Imagen de los ensayos de El sueño de una noche de verano. Foto: Tato Baeza

El coliseo valenciano remata la temporada operística con la magistral versión de A Midsummer Night's Dream

firmada por Benjamin Britten. Paul Curran ejerce como director de escena y Roberto Abbado gobierna el foso.

Accede al Palau de les Arts, que en esta temporada crítica, tras la marcha de Helga Schmidt, ha salvado muy decorosamente los muebles con Davide Livermore al frente, la ópera de Britten El sueño de una noche de verano (Midsummer Night's Dream), que estará en cartel los días 10, 12, 14, 16 y 18 de junio en una nueva producción del teatro firmada por Paul Curran, que es el artífice también de la escenografía y la coreografía. Sigue así, aunque con calma, su moderna carrera en nuestro país esta mágica narración dramático-musical, que ya conoció en los últimos tiempos sendas interesantes recreaciones a cargo de Robert Carsen y de Pier Luigi Pizzi, estrenadas, respectivamente, en el Liceo de Barcelona y la Zarzuela de Madrid.



No parece que vaya a desmerecer de aquellas esta propuesta que lleva un sello muy inglés y que deberá traer hasta nosotros nuevamente las peripecias de esa noche maravillosa en la que todo toma un nuevo sesgo impulsado por la fantasiosa imaginación de Oberon, el rey de las hadas, un personaje poético del altos vuelos, un deus ex machina emanado de las antiguas leyendas y que Britten supo describir y envolver con una música verdaderamente exquisita, traducida por una pequeña orquesta, que toma cuerpo, por ejemplo, en la hermosísima aria I Know a Bank, integrada en la escena segunda del primer acto y en la que el personaje revela sus intenciones y proyectos. Es una pieza neobarroca que se desarrolla a través de seis secciones distintas, cada una con un tempo, un tema y un color instrumental diferente. Magistral.



El sueño de una noche de verano es una obra que nos muestra la calidad del lenguaje del compositor británico, dueño ya en 1959 de una caligrafía muy personal, resultado de una paulatina depuración de las formas y de una estilización de las estructuras clásico-románticas. El libreto fue escrito a medias por Britten y su amigo y pareja, el tenor Peter Pears. Decía el músico que "no tenía tiempo para hacer uno nuevo". Pero extraerlo, después de un trabajo detallado y paciente, de una obra como la de Shakespeare no era nada fácil, incluso más delicado. Se conservó casi íntegra la distribución original. Este proyecto determinó que el compositor dejara por un tiempo el trabajo que venía realizando acerca de otro asunto no menos importante: la elaboración de la ópera corta Curlew River, la primera de las tres llamadas ‘parábolas para la iglesia'.



La obra literaria original había sido ya ilustrada por Purcell y Mendelssohn y por otros autores ingleses menos conocidos: Leveridge en 1796, Lampe en 1735, Smith en 1755, Bishop en 1815… El gran acierto de Britten es la clarificación de una comedia un tanto confusa manteniendo casi la unidad de tiempo (dos días en lugar de cuatro) y de espacio. Decorado casi único, el bosque y la fiesta en casa de Teseo. Los cinco actos se convierten en tres, con una disposición más lógica en busca de la tensión dramática.



La dirección musical corre a cargo de Roberto Abbado, el tercer hombre fuerte, junto con Livermore y Biondi, del actual Palau de les Arts. Las voces son todas británicas, empezando por la del contratenor Christopher Lowrey (Oberon) y siguiendo por las de sus compañeros: Nadine Sierra (Tiyania, que tiene un aria coloratura de bigote), Brandon Cedel (Theseus), Iulia Safonova (Hippolyta), Mark Mylhofer (Lysander), Dan Kempson (Demetrius), Nozomi Kato (Hermia), Leah Partridge (Helena), Conal Coad (Bottom)… y un largo etcétera que se contiene las voces que darán vida a los aldeanos. La orquesta es la de la Comunidad Valenciana.