Image: Boomerang, teatro contra la psicopatía financiera

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Escenarios

Boomerang, teatro contra la psicopatía financiera

13 junio, 2014 02:00

Cuando Ernesto Caballero tomó las riendas del Centro Dramático Nacional impulsó el proyecto Escritos en la escena, una especie de laboratorio que, como principal objetivo, busca colocar a los dramaturgos españoles al pie del escenario. La idea de fondo es que vayan tejiendo, codo con codo con directores e intérpretes, sus propios textos, hasta que cobren cuerpo sobre las tablas. Bajo esta fórmula ya han sido alumbrados cinco montajes: Proyecto Milgram, de Lola Blasco; La comedia que nunca escribió Mihura, de Carlos Contreras; La ceremonia de la confusión, de María Velasco; Serena apocalipsis, de Verónica Fernández; y Haz clic aquí, de José Padilla.

Ahora llega la sexta entrega (a partir del miércoles 18 en el María Guerrero), Boomerang, firmada por Blanca Doménech y moldeada por el propio Caballero. La obra se sitúa en una enorme ciudad financiera. Los protagonistas (encarnados por Juan Calot, Jorge Machín, Mona Martínez, Paco Ochoa y Ana Rodríguez) pertenecen a la casta dominante, un grupúsculo de avariciosos sin freno que goza con el dolor que originan. "Boomerang surgió de la reflexión sobre los modelos de conducta exitosos que imperan en el sistema capitalista, entre los que destaca, probablemente por encima de todos, el comportamiento psicopático", explica Doménech, formada en la RESAD.

Esos regentes de una arrogante plutocracia ven en cualquier atisbo de emocionalidad un obstáculo para sus fines. Todo se mueve por el interés práctico y material. El mercado dicta la hoja de ruta a la que no hay más remedio que plegarse. "Estos factores, sin embargo, no convierten a los personajes en seres monstruosos, carentes de atractivo e inteligencia. Muy al contrario, son grandes creadores de atmósferas fascinantes y embriagadoras". Doménech ha intentado huir del trazo grueso e ir a la raíz humana de esas pulsiones egocéntricas tan nocivas para su entorno. "Tal vez somos nosotros quienes deberíamos preguntarnos en qué medida admiramos, envidiamos e imitamos a estos seres que se creen dioses. ¿Acaso nuestras ansias de dominio valen tanto como para vivir en un mundo sin auténticas emociones?".