Tala, montaje de Krystian Lupa.
El pulso teatral en Polonia late intenso. Buena muestra es el circuito de festivales domésticos, muchos de ellos con una larga tradición, como el Malta Festival de Poznan, cuya sección Idiom estuvo comisariada el año pasado por Rodrigo García. El director hispanoargentino explicaba a El Cultural que en Polonia se "toman realmente en serio el teatro", un comentario con forma de venablo hacia los responsables públicos de la cultura en España, incapaces a día de hoy de forzar la bajada del IVA a niveles equiparables al entorno europeo. Otro escaparate de la creación escénica polaca es el Divine Comedy, que se celebra estos días en Cracovia (hasta el domingo). De hecho, esta cita se concentra específicamente en la producción nacional.Este año ha decidido ensartar en su programación las tendencias rupturistas y los lenguajes más innovadores con planteamientos de corte más clásico. "Es una señal de compromiso con ambas estéticas. Queremos crear un espacio de encuentro entre ambas, establecer un respetuoso y enriquecedor contraste", advierte Bartosz Szydlowski, director artístico del festival. Esta apuesta híbrida se condensa en la sección Inferno, donde se presentan 13 nuevas producciones que compiten entre sí. La última palabra la tiene un jurado internacional. "En Inferno queremos exhibir el diálogo intergeneracional que se está produciendo en nuestros escenarios. El teatro es una plataforma crucial para fomentar la reflexión sobre los cambios sociales pero sobre todo un espacio artístico que proporciona a los jóvenes un trampolín para lanzar su talento".
Escena de Towianskiites: King of Clouds
En este apartado competitivo también concurre Krystian Lupa, uno de los directores polacos con más proyección internacional. Hace escasas semanas pudimos ver en Temporada Alta de Gerona su versión de Tala, el texto de Thomas Bernhard en el que despedaza (una vez más) a las clases dirigentes austriacas. Este mismo montaje es el que lleva a Cracovia, en donde ejerce como bisagra entre vanguardistas y tradicionalistas. En esta última categoría figura A Couple of Poor, Polish-Speaking Romanians de Agnieska Glinka, una tragicomedia que pretende barrenar las justificaciones del capitalismo desbocado. Y The Second Woman, trabajo de Grzegirz Jarzyna basado en Opening Night de John Cassavetes que retrata el impacto que el paso del tiempo ocasiona en los seres humanos.