El concierto de este fin de semana de la Orquesta Nacional es importante por tres razones. La primera es la de que se estrena una composición, encargada por la entidad al almeriense Juan Cruz Guevara (1972), un músico ya muy avezado, con un amplio catálogo a sus espaldas. Trabaja con cuidado la materia sonora empleando un lenguaje atonal de muy variados recursos y rica tímbrica. La partitura lleva por título Ahimsa. La segunda se centra en la figura del director invitado, el moscovita Dima Slobodeniouk, que creemos no ha dirigido antes al conjunto capitalino y que rige en la actualidad, tras una provechosa etapa en Finlandia, a la Orquesta Sinfónica de Galicia, que heredó de Víctor Pablo Pérez y con la que trabaja a satisfacción, según se cuenta por ese territorio atlántico.



En La Coruña están encantados con él y con su programación, que gira bastante en torno a la música de su país y a la nacida a principios del siglo XX. Y ahí, en la obra elegida como base de la sesión, reside la tercera razón que otorga validez a la cita. Se trata de la Sinfonía n° 5 de Nielsen (1922), compositor danés no frecuentado por estos lares. Es una partitura poderosa y bien estructurada, que está atravesada de ese hálito intensamente lírico que caracteriza al músico. En medio de las dos obras apuntadas se sitúa el Concierto para violín n° 1 de Shostakovich (1948), que sin duda casa estupendamente con ellas. El excelente Joshua Bell, un artista de magnífica formación, será el solista en el Auditorio Nacional.