James Rhodes. Foto: Richard Ansett
Banda sonora del libro Instrumental.
Porque el pianista James Rhodes no se hizo famoso con el libro (aunque su fama aumentó notablemente desde su publicación), sino con su revolucionaria manera enfocar y divulgar la música clásica, secuestrada a su juicio por un puñado de carcas elitistas y reacios a cualquier cambio. Harto de portadas de discos con "acuarelas francesas o tíos con pajarita y cara de estreñimiento", Rhodes posa en las suyas como una estrella de rock y utiliza títulos como Razor Blades, Little Pills & Big Pianos (Cuchillas, pequeñas píldoras y grandes pianos) o Now Would All Freudians Please Stand Aside (Ahora, por favor, que se aparten los freudianos). Toca en público en salas de concierto tradicionales pero también en salas de rock, como la célebre Roundhouse de Londres, o en festivales de otros géneros como el Sónar de Barcelona, donde actuó hace diez días. Sale al escenario con zapatillas de deporte y camiseta, permite que la gente beba, aplauda cuando quiera (incluso entre los movimientos de una sonata, eso que tanto molesta a los entendidos) y, lo más importante, entre pieza y pieza le cuenta al público por qué ha elegido las obras que va a interpretar, quiénes eran sus compositores y cuán trastornados o desgraciados (como él mismo) habían sido.
Después de Glenn Gould, la primera rockstar de la música clásica, llega Rhodes, con excentricidades similares y hasta cierto parecido físico, para difundir la música clásica entre las nuevas generaciones de melómanos. Nos atiende en la azotea de un hotel madrileño, elogiando las vistas y el clima con un tono tan dulce y sosegado que resultaría imposible adivinar un pasado tan atroz. Dos recitales le han traído a España: el 1 de julio en el Festival de Verano de San Lorenzo del Escorial y el día 3 en el Teatro Olimpia de Huesca. En ambos tocará (y explicará) piezas de Bach, Chopin y Rajmáninov. El 27 de agosto regresará a Madrid para actuar en los Veranos de la Villa y el 10 de noviembre estará en el Festival de Jazz de Barcelona.
Pregunta.- ¿Por qué es tan conservador el mundillo de la música clásica?
Respuesta.- El problema es que aún sienten que la música clásica es un una forma de arte más elevada que cualquier otra música y eso es un terrible error que refleja una enorme arrogancia. Para ser músico clásico hace falta más entrenamiento que para tocar la batería en un grupo de rock, pero la música es la música, y puedes responder emocionalmente a cualquier género.
P.- ¿Y con qué otros géneros musicales se emociona usted?
R.- Me encanta el rock: The Killers, Muse... Y Foals, una de mis bandas favoritas. Me gusta todo tipo de música, pero es cierto que mi pasión número uno siempre ha sido la música clásica. Siempre.
P.- Se describe en Instrumental como alguien a quien le aterra el compromiso. ¿Cómo se explica entonces que asumiera con tanta naturalidad su fama repentina cuando empezó a grabar discos, a escribir en la prensa y a grabar documentales y programas de televisión?
R.- La verdad es que no sé si lo estoy llevando bien, espero que sí. En cualquier caso, tengo mucho apoyo a mi alrededor y eso es muy importante para mí, así como asegurarme de tener tiempo para desconectar y relajarme. Al mismo tiempo me gusta estar ocupado todo lo posible, es muy peligroso para mí no hacer nada y pensar demasiado, a esta cabeza no le va bien eso.
Rhodes tuvo una infancia terrible, pero desde entonces ha encontrado por el camino muchas personas buenas, además de sus seres queridos, que le han ayudado a triunfar en la música a una edad inusualmente tardía (empezó a estudiar piano en serio con 28 años, y debutó cinco años más tarde).
Entre estos benefactores cabe destacar a Franco Panozzo, el manager de su admirado Grigory Sokolov que le puso en contacto con el profesor Edoardo Strabbioli en Verona; a David Tang, el multimillonario que le mantuvo económicamente un tiempo para que pudiera centrarse en la música cuando estaba arruinado; y a su actual manager, Denis Blais, que apostó por él con solo oírle una vez en una tienda de Steinway. "Creo que la gente así siempre está a nuestro alrededor si somos capaces de verlos, de ser directos y pedir lo que queremos con franqueza. Todas estas personas han sido muy buenas conmigo, ha sido como un cuento de hadas".Es muy peligroso para mí no hacer nada y pensar demasiado, a esta cabeza no le va bien eso"
P.- Es increíble que en solo cinco años practicando en serio y tomando clases con Strabbioli fuera capaz de convertirse en un concertista profesional.
R.- Me costó muchísimo esfuerzo. De niño tocaba, no era muy bueno pero sí muy entusiasta, eso es lo más importante. Creo que la mayoría de la gente podría hacer lo que quisiera si tuviera el tiempo y la energía suficientes.
P.- Hoy trabaja para que los niños del Reino Unido puedan tener una adecuada educación musical y poner remedio a algo que le entristece: que la mayoría de la gente no haya escuchado nunca una sonata de Beethoven entera.
R.- La educación musical en el Reino Unido no está bien y, por lo que sé, en España tampoco. Se considera un lujo: si tus padres tienen dinero puedes tener un instrumento; si no, no. Eso es terrible, debería ser un derecho humano básico. Eso como si le dijeras a un niño que no puede jugar al fútbol.
P.- Hace poco llevó a cabo una campaña de recogida de instrumentos. ¿Cómo le fue?
R.- Tuvimos mucho éxito, recaudamos instrumentos por valor de un millón de libras y los repartimos en 160 colegios de todo el país. Pero si el gobierno no se implica, no sirve de mucho.
