Una escena de El Bosco: El jardín de las Delicias

La compañía de la coreógrafa canadiense estrena en las Naves del Español de Matadero Madrid su obra inspirada en El jardín de las delicias.

"Ah, por fin me lo están pidiendo", fue la reacción de la coreógrafa Marie Chouinard (Canadá, 1955) cuando la Jheronimus Bosch 500 Foundation de Holanda le propuso crear una obra basada en El jardín de las delicias (1503-1515, El Bosco) con motivo de su V centenario. A unas horas de su estreno mundial dentro de la programación de Veranos de la Villa en Matadero Madrid, se muestra ilusionada por este proyecto, basado en la obra de "un hombre de gran inteligencia y amor por el ser humano, un verdadero librepensador", como lo define ella misma.



El Bosco: El jardín de las Delicias, manteniéndose fiel al tríptico, consta de tres actos que corresponden a cada uno de sus paneles. Así, la coreografía pasa por El jardín de las Delicias, Infierno y Paraíso, escenificada por bailarines ilusoriamente desnudos, que se retuercen como los personajes de El Bosco. Chouinard explica que no ha pretendido representar la obra del artista holandés, aunque su creación incluya algunas cosas que son reflejo de la misma. Puntualiza que "lo que he escrito está en simbiosis y comunión con el cuadro, es mi forma de entenderlo". Un trabajo que llega acompañado de la música original del compositor Louis Dufort (Montreal, 1970), con el que ha colaborado ampliamente a lo largo de su carrera.



Sobre la obra original, la directora explica que "la gente piensa que el centro son los pecados, pero en realidad es lo que seríamos si hubiésemos seguido viviendo en el Paraíso: la inocencia, el placer, la libertad…". En cuanto a la parte oscura, el Infierno, Chouinard señala que no es tal, sino que "es la realidad actual, en qué se ha convertido la Tierra después del pecado original". Quizá ella prefiera encontrarse en esta parte, puesto que los instrumentos musicales, afirma, representan cómo el hombre se ha puesto a crear después de ser expulsado del jardín del Edén. Para ella "la creación es una gran felicidad", afirmación con la que se excluye de la concepción occidental del artista como sufridor.





En ésta en concreto, ha utilizado la técnica propia que todo artista tiene: "He creado la coreografía y la parte audiovisual, es una obra completa, para la primera he sido tocada por la exposición, por los cuerpos llenos de paz, incluso en el infierno las caras de los que son devorados desvelan una paz interior", explica Chouinard. Se refiere a la muestra más grande sobre el pintor holandés: El Bosco. La exposición del V centenario, todavía abierta al público en el Museo del Prado y que ha visitado toda la Compañía Marie Chouinard. Suyo es el mérito de que la directora decidiera comenzar la gira esta producción en la capital española.



No es, ni mucho menos, el primer acercamiento de Chouinard al cuadro, que conoció siendo niña en casa de sus padres, iniciando una relación muy estrecha que hizo que no se pudiera resistir a dirigir su propia obra sobre él. A este acontecimiento hay que sumar su reciente nombramiento como directora de Danza de la Bienal de Venecia para el periodo 2017-2020, un puesto del que prefiere no adelantar programa ni visión.



A él ha llegado tras casi cuarenta años de trabajo, en cuyos inicios conoció a la promotora de espactáculos Pilar de Yzaguirre, responsable de que la artista esté hoy en Madrid. Su primer encuentro con ella se le quedó grabado en la memoria: "Una chica, desnuda, con unos 18 años, y del pubis le salía fuego, y dije 'pero esto que es, ¿magia?', me enamoré", explica Yzaguirre. La distribuidora concluye su muestra de admiración relatando el encuentro que tuvo con la joven Chouinard en la Plaza del Castillo de Pamplona, en el que le preguntó qué quería: "No lo sé, pero quiero hacer y haré". Una suerte de promesa cuyo último resultado podrá verse en Matadero Madrid hasta el 28 de julio.



@sergi02