Pierre Boulez junto a Pierre Laurent Aimard tras un recital. Foto: Roger Mastroiani.

Uno de los acontecimientos del nuevo año que acaba de empezar es el recital que, dentro del ciclo Grandes intérpretes de la Fundación Scherzo, va a dar en el Auditorio Nacional, el próximo día 13 de este mes, el pianista francés Jean-Pierre Aimard. En programa una sola obra: el Libro I de El clave bien temperado de Juan Sebastián Bach. Nada menos. 24 Preludios con sus correspondientes Fugas. Este pianista galo, venido al mundo en Lyon en 1957, es por muchas razones una rara avis. Desde los mismos comienzos de su andadura, que se inició formalmente en 1964 dentro de las aulas del conservatorio de su ciudad natal, donde obtuvo ya un primer premio cinco años más tarde, revalidado en 1972 en el Conservatorio de París. Sus estudios con Yvonne Loriod, esposa de Messiaen, supusieron un primer acercamiento a la música de este compositor, que habría de marcar ineluctablemente su actividad.



Aimard se caracteriza por su digitación, de una nitidez y de una precisión magníficas, por su ancho espectro dinámico, por la gran seguridad de ataque, aun en pasajes de alto virtuosismo; que no son obstáculo para la obtención de un colorido de una iridiscencia realmente ígnea. De alto interés será comprobar de qué forma estas virtudes casan con la técnica y la estética de un monumento como El clave bien temperado. La búsqueda durante años para fijar un sistema de temperamentos iguales tuvo un fruto importante en la obra del alemán Andreas Werckmeister, publicada en 1691, que dividía matemáticamente la octava en 12 semitonos y permitía acordes precisos. Un antecedente básico.



Esta gran partitura bachiana es en realidad una obra científica, de soluciones poco menos que matemáticas que resolvió de la manera más lógica el problema del temperamento o afinación de los sonidos. En el Libro I, publicado en 1722 en Cöthen, se puede leer, y ello nos aclara por dónde iban los tiros del Cantor: "El clave bien temperado, o preludios y fugas en todos los tonos y semitonos, todos ellos con la tercera mayor o do, re, mi, y con la tercera menor o re, mi, fa. Para la práctica y el provecho de jóvenes músicos deseosos de instruirse y para recrear a aquéllos que son ya duchos en este arte". Preludio, forma libre, suerte de improvisación, y Fuga, la pieza arquitectónica por excelencia, capaz de desarrollar varias voces al mismo tiempo y que para Schumann, gran amante de la obra, constituía una verdadera partitura de carácter en el más elevado sentido de la palabra. La afinación, de la manera en la que finalmente la fijó Bach, con la división del tono en dos partes iguales, era sin duda necesaria para la ejecución de esas piezas, que recorren, pues, todo el ciclo de las tonalidades mayores y menores.



Anotemos que Aimard estará también con la misma obra en Oviedo (Auditorio Príncipe Felipe, 9 de enero), San Sebastián (Kursaal, 11) y Barcelona (Palau de la Música, 15) y que presentará su grabación con Deutsche Grammophon de esta monumental partitura.