El teatro bulle en las carteleras. A pesar de las dificultades sigue abriéndose camino hacia el público, con una oferta variada y nutritiva, que abarca todo tipo de géneros y formatos. La contestación social, la comedia desenfadada, la veta ceremonial, la tragedia griega, el absurdo surrealista, el rigor documental, el recuerdo a los autores exiliados, el Siglo de Oro... Una suculenta amalgama que confirman los 12 finalistas de la novena edición del Premio Valle-Inclán concedido por el Cultural de El Mundo y patrocinado por la Fundación Coca-Cola. Entre ellos, encontramos a actores, directores y autores, representantes de la excelencia que desborda los escenarios madrileños. Este lunes, un jurado presidido por el jurista y dramaturgo Antonio Garrigues Walker elegirá mediante el método Goncourt al ganador de los 50.000 euros y la estatua de Víctor Ochoa con que está dotado el galardón. Suerte para todos.
José Sacristán. Actor. El loco de los balcones
Un papel monumental
Foto: Javier Naval
1. ADAPTAR AL NOBEL.Tercera entrega de las obras de Mario Vargas Llosa en el Teatro Español. El loco de los balcones llegó de la mano de Gustavo Tambascio en la dirección y de la asombrosa interpretación de José Sacristán. 2. CUARENTA AÑOS DESPUÉS. El 27 de septiembre de 1975 José Sacristán terminaba el rodaje de la película Pantaleón y las visitadoras. Casi 40 años después el actor se enfrentaba a un nuevo texto del Nobel. Y lo hizo encarnando al profesor Aldo Brunelli, preciso retrato de Bruno Roselli, un personaje que el autor de La ciudad y los perros conoció en la Universidad Nacional Mayor de San Marcos, en Lima, durante los años 50.
3. AIRES QUIJOTESCOS. Sacristán dejó prácticamente todo para protagonizar esta tragicomedia en la que se cruzan conceptos como soledad, melancolía, suicidio y autenticidad. Es El loco de los balcones una obra con connotaciones quijotescas que según su director sería imposible sin Sacristán: "Emana con su voz los vapores y las vibraciones de un papel monumental".
4. BALCONES COLONIALES. El protagonista de esta obra escrita en 1993 -historiador de arte, viudo, de avanzada edad- dedica su vida a proteger y rescatar balcones coloniales. La calidad y grandeza de El loco de los balcones es que no quiere emitir ninguna doctrina. Es abierta. Y eso que denuncia de forma clara los atropellos inmobiliarios y los principios de la especulación... tan de actualidad en nuestros días. Sacristán en su plenitud.
Ernesto Caballero. Director y adaptador. Rinoceronte
Orquestador de elencos
Foto: Marco Gpunto
1. LOS TEMPOS DE LA SOLEDAD. Su puesta en escena enriqueció la metáfora antitotalitaria de Ionesco. Tras podarla y 'desguiñolizarla', el montaje va cerrando el plano sobre el aislamiento de Berenger: la epidemia rinocentista afecta primero a sus conciudadanos, luego a sus amigos y por último a su pareja. Buena fórmula para intensificar la angustia. 2. LA LÓGICA DEL ABSURDO. Volvimos a comprobar que el absurdo de Ionesco y compañía se asienta en un lógica bien estudiada. Su caos está muy medido. Y certificamos también la voracidad de este autor, que recicla para el teatro todos los materiales de la realidad. Un hito en la modernización del lenguaje escénico.
3. OPORTUNO. Ionesco trazó un alegato frente a los procesos totalitarios que disuelven la conciencia individual. Un fenómeno contra el que la condición humana, a pesar de tantos tropiezos, no se ha inmunizado. El Rinoceronte nos lo recordó en estos tiempos propicios para iluminados.
4. ENVOLVENTE. Igual que en Montenegro, Caballero orquestó de nuevo un elenco numeroso. Y le sacó el máximo provecho con una coreografía envolvente y electrizante que trascendía el escenario y se deplegaba por el patio de butacas. Viyuela encarnaba con fineza gestual los diversos registros de la desesperación. Y Fernando Cayo deslumbró con su brutal mutación en perisodáctilo.
Concha Velasco. Actriz. Hécuba
Lección de intensidad
Foto: T.E
1. PURA EMOTIVIDAD. Lecciones de intensidad dramática impartió Concha Velasco en el Teatro Español, que llenó cada función (llenazos que han tenido continuidad en su gira por España). El público quedó conmovido con el desgarro y la emotividad que imprimió a la monarca troyana. 2. CÉNIT INTERPRETATIVO. La popular actriz, con varias décadas sobre las tablas a cuestas, no se había adentrado todavía en la tragedia griega. Era una cuenta pendiente en su carrera. La oportunidad de saldarla le llegó en el mejor momento: cuando todas sus facultades interpretativas, decantadas por los años, han alcanzado su cénit: en equlibrio, en exactitud y en dominio de los tonos y los tempos expresivos. Este reto la encumbró definitivamente en nuestras tablas.
