Image: Sainete chino en Matadero

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Escenarios

Sainete chino en Matadero

13 marzo, 2015 01:00

Gloria Muñoz, Lola Casamayor (arriba), Huichi y Chen Lu. Foto: Sergio Parra.

Luis Luque escenifica la primera comedia de Paco Bezerra, El señor YE ama los dragones, retrato de los prejuicios que turban las relaciones con Oriente.

La comunicación con la comunidad china es dificultosa. Los códigos culturales diversos abocan a la confusión. Su hieratismo nos parece indiferencia. Nuestra extroversión aspaventera les parece una injerencia. Pero el entendimiento resulta casi obligatorio. Su presencia en España es cada vez más numerosa e influyente. Bien lo sabe el dramaturgo Paco Bezerra, cuya familia fue "rescatada" por los chinos asentados en su pueblo (El Alquián, Almería): les alquilaron las naves de un negocio ruinoso de losas y revestimientos para transformarlas en restaurantes y almacenes de todo a un euro.

Aquella experiencia se la guardó en la mochila de las historias y, cuando la Sala Beckett de Barcelona le invitó a un taller de escritura, empezó a desarrollarla. El laboratorio tenía como premisa mezclar lenguas y Bezerra, osado, se decantó por el chino. Compuso una escena que luego, bajo el respaldo una beca del Inaem, extendió hasta cuajar El señor YE ama los dragones. Una obra salpicada de parlamentos en la lengua oriental, que en las Naves del Español, donde se estrena el miércoles (18), serán desencriptados en los sobretítulos.

La trama discurre en un edificio-colmena de una gran ciudad española. Allí viven Magdalena (Gloria Muñoz) y Amparo (Lola Casamayor), castizas señoras de vecindad. La aparición de la misteriosa sombra de un mendigo en el portal las pone en guardia y deciden romper el cordón sanitario trazado desde hace años alrededor de las inquilinas chinas del sótano, la señora Wang (Chen Lu) y Xiaomei (Huichi Chiu), la hija que la cuida. Sospechan que ellas pueden saber algo sobre el espectro.

Y también sobre la densa bruma que ha envuelto la ciudad, sacudida por constantes revueltas callejeras de indignados. "Esa niebla simboliza la ceguera en que vive instalada la sociedad contemporánea. Estamos saturados de información contradictoria, un fenómeno que se ha multiplicado con las redes sociales y que nos impide identificar la verdad", explica Bezerra a El Cultural. La obra toma el título de un proverbio chino muy popular que compendia el pavor de los hombres a enfrentarse a la realidad. "Lo que nos gusta es la representación del dragón, no el dragón auténtico, que nos asusta. Ese dicho ilustra muy bien lo que sucede hoy: nos asomamos al mundo a través de pantallas pero nos intimida tener un contacto directo con él".

Las protagonistas de El Señor Ye... inician sus pesquisas para descubrir qué sucede. "Es una búsqueda que recuerda a la de Edipo, empeñado en conocer la causa de la epidemia que asuela Tebas. Ya veremos si finalmente, al conocer la verdad ‘verdadera', querrán arrancarse los ojos como él", continúa Becerra, muy cauto a la hora de deslizar datos. Sus reservas tienen sentido. En gran medida estamos ante una especie de thriller costumbrista, en el que convergen el suspense hitchcockiano y la cotidianidad mundana de nuestros barrios.

Luis Luque, que ya ha montado un par de textos de Bezerra (La escuela de la desobediencia y su versión de El pelícano de Strindberg), se encarga de fundir los diversos géneros que encierra el texto. Él mismo los enumera: "Está el humor que mana de los malentendidos del choque cultural; el plano social, con un país hundido en una crisis económica; el retrato naturalista de un vecindario; la tragedia del ser humano enfrentado a sus miedos; el realismo mágico con esa niebla perenne... El reto ha sido ensamblarlos sin que se tapasen los unos a los otros. Una tarea a la que debo muchos desvelos".