Una imagen de La conquista de Jerusalem

La obra de Cervantes ha sido representada de todas las formas posibles durante el 400 aniversario de su muerte, pero la cartelera veraniega esconde una sorpresa: una pieza inédita sobre sus años de cautiverio en Argel.

Fue a principios de los años 90 cuando buceando entre los miles de textos que pueblan la Biblioteca del Palacio Real de Madrid, el hispanista italiano Stefano Arata se topó con una obra desconocida, La conquista de Jerusalén por Godofre de Bullón. La comedia, fechada hacia 1585 llamó rápidamente la atención del estudioso, que concluyó que se trataba de una obra desaparecida de nada más y nada menos que el autor del Quijote. Arata, hoy fallecido, presentó su descubrimiento en un congreso, publicó una pequeña edición crítica y contribuyó a base de conferencias a la difusión de una obra que nunca pudo ver estrenada. El salto del papel a las tablas lo ha asumido el director y escenógrafo Juan Sanz, que conoció la obra de primera mano gracias al investigador. "Él me pasó un ejemplar hace años y me dijo 'Juan, tenemos que montar esta obra aunque sea en la universidad, con los chavales'".



Un montaje que tras varios años, ha tomado por fin cuerpo gracias a la colaboración de Sanz con la compañía Unir Teatro de la Universidad Internacional de La Rioja, dirigida por Ignacio Amestoy. "Llevaba años madurándola, iba y venía, y pensé que se podía aprovechar una fecha tan importante para sacar alguna obra que no fuera muy conocida de nuestro Cervantes como dramaturgo", explica Sanz, que asegura que durante la celebración de la efeméride muy pocos de los espectáculos teatrales que se han montado "se han basado directamente en un manuscrito teatral o una obra dramática". "Se han adaptado con mucho éxito varias de sus novelas, y se han hecho versiones de todo tipo, pero esto es algo único y especial", opina el director y escenógrafo.



Estrenada en marzo en la 55 Semana de Música Religiosa de Cuenca, La conquista de Jerusalén ha cosechado éxito tras éxito en las todavía escasas representaciones que cuenta en su haber en la sala Arapiles de Madrid, en el festival Clásicos en Alcalá (donde fue premiada), en las Jornadas de Teatro del Siglo de Oro de Almería, y llega este fin de semana al escenario de Almagro dispuesta a sorprender y a atrapar al público.



Basada en la Jerusalén liberada del italiano Torquato Tasso y reflejo de los años de cautiverio que sufrió Cervantes en Argel, la obra narra una historia bélica y religiosa, la guerra de conquista de Jerusalén por Godofredo de Bouillón y una panda de cruzados durante la Primera Cruzada y el enfrentamiento entre cristianos y musulmanes en la ciudad santa sitiada. Los cruzados acampan en la ciudad, rodeándola y tomando posiciones para el inminente asedio, y las escenas se irán alternando entre el campamento cristiano, situado extramuros, y los musulmanes atrincherados dentro de la ciudad. Aunque dentro de esa trama principal, explica Sanz, "alberga una serie de historias amorosas entrelazadas muy apasionantes desde el punto de vista teatral". "La más importante de las varias que recoge, el corazón del texto, es la historia de dos amores imposibles, los del caballero Tancredo y la princesa Herminia y la mora Clorinda, que acaban con un desenlace trágico", puntualiza el director.







A la hora de abordar la adaptación del texto, Sanz, con la colaboración de la profesora Dolores Noguera y la poeta Ana Martín Puigpelat, ha procurado basarse en el respeto filológico, porque "en esta época el teatro era mucho más sencillo y directo que en el barroco, con lo cual la obra es totalmente inteligible". Sin embargo, con la intención de que la obra funcione teatralmente, ha habido que hacer unos pequeños ajustes. "Como en todo el teatro de Cervantes, la densidad de personajes casi episódicos y de las subtramas nos ha obligado a prescindir de aquellas ramas que no dejaban ver el bosque", explica el director. "Hemos hecho una poda muy respetuosa con la métrica y con algunos personajes terciarios que tienen una única aparición, para conservar la historia principal, quizá un 15% de una obra de 2.800 versos".



Una adaptación que crea una trama fluida que potencia las historias que tienen que ver con el encuentro de dos culturas, un tema candente en tiempos de Cervantes y también un problema que todavía existe hoy. "La obra habla del deseo por la codiciada joya que es la ciudad de Jerusalén como emblema de las religiones del libro. Es una trama que ocurre hace mil años, que está absolutamente de actualidad, y que en la época de Cervantes, que está justo en el medio entre los hechos y nosotros, también estaba vigente", recuerda Sanz. "Es un tema de rabiosa actualidad mezclado con el amor, con como un bando en la guerra o la diferente religión te imposibilita a la hora de amar a alguien".



Música del Siglo de Oro

Otro de los grandes atractivos del montaje reside en su fuerte apuesta por la música, evidenciado en su estreno en la Semana de Música Religiosa de Cuenca. A los ocho actores que interpretan todos los personajes del reparto, como se hacía en época de Cervantes, se unen cinco músicos que se integran en la acción mediante la voz, la percusión histórica, el laúd y la guitarra. "La obra la hemos concebido como un oratorio global, con música de la época de Cervantes, porque el texto tiene muchísimas alusiones musicales como era común en la época", detalla Sanz. "Alusiones a tambores, trompetas... lo que se conocía como ministriles, músicos que interpretaban instrumentos de viento, dulzainas, fanfarrias". De este delicado punto se encarga el grupo La Danserye, que acompaña la obra con música de Francisco Guerrero, contemporáneo del escritor alcalaíno y compositor de varios motetes que aluden a la ciudad de Jerusalén.



Sobre la paternidad de Cervantes, Sanz reconoce que al carecer de un manuscrito firmado por el autor, el consenso nunca va a existir, "pero esto pasa con muchísimos dramaturgos y muchísimas obras". Aunque en general hay bastante quórum entre los grandes expertos, nadie por un tema de seriedad científica, se va a atrever a decir que es manifiestamente cervantino, pero a pesar de carecer del autógrafo, sí existen alusiones del propio Cervantes a su comedia perdida, la Jerusalén. "Hay muchísimas pruebas de tipo métrico, histórico e incluso biográfico, las influencias de su cautiverio en Argel... pero no podemos hacer nada, esto es así y hay que vivir con ello. Para mí es de Cervantes, pero si no hubiera sido de Cervantes, sino de otro autor contemporáneo, la obra seguiría siendo muy interesante", asegura el director, "porque tiene muchísimos valores que adelantan lo que iba a ser el teatro que Lope de Vega iba a poner en escena, que sientan las bases del Siglo de Oro".



Pertenezca o no a Cervantes, esta Jerusalén es "una obra maravillosa absolutamente desconocida por la gente de teatro", y el objetivo final al que aspira su director con esta representación es "que entre en el repertorio, se hagan otras versiones, otras compañías la cojan y se empiece a representar ya como una obra canónica más. Y también, por supuesto, que tras esta primera tournée veraniega "podamos seguir haciendo representaciones y llevando esta joya desaparecida por todo el país".