El Brujo hace balance de su vida sobre el escenario con versos del Siglo de Oro
El reciente Premio Corral de Comedias de Almagro estrena un nuevo montaje con poemas de Lope de Vega, Cervantes, Quevedo y San Juan de la Cruz.
16 julio, 2024 02:15Rafael Álvarez 'El Brujo' ha decidido redoblar la dificultad de sus monólogos volviendo a la lírica del Siglo de Oro con el estreno, este martes en el Festival de Almagro, de Mi vida en al arte, “un espectáculo en el que el centro y la periferia, la motivación y la justificación, el punto de partida y el objetivo final solo son versos, versos y más versos”.
Pese a todo, hay una justificación más: recoger los mejores poemas de su vida en las tablas afrontando así, en formato de recital, una asignatura pendiente que ha arrastrado durante años.
“El verso le confiere al actor un magnetismo y una luz que no puede darle nunca el cine, por más excelente que sea una producción cinematográfica, ni por supuesto la televisión”, señala el actor de Lucena, que, tras el verano, cumplirá 74 años (más de 50 sobre los escenarios).
“Hay espectadores maravillosos que son adictos al patrimonio literario del Siglo de Oro”. El Brujo
Para El Brujo, que acaba de recibir el Premio Corral de Comedias del certamen manchego, “vivimos en una civilización predominantemente visual y la conformación del mundo se organiza a través del sentido de la vista en combinación con los rayos de la imagen. Pero ese mecanismo sensorial fascinante no puede proveerte del recogimiento y la interiorización que proporciona el ritmo, la rima y la conexión misteriosa del verso con el elemento sutil del espacio y del aire”.
Hay más. El actor, que ha protagonizado montajes como San Francisco, juglar de Dios, El Evangelio de san Juan, Teresa o el sol por dentro, Misterios del Quijote, Autobiografía de un yogui, Los dioses y Dios y El viaje del monstruo fiero, considera que el verso rompe el tiempo y se pone al lado del espíritu de fiesta que es siempre el teatro del Siglo de Oro: “Los textos clásicos revisten el arte escénico de su antigua dignidad y de su magia irrepetible y el verso le confiere al actor magnetismo y luz. Por eso, el verso es siempre la asignatura pendiente para cualquier actor que ame realmente el teatro. Asumo esta afirmación”.
Como casi todos los veranos, El Brujo mantiene una ruta vertiginosa con varias obras sobre el escenario. El Lazarillo de Tormes, Iconos o la exploración del destino (tercera parte de la trilogía formada por Esquilo, nacimiento y muerte de la tragedia y Los dioses y Dios que ha estrenado en el Festival de Mérida) y Cómico son las obras que mantendrá sobre el escenario durante la canícula como si fueran platillos chinos. El Brujo se considera un bululú, un cómico que lleva su memoria y su pasión por el teatro de pueblo en pueblo, de festival en festival.
En Mi vida en el arte sube al escenario a los más grandes: Lope de Vega, Shakespeare, Cervantes, Calderón, Quevedo y San Juan de la Cruz, entre otros. “Pese a que se ha reducido mucho el público aficionado al teatro clásico, actualmente me encuentro con espectadores maravillosos que son adictos a este patrimonio literario, que es un reflejo de una gran potencia cultural como fue España”, explica a El Cultural.
El cómico tiene muy claro que los tres grandes pilares de nuestra tradición escénica son el teatro griego y romano, Shakespeare y el Siglo de Oro español: “Ahí está todo dicho. Los grandes autores hablan de su contexto histórico y social pero también de lo que pasa por su mente. Son un reflejo del alma humana. También, claro, la obra de nombres como Valle-Inclán o Arthur Miller”.
Pero es la situación del teatro en general la que preocupa a El Brujo: “Ha caído mucho en los últimos tiempos –señala–. Necesita dinero y no hay dinero para el teatro en estos momentos. Se hacen cosas buenas porque se ha adaptado a base de hacer obras pequeñas o de montar festivales con menos obras. Se ven muy pocos montajes con grandes elencos como antes. Al final, como es mi caso, no tienes más remedio que hacerlo solo con menos medios”.