Image: Damrau, puro lied en la Zarzuela

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Damrau, puro lied en la Zarzuela

24 abril, 2015 02:00

En la XXI edición del ciclo de lied del Teatro de la Zarzuela reaparece la soprano germana Diana Damrau (1971), que ya actuó en su XVI edición. El repertorio de esta nueva actuación, que se celebrará el próximo día 28 de este mes, es insólito por el hecho de que en este caso la cantante va estar acompañada no por un piano, sino por un arpa, que va a estar tañida por el magnífico Xavier de Maistre, que, en solitario, ofrecerá un arreglo de El Moldava de Smetana debido a Hanus Trnecec.

De Liszt, Damrau interpreta la canción Le rossignol, que es a su vez una transcripción para piano de un tema popular recogido por Alabyev. El arreglo con arpa fue realizado en 1842 por Henriette Renié. Ignoramos de quién son las transcripciones para el instrumento de cuerdas verticales de los doce lieder de Strauss anunciados, entre ellos algunos tan conocidos e inspirados como Befreit o Ruhe, meine Seele. Ni tampoco las operadas en las Canciones gitanas de Dvorák, que cierran el recital. Se espera una gran tarde, dadas las calidades en juego.

Diana Damrau -de tan notable parecido físico a la actriz norteamericana Helen Hunt- canta exquisitamente, modula, apiana, gorjea, ataca con la máxima limpieza en el empleo de su instrumento de origen lírico-ligero bastante corpóreo, afinado, extenso e igual. A sus 43 años, es decir, en plenitud de medios, en el punto de madurez justo, cuando no ha mucho que tuvo su segundo hijo -está casada con el bajo-barítono francés Nicolas Testé- su voz ha ido evolucionando, como es lógico, hacia lo lírico puro, sin que al parecer haya perdido su satinada coloración, el brillo refulgente de su timbre, la descomunal extensión -dicen que hasta un la 5-, la prodigiosa seguridad de ataque.

Una de las características de su voz es también el vibrato, acusado, pero controlado, eléctrico, verdaderamente stretto, en la línea de Beverly Sills. Una cualidad que hace estimulantes sus acrobacias, sostenidas por un sólido manejo y administración del fiato con base en un diafragma sensacional. De ahí que no hayan tenido nunca dificultades especiales para ella las pirotecnias más complicadas, los gorjeos más relucientes, las fioriture más deslumbrantes; como las de la Reina de la noche de La flauta mágica de Mozart, uno de los personajes en los que primero empezó a acreditarse, poco después de su debut en Würzburg tras estudiar en sus mocedades con las probas profesoras Carmen Haganu (en esa ciudad) y Hanna Ludwig (en Salzburgo).

La ventaja de Damrau sobre otras sopranos lírico-ligeras coloratura era y es la de que su instrumento posee una cierta carnosidad, una pulpa lírica más compacta, un cuerpo más presente. Como se pudo apreciar en su fenomenal Zerbinetta de Ariadne en Naxos del Real. Ha ido acometiendo, paulatinamente, papeles de cierta enjundia dramática, como el de la misma Reina mozartiana, pero enfocada desde otros ángulos, o los de Lucia, Sonámbula, Gilda o Violetta. Con estos dos últimos obtuvo señalado éxito en el Met y en La Scala. Se ha comparado a la soprano alemana con Edita Gruberova, cuando ésta era joven, naturalmente. La emisión de Damrau es más franca, direccional y la voz más fresca y restallante. Claro que la eslovaca era asimismo fantástica, acrobática y demoledora en sus buenos años. No ahora.