3. AULLIDO ANCESTRAL. Ella misma reconoció que era el papel más importante de su vida. Muy díficil encarnar el dolor de Hécuba, martirizada por la muerte de sus hijos, sin incurrir en el histronionismo efectista. Supo hacer creíble y cercano su aullido ancestral.
4. COMPAÑEROS DE VIAJE. Para no descarrilar en este tour de force, a Velasco le flanquearon dos sólidos compañeros de viaje. Mayorga firmó una versión en la que prescinde del prólogo anticipatorio, decisión encaminada a inyectar cierto suspense. Y José Carlos Plaza redondeó el montaje volcado en la vertiente dramática.
Ignacio Amestoy. Autor. Dionisio Ridruejo. Una pasión española
Un dramaturgo con historia
Foto: María Lorenzo
1. DESGARRO INTELECTUAL. Su retrato de la intensa peripecia política y existencial del líder falangista la había rematado hacía más de tres décadas. El CDN le dio al fin la oportunidad de lucir un sugerente texto que ahonda en el dilema intelectual de Ridruejo, que se rasgó la camisa azul al comprobar la deriva pragmática del franquismo. 2. TEATRO-DOCUMENTO. Amestoy apoya su perfil escénico de Ridruejo en la hemeroteca y el archivo. Cimientos que consolidan su veracidad. Varios pasajes reproducen algunos de sus discursos o pronunciamientos: el de exaltación fascista al término de la guerra, el de su apostasía del régimen y el de la refundación de la USDE, poco antes de morir.
3. RITO Y SURREALISMO. La puesta en escena la firmó Juan Carlos Pérez de la Fuente. Realzó la veta ritual de la pieza, con la que Amestoy presentaba al poeta como otro mártir canibalizado por la España cainita. Y también inserta su dosis surrealista dentro de una escenografía que recreaba un gimnasio cuartelario.
4. ALTER EGO. El dramaturgo esculpe al coronel Arenas, personaje que se mira en el espejo de Ridruejo y revive sus dos pasiones: la justicia y la libertad. Valores que se esfuerza por convertir en moneda corriente en España. Ese papel lo levantó, rotundo y matizado, Ernesto Arias. Con Daniel Muriel y Paco Lahoz como partenaires de altura.
Lluís Pasqual. Director. El caballero de Olmedo
Un clásico con sello de autor
Foto: Sergio Enríquez-Nistal
1. VOLVER A LOPE. La idea de llevar al CNTC este Caballero de Olmedo arrancó con el encargo de Helena Pimenta, directora de la institución. Pasqual, que ya lo subió a escena en 1992, sugirió la coproducción junto a la joven Compañía del Lliure. Para volver a meterse en la obra tenía que compartir la mirada con la de esta nueva generación. Para Pasqual, la preparación interpretativa de este tipo de obras exige una gran formación técnica, desde el dominio del canto y la esgrima hasta la respiración del texto a través de las métricas que propone el verso. 2. MICROCIRUGÍA. Pasqual trabajó el texto a partir de la versión fijada por Francisco Rico y puso en práctica un proceso de "microcirugía" a la hora de adaptarla al escenario, especialmente en las últimas escenas en las que, según el director, la obligación de la época obligaba a Lope a un final feliz y a una exaltación de la figura del monarca.
3. EN FORMATO PERIODÍSTICO. El mensaje que este Caballero de Olmedo manda a la actualidad está realizado casi en formato periodístico.
4. NUEVAS PREGUNTAS. Pasqual subrayó la parte más lírica del texto, que es donde más cómodo se encontraba. El resultado es una obra más ‘popular' en el sentido lopesco del término. El tiempo pasado y el trabajo en el precioso castellano de Lope permitieron hacernos nuevas preguntas.
Blanca Portillo. Actriz. El testamento de María
El monólogo para la excelencia
Foto: Fernández Orengo
1. POR LA SENDA DE TÓIBÍN. Una de las novelas más celebradas de Colm Tóibín, El testamento de María, pasó por el festival Grec y por las tablas del Teatro Valle-Inclán de la mano de Agustí Villaronga en la dirección y de Blanca Portillo como única protagonista. La obra nos muestra a la madre de Jesús, ya mayor en su exilio de Éfeso, cargada de recuerdos y profundos sentimientos. 2. UNA HEROÍNA TRÁGICA Y COTIDIANA. La adaptación al teatro del cineasta Agustí Villaronga profundiza en esta faceta íntima de uno de los personajes centrales de la religión católica. El monólogo supuso para Blanca Portillo un nuevo desafío interpretativo -tras Hamlet y Segismundo, entre otros- que cargó de matices el personaje del escritor irlandés. Mostró una Virgen tan de carne y hueso que de su actuación surgió una heroína, trágica a veces pero también muy cotidiana.
