Luis Prendes en Don Juan Tenorio (1949), de Luis Escobar, con escenografía de Dalí.

La pasión del teatro de los cuarenta llega hoy al Centro Dramático Nacional con Estampas, una obra de Blanca Baltés dirigida por Roberto Cerdá que recupera una dura década en la que coincidieron grandes talentos escénicos.

Buero Vallejo, Benavente, Foxá, Marquina, Mihura, Pemán, Jardiel Poncela, Edgar Neville, Rivas Cherif, Tamayo, Margarita Xirgu, Enrique Llovet... Todos estos nombres y muchos más aparecen en el homenaje que el Teatro María Guerrero realizará entre este viernes, 30, y el próximo domingo al teatro español de los años cuarenta. En Estampas, la autora Blanca Baltés y el director Roberto Cerdá recuperan a profesionales y lugares del siglo XX español cuya trayectoria no se conoce, o se conoce mal, porque trabajaron en esos tiempos oscuros, a menudo mal contados y casi siempre dolorosos, de nuestra historia reciente.



Una idea del director del Centro Dramático Nacional, Ernesto Caballero, y la tesis doctoral de la autora encendieron la chispa. Estampas del teatro en los cuarenta muestra algunos hechos del oficio, con sus grandezas y miserias, y busca el mayor rigor en los datos con libertad absoluta en la ficción escénica. Los personajes son reales pero las situaciones están desarrolladas desde un punto de vista puramente dramático. Baltés, reconoce a El Cultural, lo entiende como un desafío: "Era un reto condensar diez años, retratar una época y un modo de hacer en 70 minutos sin soltar una lección de historia, intentando atrapar al mismo tiempo al espectador y sorprenderlo. Por suerte, los grandes profesionales que fueron en su día los personajes de la obra me han facilitado mucho el trabajo. Ha bastado con reunirlos en un café, que podría ser el Parnasillo u otro similar".



De Ricardo Calvo a Celia Gámez

A la autora del texto le interesan Ricardo Calvo y Lola Membrives por su huella añeja y profunda, y Rafael Martínez Romarate por su larga experiencia y su campo de actuación, la luz, una auténtica rareza para la época: "Después llegó Celia Gámez como contraste por su trabajo en un género que hoy se tacha alegremente de frívolo sin tener en cuenta el rigor con el que se hacía, Eduardo de Lalama por su inexperiencia inicial y por sacar a escena a los técnicos, un colectivo que nunca vemos y que olvidamos fácilmente, y, cómo no, Luis Escobar y Cayetano Luca de Tena, portadores y representantes de las dos grandes novedades del teatro español de los cuarenta: los primeros teatros nacionales y la labor estable del director de escena. Los demás llegarían a través de todos ellos".



Para Baltés, el teatro en aquella época tenía otro valor, otra cercanía, una dignidad profesional y unas posibilidades que hoy apenas podemos explorar, que muchos responsables de salas y espacios no se plantean y que la mayoría de los espectadores tampoco reclaman. "En Estampas -precisa la autora- se perfila un debate constante entre generaciones y usos profesionales. Aún no hemos recuperado aquel primigenio sentido del teatro que vincula lo que sucede en escena con lo que pasa en la sociedad". Los encargados de encarnar a tan ilustres protagonistas son Antonio Gómez, Guadalupe Lancho, Elisa Marinas, Juanma Rodríguez, Rafael Rojas y Fernando Soto.