P.- En una entrevista de 2009 habló públicamente por primera vez de los abusos sexuales que había sufrido de niño. Entonces ya era un pianista conocido. ¿Cómo le sentó que le acusaran de hacerlo para vender más discos?
R.- Entiendo que lo dijeran. Siempre encontramos razones para juzgar a la gente, especialmente en Inglaterra. Todo lo que puedo decir es que mi vida habría sido mucho más fácil si no hubiera hablado de ello. Hablar de estas cosas te expone mucho, es muy incómodo, pero gracias a que lo conté en aquella entrevista el hombre que me violó fue arrestado, porque una profesora que tuve leyó la entrevista y prestó declaración a la policía.
P.- ¿Cuándo y por qué decidió escribir sus memorias?
R.- Escribí un blog para The Guardian titulado Find what you love and let it kill you (Encuentra lo que amas y deja que te mate), que es una gran cita de Charles Bukowski. Trataba sobre mi pasión por el piano y lo importante que es encontrar una vocación creativa. Entonces mi editora lo leyó y me propuso que escribiera unas memorias.
No solo querían prohibir mi libro, querían impedirme hablar de mi pasado en cualquier lugar del mundo"
En 2013, la exmujer de Rhodes le llevó a juicio para intentar evitar que el libro fuera publicado, alegando que si lo leía su hijo, tendría consecuencias psicológicas nefastas para él. "Me costó 18 meses y dos millones de euros. Fue lo peor que me ha pasado en la vida, a pesar de todo lo que me había pasado antes. Porque desde pequeño, él [su agresor] me dijo que si hablaba, cosas terribles me pasarían. Y de repente me vi en el Tribunal Supremo, fue aterrador. Casi pierdo mi casa y me quedo en bancarrota. Además, ellos no querían solo prohibir el libro, querían prohibirme hablar de mi pasado en cualquier lugar del mundo. Es de locos. Y casi lo consiguen".
P.- En el libro aparecen todo tipo de sentimientos negativos (rabia, impotencia, autocompasión, culpa), pero no menciona la necesidad de vengarse.
R.- Sentía mucha rabia y sigo sintiéndola. No hay perdón posible. Si quieres centrarte y tener éxito, algo debe guiarte, y para mí ha sido la rabia, así que quizá no sea tan mala. Pero la venganza... es muy tarde para eso, ese hombre ya está muerto.
P.- ¿Qué piensa hoy de los hospitales psiquiátricos?
R.- Los hay muy diferentes; algunos maravillosos, otros muy difíciles, sobre todo los que dependen del gobierno, con toda la burocracia y la falta de presupuesto. Para ellos es mucho más fácil atiborrarte de medicación y que la gente no pueda ni hablar. Pero, afortunadamente, esto está cambiando para mejor.
P.- Siendo músico, ¿qué opina de la musicoterapia aplicada a los pacientes psiquiátricos? En los últimos años ha crecido su uso y sin embargo un amigo suyo tuvo que pasarle un iPod escondido en un bote de champú en uno de los hospitales en los que usted estuvo
recluido, y experimentó una mejoría automática.Para Glenn Gould había que decir algo nuevo al interpretar una pieza. Él siempre lo consiguió, yo siempre lo intento"
R.- En aquel centro eran muy estrictos, no dejaban oír música ni leer. Pero, para ser justo, tengo que decir que en esa época lo único que quería era matarme, y tenían que asegurarse de que yo estuviera seguro. La musicoterapia es muy importante. Obviamente los pacientes mentales necesitan también medicación y otras terapias, pero por supuesto que la música ayuda.
P.- Va a sacar un libro titulado Cómo tocar el piano. ¿Cuál es el método que propone?
R.- Estoy muy entusiasmado con ese libro. La idea es que cualquiera con dos manos, incluso sin haber tocado nunca el piano ni saber solfeo, puede aprender a tocar una pieza de Bach en seis semanas. El libro te enseña a leer partituras, cómo tienes que practicar, dónde va cada dedo. Necesitas solo 45 minutos al día y estudiar compás por compás y muy despacio.
P.- Uno de sus héroes es Glenn Gould, un genio del piano excéntrico y controvertido con el que comparte ciertos rasgos. ¿Se identifica con él?
R.- Sí, lo amo. Él también estaba loco. Era incansable en su búsqueda de la perfección. Dijo una cosa muy interesante: que tienes que buscar algo nuevo que decir cuando tocas una pieza. Él siempre lo consiguió, yo siempre lo intento. Hoy puedes oír cientos de grabaciones de conservatorios que suenan igual. Pero escuchas diez segundos de Gould e instantáneamente sientes que es algo nuevo, único, fresco. Necesitamos más de eso.
P.- Empieza cada capítulo de Instrumental con unas pinceladas biográficas de diversos compositores (Beethoven, Chopin, Schubert, Schumann, Bach...), casi todos ellos con vidas marcadas por los abusos, los trastornos psiquiátricos, el infortunio, las adicciones o la falta de habilidades sociales. ¿Cree que el genio va ligado a una existencia traumática?
R.- No. Entiendo que la gente lo piense, es muy romántico. Pero todo el mundo está jodido, todos lo estamos. O bien somos inseguros, o celosos, o bebemos demasiado, o tenemos manías sexuales, o nos deprimimos o sufrimos ansiedad. Los compositores crearon obras magníficas no porque estuvieran jodidos, sino a pesar de ello. A las tres de la mañana, cuando me quiero pegar un tiro, en vez de rayarme me siento en el piano y practico. Eso es maravilloso.
@FDQuijano