3. LA CULPA. De los sentimientos con los que la actriz trabaja, el de la culpa es el que planea en todo momento. Lo que podía haber hecho y no hizo, o no pudo hacer... Y por encima de todo, el amor. Otro sentimiento. En este caso un amor de madre que añora a su marido y a su hijo, a los que amó de una forma dulce, sencilla y plena.
4. UNA POTENTE ESCENOGRAFÍA. El artista Frederic Amat subrayó con su escenografía la entrega de la actriz y la potente carga emocional que Tóibín inoculó en su texto.
Sanchis Sinisterra. Autor. Éramos tres hermanas
Chéjov entreverado con Beckett
Foto: Javier Barbancho
1. EN EL LIMBO. Ubicó a Olga, Masha e Irina, las tres hermanas chejovianas, en un limbo beckettiano, fiel a su prolongada querencia por autor irlandés. En él su tiempo se apelmaza y se quiebra: el pasado y el futuro se entrelazan en un presente inmóvil. Ahí están varadas las protagonistas, cada una arrastrando sus frustraciones, la sensación de que todos los trenes ya han pasado. 2. EL CUBO. Carles Alfaro expresó gráficamente ese estancamiento encerrándolas en un cubo, una especie de jaula transparente. El material que se interponía entre las actrices y el público era una malla hexagonal que reforzaba la atmósfera vaporosa, suspendida.
3. MEMORIA, ENSUEÑO, REALIDAD. Sanchis Sinisterra intervino libremente en el texto con la intención de agravar la apariencia de caos entre memoria, ensueño y realidad. Incluso se permitió injertar fragmentos de reflexiones de Chéjov, consciente de que el teatro es un artificio que "sólo puede aspirar a remedar la vida".
4. ENCARNAR EL DESENCANTO. La poda acometida por el dramaturgo tenía un objetivo claro: concentrarse en la evocación desencantada del trío de hermanas. De ahí la importancia de la interpretación, que bordaron, alternando el tono nostálgico con chispazos humorísticos, Julieta Serrano, Mariana Cordero y Mamen García. Sutileza e ingravidez.
Alfredo Sanzol. Autor y director. La calma mágica
Lucha y vitalismo
Foto: Luis Castilla
1. COMEDIA VITAL. Los personajes de La calma mágica huyen de la melancolía. Son seres vitales que luchan, que se frustran pero que, pese a todo, vuelven a intentarlo. Es la visión de Alfredo Sanzol, su autor y director, que puso sobre las tablas del Teatro Valle-Inclán un montaje cómico, muy delirante y alucinado. 2. EL RITMO DE LAS EMOCIONES. El texto narra el momento en el que Olivier (Iñaki Rikarte) intenta que Martín (Aitor Mazo) borre un vídeo que le ha grabado en el trabajo mientras dormía junto al ordenador. "A partir de ahí -explica Sanzol- se configura un ritmo muy vivo que se mezcla con momentos más solemnes, como si se parara el tiempo y los personajes se pusieran a buscar entre sus emociones".
3. HOMENAJE Y RECUERDO AL PADRE. El embrión de la obra nace en 2012, a propuesta de Fernando Bernués y Koro Etxeberria, productores ejecutivos de la compañía Tanttaka. Nada más ponerse a escribir sucedió algo que cambiaría radicalmente el proyecto: la muerte de su padre. Eso le provocó la necesidad de escribir algo para él a modo de homenaje.
4. AMOR, OBSESIÓN... ELEFANTES ROSAS. Sanzol nos transporta a África, a los elefantes rosas, al amor, a la obsesión, a las escopetas de caza, a la traición, a los sueños robados... Todo eso y mucho más nos sale al encuentro en La calma mágica.
Paloma Pedrero. Autora y directora. Magia-Café
El talento del compromiso
Foto: PP/CDC
1. TEATRO SOCIAL. El teatro para Paloma Pedrero no sólo es una pasión, es una forma de vida. En ocasiones también cumple una función social, de ayuda a los demás. Esto es lo que planteó en Magia-Café, que montó en varios escenarios, entre ellos el de la Sala Cuarta Pared. Se trata de una pieza en la que trabaja con su ONG, Caídos del cielo, haciendo que gente sin hogar y personas mayores en riesgo de exclusión social se adentren en el mundo de la escena. 2. DESAHUCIAR A DESAHUCIADOS. El argumento de este Magia-Café gira en torno a tres mujeres que ocupan una casita en el parque de una gran ciudad para acoger a gente sin hogar. Allí hacen teatro, música... Pero las quieren desahuciar porque la casa no es suya.
