Llega este domingo a los jardines de Sabatini, en Madrid, el espectáculo Noche de desconcierto, en el que Luis García Montero, Rocío Márquez y Rosa Torres-Pardo fusionan poesía, flamenco y música clásica.

Poesía, flamenco y música de piano. Esos son los ingredientes de Noche de desconcierto, el espectáculo que traen el próximo domingo a los jardines de Sabatini el poeta Luis García Montero, la cantaora Rocío Márquez y la pianista Rosa Torres-Pardo. Desde unas tonadillas Goyescas al cancionero popular de la música de Albéniz, o desde un canto sefardí a una jota de Falla o a un fandango del Padre Soler, muchos son los estilos, y las artes, que tendrán cabida en la representación. Se trata, en palabras del poeta granadino, de poner a dialogar "distintas tradiciones", y por encima de todas a la tradición culta de la música de Torres-Pardo (ella está especializada en clásica) y la tradición popular de Rocío Márquez, que abreva en el cante jondo y el flamenco. "Reivindicamos -dice el poeta- la importancia de una cultura popular en franca decadencia, una cultura que está, cada vez más, invadida por la zafiedad". Se refiere, claro, a eso que entendemos hoy por popular, y que no dejan de ser distintas versiones de una cultura de consumo. "Nos hemos olvidado de la importancia de la elaboración culta de esa tradición popular, pegada a la calle", dice el escritor.



Y lo popular puede darse en compases de Falla, Turina, Granados, Albéniz o García Lorca, y puede salir de un piano, una voz y unos versos recitados en voz alta. "Ofreceremos tres bloques -explica Torres-Pardo-, y en ellos tendrán cabida goyescas, tonadillas de Granados (más románticas, cantadas desde la libertad del cante de Rocío Márquez), piezas lorquianas..." Los poemas de García Montero "irán adensando" el espectáculo hasta una última parada, en El amor brujo de Falla". Entre tanto, añadirán los artistas piezas que no están en el programa, y eso con el fin de que la representación sea "algo nuevo, pero reconocible".







García Montero leerá varios poemas que ha escrito para la ocasión, entre ellos uno dedicado al piano de Torres-Pardo, otro a la música soul, otro al tango y otro a su admirado García Lorca. "La música es vital en mi obra, pero creo que esto no es nada nuevo, pues ha serlo para la obra de todo poeta", comenta el autor de Alguien dice tu nombre; y recuerda que un día, hace años, Jaime Gil de Biedma le dijo que los poemas habían de ser siempre escuchados por su autor antes de darse al público, pues sólo de esa forma sería el poeta consciente de la música de las palabras. "Él me animó a que me grabara y escuchara mis poemas y desde entonces lo hago". La música como consistencia de las palabras, y las palabras como base de una poesía que, o es musical, o no es.



Pero el lenguaje lírico, dice García Montero, lleva en su naturaleza un peligro, que es lo que viene a combatir de algún modo un espectáculo como el del domingo: "El poeta, en esa búsqueda constante de la palabra exacta y de los matices puede caer, a veces, en cierto elitismo que lo aleja de la realidad. Y ahí es donde entra la música y su tradición popular. Ya en la Edad Media, pero también en el barroco, o en Bécquer, la estrategia de los poetas para darse a la gente ha sido la de abrir las ventanas para que entre la canción, pues cuando se produce esa alianza, gana la poesía y gana también la música".



No es la primera vez que García Montero y Rosa Torres-Pardo trabajan juntos; ya lo hicieron en un homenaje a Albéniz, también hilado por unos poemas del granadino en torno a la suite Iberia. De aquella vez, recuperarán ahora "sensaciones" asociadas a la obra maestra del compositor español, dice la pianista, como "ese aire de estar al sur del sur, que hace que uno sienta el calor, el sol, los recuerdos, las tardes apacibles de verano..."; y añade que lo determinante aquí fue encontrar la voz de Rocío Márquez, "una voz perfecta para cantar lo lírico desde lo popular" y que se complementa con el otro pilar, Luis García Montero, "para que, entre todos, hagamos que surja la magia". Para Torres-Pardo esta parada en lo popular es también un desahogo, pues a ella, dedicada a la clásica, le hace vivir la música "de un modo más teatral, sobre todo gracias a ese toque poético y al modo en que se mueve Rocío, que no solo canta, sino que también baila y hace que la música se mueva. Se trata, al final, de renovar lo que llevamos tocando toda la vida".



El nombre del espectáculo se debe a que, tal y como explica Rosa Torres-Pardo, "en principio nunca sabemos cómo va a encajar [empezaron los ensayos para esta actuación el jueves], pero al final, no me digas cómo, acaba encajando todo perfectamente".