Image: Jurowski afronta la tormenta de Parra

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Escenarios

Jurowski afronta la tormenta de Parra

27 marzo, 2015 01:00

Michail Jurowsky, seguro y minucioso sobre el podio. Foto: Xurxo Lobato.

La Orquesta Sinfónica de Galicia es una de las que más obras de vanguardia introduce en su progra- mación. No es raro ver en los conciertos del conjunto gallego algún que otro estreno y primeras audiciones en La Coruña de composiciones de más rara aparición en otras latitudes. Fiel a su costumbre, inaugura la sesión del viernes (27) en la ciudad norteña, repetición de la que se celebra el jueves (26) en El Ferrol, con una partitura de nuestros días debida a uno de los creadores más singulares, originales y potentes de nuestro panorama compositivo, el barcelonés Héctor Parra, un talento que ha encontrado en París su sitio. Allí ha trabajado como compositor residente en el IRCAM. Su formación la debe, en el Conservatorio de Barcelona, a Guinovart y Padrós. Importante fue asimismo la posterior influencia recibida de Ferneyhough y Harvey.

En la ciudad del Sena fue donde la Orquesta Nacional de la Isla de Francia, bajo la dirección de David Porcelijn, estrenó, el 23 de abril de 2006, su Lumières Abyssales-Chroma I, una revisión de su anterior Chroma, de 2004. Obra poderosa, compleja, densa, turbulenta, llena de procelosa agitación, en la que pueden rastrearse influencias de Pierre Boulez y, particularmente, aunque integradas en un discurso muy dispar, de Edgar Varèse. Pentagramas muy representativos del estilo refulgente y agresivo del músico, un sólido teórico dotado de una magnífica técnica, siempre a la búsqueda de nuevas formas de expresión, que gusta de manejar libremente recursos electrónicos, perfectamente asimilados al flujo sinfónico. Su escritura, con frecuencia esquinada, está teniendo también reconocida proyección en el mundo pianístico, vocal y escénico. Aquí tantea conexiones con una suerte de esoterismo tecnificado.

Tras esta composición, que dura en torno a 11 minutos, la Sinfónica de Galicia acompañará al pianista ruso Kirill Gerstein (1979) en el Concierto n° 2 de Prokofiev, obra de envergadura, con la que el compositor inauguraba lo que se ha dado en llamar su fase futurista. Muy conveniente para las maneras del teclista, que ganó en 2001 el primer premio del concurso Rubinstein de Tel-Aviv y fue uno de los pupilos de Bashkirov en la Escuela Reina Sofía de Madrid.

La batuta que moverá el discurso es la del veterano director ruso Michail Jurowski (1945), padre del hoy muy afamado Vladimir. Su seguridad en el podio, su minuciosidad y su talante expresivo, probados en mil batallas, podrán apreciarse a continuación, durante la exposición de la célebre Sinfonía inacabada de Schubert, que, desde su concentrado lirismo y su aleteante tono trágico, cambiará el panorama de la sesión. Sus dos movimientos están poblados de claroscuros. Más sombrío el primero, que parte de una misteriosa enunciación nacida en las profundidades. El segundo es más cálido y poético, aun así se manifiesta atravesado de amenazadores presagios. Unidos componen una de las más hermosas páginas de toda la literatura sinfónica.