3. DEL DOLOR A LA BELLEZA. Pedrero consigue con su proyecto demostrar que el teatro tiene un poder enorme para ayudar a la gente a salir adelante. Nos propone un lugar en el que se puede hablar de todo lo que pasa convirtiéndolo en poético. Transforma así el dolor en belleza.
4. UNA AVENTURA TEATRAL. El proyecto de Paloma Pedrero ha obtenido el Premio Talía. Su asociación ha sido reconocida con el VII Premio Dionisos de la Unesco Comunidad de Madrid para proyectos teatrales. "Queremos estar cerca de los que sufren. La aventura del arte nos hace ser mejores", declara la autora y directora, fiel a sus principios.
Santiago Sánchez. Director. Decamerón negro
Viaje a la semilla
Foto: L.I
1. MEMORIAS DE ÁFRICA. Erotismo, tradición oral, danzas de ida y vuelta, deseo... África. Todo esto y más está incluido en el Decamerón negro que Santiago Sánchez y Hassane Kouyaté llevaron a los Teatros del Canal con L'Om Imprebís. 2. RITOS. La relación de Santiago Sánchez y su compañía con África arranca en 2002, cuando presentan por primera vez en Guinea Ecuatorial Imprebís. A partir de ese momento ponen en marcha su primer montaje de temática africana, La mujer invisible, y sus estudios sobre los ritos y celebraciones del continente.
3. INVESTIGACIÓN ANTROPOLÓGICA. Los trabajos del antropólogo alemán del siglo XIX Leo Frobenius recopilados en su Decamerón negro subieron al escenario gracias al riguroso trabajo del director de Orígenes.
4. MADUREZ Y SABIDURÍA. Santiago Sánchez ha alcanzado en los últimos años su plena madurez creativa. El éxito junto a Carlos Martín de Transición (elegida por los críticos de El Cultural mejor montaje de 2013) ha sido una buena prueba de ese estado de gracia. Sus espectáculos se han podido ver en escenarios de más de 20 países, entre ellos los de Estados Unidos, Perú y Argentina.
Arturo Fernández. Actor, director y productor. Enfrentados
El nuevo rostro del camaleón
Foto: C.A.F
1. ENÉSIMO DESAFÍO. Arturo Fernández ha vuelto a poner a prueba su talento en las tablas (como actor, director y productor) con esta obra de Bill C. Davis que ha cosechado premios allí donde se ha representado. Desde el Premio Molière en Francia a los estadounidenses Theatre World Award y Drama Desk Award. Tras romper moldes en el Canal con Ensayando a Don Juan (a las órdenes de Boadella reivindicó los códigos caballerosos del seductor), ahora da un paso más en el papel del Padre José María. 2. FINA IRONÍA. Acompañado por David Boceta (el seminarista Tomás de la Casa), Arturo Fernández se mete en la piel de un carismático sacerdote que derrocha sentido del humor y, como es habitual en buena parte de sus personajes, fina ironía.
3. DE BROADWAY AL AMAYA. Enfrentados se estrenó en Broadway en 1980, llegó a Londres dos años más tarde de la mano de Rupert Everett y fue en París donde alcanzó uno de sus puntos culminantes con Jean Piat.
4. TEATRO CON MAYÚSCULAS. Arturo Fernández nos reconcilia con lo mejor de nuestro teatro.
José Ricardo Morales. Autor. Ciclo en el Centro Dramático Nacional
Un siglo de teatro
Foto: Chicho/Archivo CDT
1. EXILIO SIN NOSTALGIAS. El CDN recuperó la obra de José Ricardo Morales con Oficio de tinieblas (1966), Las horas contadas (1967), La corrupción al alcance de todos (1995) y Sobre algunas especies en vías de extinción (2007). Gracias a este proyecto, liderado por Salva Bolta, Aitana Galán y Víctor Velasco, pudimos ver en el María Guerrero al Morales más genuino, representante del exilio sin nostalgias (se fue a Chile en 1939, donde ha escrito gran parte de su obra). 2. ECONOMÍA DE MEDIOS. A sus casi cien años, el autor malagueño se distingue por su economía de medios y por plantear lo inexplicable del mundo, la dificultad de comunicación y la deshumanización de la sociedad. Por todo ello, y por su coincidencia con algunas obras de Beckett, se le ha vinculado al teatro del absurdo.
3. EL TEATRO COMO VOLUNTAD Y REPRESENTACIÓN. En sus textos denuncia la vida que se apaga, así como la del teatro que suele representarla.
4. HOMBRE Y DESTINO. En el teatro de Morales el hombre no es un ser inexplicable: es producto de las fuerzas históricas que marcan su conducta.