José Ricardo Morales

El escritor valenciano, que ha fallecido a los 100 años, cultivó principalmente el ensayo y la dramaturgia, apostando por un teatro renovador y experimental

José Ricardo Morales, que el 3 de noviembre de 2015 había cumplido 100 años, ha fallecido en Santiago de Chile. Autor de ensayos y de más de 40 obras teatrales, en las que puso en juego la experimentación y la indagación en el teatro del absurdo, el escritor se había exiliado en el país suramericano al término de la Guerra Civil española, en el año 39, y fue pasajero del Winipeg, el barco que fletó Pablo Neruda para, en nombre de su país, sacar a los exiliados españoles de la Francia colaboracionista de Vichy. Antes Morales estuvo recluido en el campo de concentración de Saint-Cyprien.



Nació en Málaga en 1915, aunque para referirnos a él la tierra que hay que mencionar es Valencia. Su familia era de allí y allí volvieron cuando el escritor tenía tan solo un año de vida. En la Universidad de Valencia estudio Magisterio y Filosofía y Letras. Los motivos para el exilio, una vez que los sublevados ganaron la contienda, los encontramos en el papel que desempeñó en el seno de la F.U.E. (Federación Universitaria Escolar), una asociación universitaria progresista cuya intención era modernizar la vida universitaria, y sobre todo en participación en el grupo teatral El Buhó, que dirigió Max Aub, otro ilustre exiliado. Además, participó en la guerra en el Ejercito Popular Republicano aunque nunca perteneció a ningún partido politico.



Ya asentado en Chile, país que le otorgó la nacionalidad en 1962, José Ricardo Morales se convirtió en una destacada figura intelectual, llegando a ser miembro de la Academia Chilena de la Lengua y doctor y catedrático de la Universidad de Historia del Arte la Facultad de Filosofía y de Arquitectura en la Universidad de Chile. En 1941 participó junto a Pedro de la Barra en la fundación del Teatro Experimental Chileno, que con los años daría lugar al Teatro Nacional del país. También pondría en marcha, junto a otros exiliados españoles como Arturo Soria o José Ferrater Mora, la editorial Cruz del Sur.



La piedra de toque de su dramaturgia sería El embustero en su enredo, perfecto ejemplo del teatro experimental que desplegaría en más de 40 textos dramáticos. Como nos indica Javier Villán en El Cultural, otra de sus obras, Oficio de tinieblas (1966), en donde la economía de medios es total pues se desarrolla en la oscuridad tabsoluta, pudo haber influido en Samuel Beckett que poco después escribiría dos obras parecidas. "Puede que haya sido esta circunstancia, la coincidencia con Beckett, la que empuja a algunos a emparentar a Morales con el absurdo y más concretamente con una de sus figuras más representativas, si no la que más; lo cierto es que, por encima de esta coincidencia, la idea de un mundo inexplicable, la dificultad de comunicación, la deshumanización está presente en buena parte del teatro de este autor español. El hombre no es un ser inexplicable y al albur; es producto de fuerzas históricas que marcan su conducta", escribía Villán.