenían los logros del género aunque con un planteamiento que abría nuevas puertas. Pero el enfermo no tenía remedio. El público había mitificado el pasado y ya sólo demandaba los títulos antiguos. Esa nostalgia mató a la zarzuela.

-¿Le ha afectado mucho el cliché de ser un movimiento centralista y madrileñista?
-Demasiado. Muchos incluso la asocian todavía al franquismo. Es un disparate. De hecho, fue durante la dictadura cuando murió. En Barcelona tenía un tirón enorme. El Paralelo acogió muchas zarzuelas aunque es cierto que terminó escorándose hacia la revista. Incluso hubo un intento de hacer zarzuela en catalán, con frutos notables.

-También afirma que contribuyó muchísimo a la liberación de la mujer española. Le van a devorar las feministas...
-Bueno, pero es así. Es que los fenómenos sociales hay que verlos a la luz de la historia. Los primeros concursos de misses en España los presidía el presidente Alcalá Zamora, y lo hacía con convicción militante, porque creía que ayudaban a las mujeres a liberarse del sometimiento a sus maridos y de sus padres. Los coros de bailarinas enseñando las piernas hoy pueden parecer machistas, pero esas chicas, jugándose la reputación en el escenario, consiguieron que se normalizasen costumbres como fumar, cruzar las piernas, vestir vaqueros...

-¿Se escuchará/se verá zarzuela dentro de un siglo?
-(Segundos de duda) Creo que sí...