Image: Festival de Dresde, el volcán musical entra en erupción

Image: Festival de Dresde, el volcán musical entra en erupción

Escenarios

Festival de Dresde, el volcán musical entra en erupción

Arranca este viernes la 37ª edición de la cita alemana, repleta de nombres prominentes: Barenboim, Gardiner, Hilary Hahn, Ivor Bolton...

23 mayo, 2014 02:00

Edición pasada del Festival de Música de Dresde. Concierto al aire libre frente a la catedral.

Dresde transpira música por los cuatro costados. Wagner pasó largas temporadas en la conocida, con justicia, como la Florencia del Este. Bach encandiló a sus habitantes tocando los órganos de sus iglesias (qué privilegio) en el siglo XVIII. Richard Strauss gustaba de estrenar sus óperas en la capital de Sajonia (Salomé, Elektra, Der Rosenkavalier...). Una tradición que arrancó en 1901 con el estreno en la Hofoper de Feuersnot, que había sido censurada por las autoridades prusianas en Berlín, donde originalmente el compositor muniqués quería darla a conocer.

El Festival de Música de Dresde ha decidido montarla en junio (7, 9 y 10) en los jardines del Palacio Real. Será la primera vez que este emblemático emplazamiento acoja una representación operística, que, además, tendrá como atractivo el hecho de la orquesta del festival interpretará la partitura straussiana, tan desplazada del repertorio canónico, con instrumentos históricos. La responsabilidad recae sobre la espalda de Ivor Bolton, el nuevo director musical del Teatro Real y muy vinculado al ciclo germano. La idea es que suene como lo hizo a comienzos del siglo XX, una buena manera de conmemorar a Strauss en el 150° aniversario de su nacimiento.

No será el único guiño que le haga la cita alemana. El viernes 23 de mayo, día en el que arranca, Daniel Barenboim, al frente de la Staatskapelle de Berlín, abordará su poema sinfónico Una vida de héroe en la Semperoper, joya de la arquitectura teatral mundial levantada por Gottfried Semper entre 1871 y 1878 y arrasada por las bombas aliadas en 1945, como toda la ciudad. Un desastre superado por el tesón de su gente, que en pocos años logró devolver a su urbe el aspecto elegante y distinguido de siempre.

"Es un ejemplo de resistencia contra la barbarie. Y en ese espíritu de supervivencia el sustrato cultural ha sido crucial. Lo queremos transmitir desde el festival es esa fuerza creativa de la cultura. Por eso el festival, aunque está centrado en la música, también se abre a otras expresiones artísticas: danza, arquitectura, pintura, videoarte, cine..", explica a El Cultural Jan Vogler, director del Festival, en un céntrico hotel junto a la Frauenkirche (Iglesia de Nuestra Señora).

Este reputado violenchelista, fogueado en la Staatskapelle de Dresde y ahora lanzado en su carrera en solitario, desgrana un programa apabullante para cualquier melómano, que se extiende hasta el 10 de junio. La lista de nombres de relumbrón es extensa: Sir John Eliot Gardiner capitaneando la Orquesta Sinfónica de la Radio de Baviera, Paavo Järvi empuñando la batuta ante hr-Sinfonieorchester y la violinista Hilary Hahn, Riccardo Chailly y la Orquesta Gewandhaus de Leipzig, Thomas Hampson, Anoushka Shankar, Ute Lemper... Se echará mucho de menos a Claudio Abbado y a su Orquesta Mozart, que estaban invitados para esta 37ª edición del festival. No podrá ser tras la reciente muerte del maestro italiano y la defunción financiera de su querida formación radicada en Bolonia.

"Es la suma de muchos esfuerzos. Las instituciones musicales de la ciudad echan el resto durante las semanas del festival. Y afortunadamente contamos con algunas de referencia mundial, como la Staatskapelle de Dresde. Aparte de estos recursos propios, llegan ensembles y solistas de todo el mundo, de un altísimo nivel. Lo que yo intento crear a lo largo del año es un volcán para que entre en erupción a partir del 23 de mayo", remacha Vogler.