Foto: Marco Borggreve/La Cetra
El ciclo barroco del CNDM se cierra este próximo 19 de abril con La fida Ninfa de Vivaldi, ópera pastoril que nos permite realizar una nueva cata en la parcela lírica del Prete Rosso, tanto tiempo marginada en favor de su obra instrumental. Estamos ante uno más de los logros del músico en un terreno en el que pudo desarrollar también sus habituales características, centradas en la búsqueda de una temática neta y clara, en la importancia de los tutti y en la persecución del éxtasis contemplativo de los movimientos lentos. La organización de las arias y los recitativos seguía siempre en su mano un plan cuidadosamente trazado, igual para la mayoría de los casos, con da capo de libro y ornamentos prodigiosos, a menudo sugeridos por el autor que dejaba, siguiendo la costumbre de la época, ancho campo para que el intérprete reescribiera prácticamente las repeticiones.La fida Ninfa fue estrenada en el Teatro Filarmónico de Verona el 6 de enero de 1732. Vestía un libreto del poeta Scipione Maffei, redactado en realidad para otro compositor, Giuseppe Maria Orlandini, que declinó el encargo al trasladarse a Florencia. Vivaldi recogió el testigo y compuso una obra llena de gracia, elegante, delicada, que, tras su alumbramiento y su representación en Viena con el título Il giorno felice (1737), durmió el sueño de los justos hasta su recuperación en 1958 en virtud trabajo de Angelo Ephrikian, que la grabó entonces.
La acción no presenta ninguna originalidad, pero no importa, y menos en una interpretación concertante, porque los pentagramas son de alto nivel. Los recitativos poseen una gran expresividad y una insólita variedad. Y las intervenciones instrumentales, sobre la cuidada línea de canto, son magníficas. La base de la orquesta es, naturalmente, la cuerda, pero los vientos intervienen muy funcionalmente, en determinados momentos. Así, las trompetas y los timbales en el aria de Oralto del final del acto tercero y último; las trompas en el instante de la consabida tempestad o las flautas en el aria de Elpina Cento donzelle. Hay sutiles diálogos y un hermoso trío, S'egli è ver, al cierre del acto primero.
Muy buenas voces son las que nos van a ofrecer este manjar operístico, muy reconocidas las principales: las sopranos María Espada y Roberta Invernizzi, la mezzo Romina Basso, el tenor Topi Lehtipuu y el contratenor Carlos Mena. Este último canta la parte que estrenara el castrato contralto Stefano Pasi. La batuta estará en manos del enérgico, fustigante, seco y animoso Andrea Marcon, que tendrá en sus manos a un conjunto de época idóneo para el cometido: La Cetra Barockorchester de Basilea.Todos ellos estarán también en el Teatro Rosalía de Castro de La Coruña (21), dentro de la temporada lírica de la Orquesta Sinfónica de Galicia.